Cuando se convirtieron en padres por primera vez, los primeros meses fueron difíciles y tuvieron que enfrentar un gran desafío.
Después de enfrentar muchas dificultades, quiero mencionar que hace 19 años Raulín llegó a nuestras vidas. Desde el primer día, nos enseñó que luchar diariamente no es algo fácil. Desde ese momento, nos dejó claro que los desafíos futuros serían enormes y que aparecieron sin previo aviso.
Como padres, no tuvimos tiempo para pensarlo y, sin pensarlo dos veces, la primera tarea que se nos encomendó fue entender qué es una encefalopatía hipóxico-isquémica y una cuadriplejia espástica. Hasta el día de hoy, aún no sé si mi ortografía es correcta al escribir esto en papel. Lo que puedo destacar en este momento es que desde el 19 de diciembre de 2004, nuestra vida cambió drásticamente, al punto de que nuestra familia ya tenía un nombre y apellidos, y nuestras vidas se enfocaron completamente en una sola persona.
Los primeros meses fueron difíciles para nosotros, ya que éramos padres primerizos y teníamos un gran desafío por delante. Recuerdo lo difícil que fue hacer que dejara de llorar, ya que sufría de reflujo y no podía retener nada en su estómago. Siempre tenía hambre y probamos todas las fórmulas posibles, hasta que un médico especialista en nutrición pediátrica en la Ciudad de México nos recomendó un alimento nutritivo que finalmente pudo retener en su estómago. Esto marcó un antes y un después en sus primeros meses de vida.
Durante los primeros años, fuimos a ver a muchos médicos y probamos diferentes terapias físicas. Finalmente, encontramos al Dr. Unruh, quien consultaba en Laredo, Tx. Él era graduado de la prestigiosa escuela "Philadelphia" y tenía mucha experiencia en terapias y alimentación para personas especiales. Estuvimos con él durante varios años hasta que se retiró y dejó su consulta al Dr. Ignacio Calderón, quien ahora atiende a sus pacientes en Pachuca.
Fuimos con Nacho varias veces hasta que finalmente conseguimos una cita en Philadelphia con los médicos que inventaron esa técnica. Sin duda, notamos un progreso y seguimos disciplinadamente las indicaciones necesarias. No es fácil aceptar que debemos seguir dietas y hacer ejercicios especiales por el bien de nuestro hijo/a.
Raulín estaba creciendo entre visitas médicas y nos preocupaba su capacidad para socializar. Siempre deseamos que pudiera asistir a una escuela regular y poder interactuar con niños de su edad. Aunque parezca increíble, dar este paso fue muy difícil para nosotros y nos costó mucho esfuerzo y sacrificio. Afortunadamente, encontramos el Instituto Alfred Nobel y a su directora, Miss Evelin, quien sin dudarlo lo aceptó de inmediato. Debo admitir que fue tan rápido que no nos dio tiempo para arrepentirnos en ningún momento.
La participación de Raulín en la escuela tuvo un impacto positivo en sus compañeros, ya que estuvo con ellos hasta el tercer año de secundaria, lo cual me alegra mucho personalmente. Es importante para mí que una persona logre dejar una huella en el corazón de los demás. El grupo de Raulín siempre fue muy solidario, nunca se perdía ningún festival o baile en el que no participara, siempre guiado por Diego en su silla de ruedas u otro compañero. Gracias a esta hermandad, Raulín pudo asistir a campamentos y eventos con sus compañeros, lo cual sin duda le ayudó a llevar una vida plena. No puedo describir lo mucho que disfrutaba ir a la escuela.
También es importante destacar el cariño que sus abuelos, tíos, primos y amigos le tenían, ya que siempre fue querido y protegido por todos ellos. Sin embargo, el tiempo no perdona, logró sobrevivir al Covid, pero su salud se vio afectada en los pulmones. Aparecieron neumonías que lamentablemente debilitaron su salud, pero no su espíritu de seguir estando con nosotros.
Quiero aprovechar este espacio que Imagen me brinda semanalmente para hablar de turismo (aunque en esta ocasión no lo haré), para expresar mi profundo agradecimiento a todas las personas que nos acompañaron en este difícil momento, especialmente a nuestra familia por su constante apoyo en las buenas y malas, a los médicos (tanto locales como de fuera), a los enfermeros, a las nanas, a todas las personas que estuvieron presentes, a nuestros colaboradores, amigos y a tantos otros que nunca nos dejaron solos durante estos casi 19 años. No hay palabras suficientes para expresar cuánto les agradecemos.
Quiero admitir que estaba equivocado al no creer una frase que siempre escuché. Siempre se dice que los niños nacen con suerte y, en nuestro caso, Raulín nació con mucha suerte y prosperidad. Estamos muy agradecidos por todo el amor y apoyo que hemos recibido. Nos vemos en la próxima ocasión.
