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domingo, mayo 11, 2025

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Las Nieves de Mi Tierra

A Las Mamás de Tequisquiapan

Juan Carlos Hernández Nieves

 

Desde el vientre materno se pronuncia nuestra existencia, adorando y venerando el origen de nuestra vida, cada día y cada señal de amor está íntimamente ligado a nuestra madre; Tequisquiapan a la llegada de la conquista espiritual y militar cumplió con particularidades que hasta hoy nos van representando en un imaginario colectivo, desde nuestra advocación inicial a la Virgen de la Asunción, que, en un sentido estricto, es la madre de Tequisquiapan.

Se ha hablado de heroínas en la historia de México, doña Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y demás, incluso de Ignacia “La Güera” Rodríguez que fue parte medular del movimiento de independencia, tan es así que aquel 27 de septiembre de 1821 a la entrada triunfal de Agustín de Iturbide a la ciudad, desvió su trayecto para pasar por el balcón de La Güera Rodríguez, enviando a uno de sus súbditos que subiera y le entregara la pluma verde de su sombrero que representaba la Independencia, esto como un acto de gratitud por el movimiento en la aristocracia de la época en apoyo de Iturbide, después de todo esto, poco se ha hablado de las madres que tuvieron acciones importantes e históricas para Tequisquiapan, quiero hablar de doña Guadalupe Velasco de Michaus que entre su adoración maternal ella fue quien inició a repartir tierras para las cuadrillas de trabajadores, además de financiar uno de los primeros puentes que unirían al Barrio de La Magdalena con la hoy cabecera, esto bajo el apadrinamiento de Guillermo Prieto y José Manso Cevallos en 1853.

Haciendo un paréntesis en este asunto, les comentaré que este puente ha generado controversia a lo largo de la historia, toda vez que ha sido por muchos años el paso en dirección al pueblo, se hicieron acuerdos en los años 1966 y 1967 ante la venta de los terrenos para la construcción de un fraccionamiento denominado “Los Claustros”, sin embargo, desde aquellos acuerdos se tuvo por enterado que ese paso que llega al puente, era vía pública, incluso en 1969 cuando la “Inmobiliaria Tequisquiapan S. A.” cede los derechos la “Inmobiliaria Los Claustros S. A.” para la construcción del fraccionamiento, comenzó la venta de los lotes, pero siempre con el entendido de que existe una vía pública, esto también se puede comprobar con la negociación de la reubicación de lo que iba a ser la entrada principal al fraccionamiento que se encuentra hoy en la esquina de la Avenida Juárez y Calle San Joaquín, y ante los reclamos de la población se retrocedió la entrada para quedar donde hoy está, y repito, siempre considerando que existe una vía pública en dirección al Barrio de La Magdalena, al realizar los acuerdos para la construcción del fraccionamiento hubo un documento que poco se ha expuesto, era la autorización de construcción, en el acuerdo 5to hace mención de las superficies que serán DONADAS al municipio de Tequisquiapan que son los jardines, un lote manantial (fuente de los deseos), bordes defensa y el lago, haciendo una superficie total de 11,455.05 metros cuadrados; en diciembre de 1971 se realizó una denuncia ante el presidente de la república debido a que el dueño del fraccionamiento quería adueñarse de una calle que era vía pública y que era el único acceso para el centro del pueblo, dando ante todo, los antecedentes de su petición. Podemos darnos cuenta entonces que defendimos aquel gran acontecimiento materno al construir un puente por doña Guadalupe Velasco, al darnos comunicación que en su época era muy escasa entre los barrios viejos y el poblado actual, hasta hoy se sigue defendiendo este acto de bondad de doña Guadalupe y creo firmemente que no nos dejaremos manipular, ni mucho menos que se nos arrebate algo que histórica y legalmente corresponde a los tequisquiapenses.

