Rumores de puñetazos en el vestuario. Una oferta millonaria rechazada. Un faltazo al cumpleaños de un compañero. Versiones de un vestuario irremediablemente dividido. Todo por un penal. Dos semanas después de aquel altercado en pleno campo de juego entre Neymar y Edinson Cavani que disparó toda clase de conjeturas, París Saint-Germain volvió a tener un penal y esta vez todo se resolvió en paz.

Fue a los 40 minutos del primer tiempo del partido que el elenco parisino le estaba ganando 3 a 1 a Bordeaux por la octava fecha de la Liga de Francia. Luego de que el brasileño Otavio tocara la pelota con la mano en el área, con una torpeza pasmosa e impropia de un futbolista profesional, el árbitro François Letexier no tuvo más remedio que señalar el punto ubicado a 11 metros del arco.

Todos los ojos se posaron en Neymar y Cavani. Cavani y Neymar. Los que se habían peleado por la pelota como los niños lo hacen en la plaza. “Ya está decidido”, había dicho el brasileño el miércoles sobre qué sucedería frente al próximo penal, aunque había mantenido el misterio sobre el acuerdo al que había llegado con su compañero.

Esta vez, se comportaron como caballeros. Ney tomó el balón y lo acomodó. Mientras lo hacía, el Parque de los Príncipes se expresaba. “Cavani, Cavani”, bajó, estruendoso, desde las tribunas. El uruguayo se mantuvo impávido, parado sobre la línea del área. El brasileño remató con clase contra el palo derecho, mientras el arquero Benoît Costil se desmoronaba hacia el otro lado como un viejo roble. Gol y abrazo. ¿Entre quienes? Entre el ejecutante y su compañero de ataque. Todos felices, a pesar de la cara del uruguayo que sintió el apoyo de las tribunas.

Source: El Ciudadano