Tequisquiapan
El Territorio Antes de la Llegada de los Españoles.
Juan Carlos Hernández Nieves.
El orgullo que debemos sentir los tequisquiapenses es a tal grado, que incluso ha sido desconocido el ¿por qué?, pareciera que los habitantes se sienten orgullosos de la abundancia y naturaleza de aquel paraíso que vivieron, pero no se han imaginado el alcance que conlleva aquel destino hoy turístico y en un momento importante para los asentamientos y pactos políticos.
En la última década de los 50´s del siglo XX la arqueóloga norteamericana de la Universidad de Harvard Cynthia Irwin Williams, se dedicó a explorar la zona del “Cerro de La Bolita” en la comunidad de San Nicolás, con el objetivo del estudio de los cazadores-recolectores que se habían situado en esta zona, en esa frontera del territorio de nuestro país entre Mesoamérica y Aridoamérica se habían dado algunas noticias de La Gran Chichimeca, en la frontera norte de Mesoamérica específicamente, sin embargo la arqueóloga se encontró con un elemento excepcional para nuestra historia, en abril de 1960 en una cueva denominada “Del Diablo” encontró 3 entierros que contaban con elementos líticos y demás estudios, lo que demostraba que este sitio había sido utilizado en distintas épocas por lo menos de hacía siete mil años y que posiblemente se trataba de los individuos que habían pasado por el estrecho de Bering.
Aquellos cazadores-recolectores otomíes que estuvieron en este sitio son representados en el códice florentino con arco y flecha, y bajo este asentamiento o registro, tenemos lo que escribe el historiador Diego Muñoz Camargo de estos hombres “… Chichimecas, propiamente, quiere decir, hombres salvajes (…) aunque la derivación de este nombre procede de hombres que comían las carnes crudas y se bebían y chupaban las sangres de los animales que mataban, porque chichiliztli por “cosa que chupa” y chichihualli es la “teta” o la ubre. Por manera que como estas gentes mataban y se bebían la sangre, eran tenidas por una gente muy cruel y feroz, de nombre espantable y horrible, entre todas las naciones de estas partes” (sic).
El concepto Chichimeca es para aclarar, genérico, es decir, en esta esfera se ubican ramificaciones entre las que se mencionan, guachichiles, guamares, pames-jonaces, y que todos ellos abarcan el concepto “chichimeca”, ellos que se ha escrito, llegaron del norte a este territorio aproximadamente en el año 1170, pero se sabe de su existencia plena hasta el año 1357 reinando su quinto rey Techotlalatzin, mucho se ha descrito a esta cultura, que a decir verdad, es de las mas antiguas de nuestro territorio, porque además de su salvajismo y rebeldía, se habla de su conducta sexual, Fray Bernandino de Sahagún escribe que: “Los nahuas afirmaban que, si el hombre otomí no satisfacía sexualmente a la mujer hasta diez veces, esta descontentaba y se apartaban uno del otro. Y en el mismo sentido, si la mujer otomí no tenía buena constitución física para tener sexo hasta ocho o diez veces, el hombre se molestaba y se separaba de ella”.
Cuando se asientan en este territorio es aproximadamente en 1446, arribando en busca de terrenos propicios para su manutención, se quedaron en este sitio porque la vegetación era exuberante y la cantidad de manantiales de aguas cristalinas y tibias les permitieron gozar de ellas, así, instalaron sus chozas y forman su dominio en lo que hoy es Tequisquiapan, en esencia en la parte mas antigua que es hoy el denominado barrio de San Juan extendiéndose hasta el también hoy barrio de La Magdalena (aclaración especial es que en aquel momento no se denominaban así a los barrios, hago mención para la ubicación actual), sus casas eran humildes y de paja, vestían pulidademete; teñían sus rostros con betunes rojos y amarillos; pintaban sus dientes de negro con barnices fuertes y eran muy afectos a aderezarse con todo lo que a la mano encontraban que les pareciera vistoso, en una descripción de Fernando del Alva Ixtlilxóchitl lo realiza de la siguiente manera: “vestían en su naturaleza, y visten hoy día de pellejos adobados de mantas, leones, tigres y otros animales: su vestir es unos scoles de martas especialmente los reyes y señores y sus mantas de tigre y león, oso y lobo, el cabello largo hasta las espaldas y por delante se lo cortan: su comida es todo género de caza y panes de mesquitl, un género de árbol que da una fruta seca dulce y sabrosa: su habitación son cuevas y también tienen casas pero las cubiertas de paja; sus armas arco y flecha y también usan de cerbatana los señores para ir a caza y ellos la inventaron… no tenían ídolos, llaman al sol padre y a la tierra, madre”(sic).
En el desarrollo de la cultura otomí en este sitio podemos aseverar que existió una población organizada antes de la llegada de los españoles, ante esto recordemos que la primera merced real de tierra otorgada en el territorio de nuestro estado se dio en 1540 por el virrey Antonio de Mendoza en una zona denominada “Tequisquil” hoy Tequisquiapan, poco antes comenzaron las alianzas de españoles con los caciques otomíes de Jilotepec, a decir, don Nicolas de San Luis Montañez y comenzaron a conquistar territorios, entre los que llegaron fue a San Juan del Río el 24 de junio de 1531, un mes después el 25 de julio fundan Querétaro, 20 años después seguían las conquistas y avanzaban por los cerros, pasando por el de Agualcatepetl, nombre que era de la hoy comunidad de San Nicolás, La Trinidad, que aun conserva su zona arqueológica amurallada con juego de pelota, llegaron al sitio llamado Ysiltepeque (Fuentezuelas) en donde se dice bautizaron a doscientos indígenas, para continuar con su caminar y llegar al lugar hoy denominado barrio de La Magdalena, que para ellos fue el lugar propicio, más no el más antiguo, para celebrar el acto de fundación el 24 de julio de 1551.
La cédula de fundación narra como se congregaron al despuntar el alba los indígenas otomíes en el lugar designado para la fundación, don Nicolas de San Luis Montañez vestido de una manera particular forma con un montón de piedras y yerbas con flores, un altar, donde coloca una cruz de madera y el padre Fray Juan Bautista celebra la primera misa y encomendándoles se apegaran al cristianismo, los demás caudillos y capitanes comienzas a bautizar a los indígenas, don Domingo Moreno toma una vara de medir de 4 varas castellanas y a partir de la cruz improvisada mide las 500 varas a los 4 puntos cardinales, dando así, el fundo legar del nuevo sitio que se puso por nombre Santa María de la Asunción y de las Aguas Calientes, se designaron por los indígenas las primeras autoridades del lugar, así, se retiraron los conquistadores, dejando a sus ahijados algún obsequio y encomendándoles construyeran su templo.
A partir de ese momento inicia un desarrollo en este lugar, pero seguían los otomíes con sus conductas lascivas, en la Relación Geográfica de Querétaro, Francisco Ramos de Cárdenas da la siguiente descripción: “En la lojoria, son muy calidos, asy mujeres como honbres, dándose las mujeres muy fácilmente. Son amiguísimas de negros y mulatos y de los de su generación y quando alguno de estos les pide su cuerpo, responden “tu lo sabes” (sic) hasta la fecha los tequisquiapenses nos enfrentamos con nuestro pasado inconsciente, pues seguimos si no mencionar por pudor estas conductas, pero sí, la personalidad terca, necia, aguerrida que muchas de las veces ni nosotros mismos nos toleramos, sin embargo debemos comprender que es nuestra herencia otomí, chichimeca, y que si no la analizamos y descubrimos, estamos perdidos en nuestro propio territorio.
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