Otra de las historias maternales que se desarrollan en Tequisquiapan es la de la niña María Asunción Godoy y Vivar que nos muestra Domínguez Paulín en uno de sus cuentos, desde su infancia soñaba y fantaseaba con aquellos hombres de otras tierras que andaban conquistando sitios, al momento de su llegada al lugar de la fundación en 1551 la niña que en ese momento tenía un nombre otomí desconocido, esperaba con ansias aquel hombre alto, ojos azules, fornido y musculoso, para poder saciar sus fantasías, comenzó el acto de bautismo de los naturales, y ella al momento casi de ser bautizada ve a lo lejos a ese hombre que tanto soñaba, y como si la coincidencia no fuera tan evidente, aquel hombre la eligió como ahijada, era él, don Felipe de Godoy y Vivar, y poniendo sus manos sobre la cabeza de la niña, la bautiza con el nombre de María Asunción, don Felipe al término del acto se va, no sin antes dejar un obsequio a su ahijada, esto fue, una pluma azul de su sombrero al tiempo que se alejaba en su caballo.

Pasaron los años y aquella niña creció y se volvió madre, se volvió la madre principal de los lugareños, era a quien pedían consejos y acciones para beneficio de la sociedad, el pueblo seguía en su desarrollo, los hijos y nietos de María Asunción le pedían que se fueran a vivir a la otra parte del pueblo, donde se establecieron otros grupos sociales, ella bajo un semblante de nostalgia, se negaba a aceptar la migración, y cada que pedían una respuesta del porqué, ella mostraba aquella pluma azul, anunciando que no iría a ningún lado porque esperaba la llegada nuevamente de aquel hombre que la apadrinó, seguramente murió en la espera. Muy apreciativamente el nombre de aquella mujer, María Asunción, es el nombre de la esposa de Domínguez Paulín, quien además fuera la madre de sus hijos y enamorada de su faceta como esposa de uno de los literatos prominentes del estado, y también se toma el nombre de la virgen a la que la advocación se dejó en este lugar, La Virgen de la Asunción, considerada madre de Tequisquiapan.

Esta herencia materna se vive aún en el poblado, con las tradiciones y costumbres, pero sobre todo y me parece que es en diversos lugares del mundo, siempre se va a enaltecer el amor a la madre, el respeto y orgullo de nuestras madres, sirva este articulo para externar nuestra mayor gloria para cada una de las madres de nuestro pueblo de Tequisquiapan, a ellas que dan lo mejor de su vida para que los hijos se conviertan en ese objetivo tan eminente, personas de bien; aquellas mamás que día con día salen a trabajar para poder llevar el sustento al hogar, aquellas mamás que no dependen de maltratos y humillaciones para poder llevar a su familia por el camino de la bondad y sinceridad, porque la madre es esa persona importante para tener una base de nuestra formación.

A todas ellas que nos conmueven, que nos protegen y que siempre están al pendiente de nosotros los hijos sea cual sea nuestra edad, a ellas, a las trabajadoras domésticas, artesanas, empleadas de alguna empresa, a las profesionistas, a las que aún sin empleo, se empeñan en seguir buscando para continuar dando a sus hijos lo que necesitan, así entonces, debemos comprender que nuestras madres por cualquier situación que pudiéramos reprochar de una vida pasada, jamás los hijos debemos juzgar ni intentar corregir o guardar rencor por ello, al contrario, al comprender, se da un espacio, una oportunidad, porque las mamás también sufrieron y padecieron limitantes en su época de maternidad, porque aquí estamos disfrutando nuestra vida, que sin los cuidados de mamá difícilmente pudiéramos estar donde ahora estamos, y esto también incluye a los que por alguna razón perdieron a su madre o no la tuvieron en los primeros años, porque por naturaleza se busca una figura materna que cumpla esas funciones en nuestros estados de necesidad y mayor complejidad, llámese abuela, tía, prima o amistad. En Tequisquiapan nuestra identidad materna se funde en muchos aspectos, pero históricamente la madre de Tequisquiapan y la madre Tierra han fundado una línea donde la madre, ella, nuestra madre, es lo más valioso y puro que podemos considerar. Felicitaciones a las mamás hoy en su día.                         

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