Por Socorro Valdez Guerrero
Estamos cerca de una elección que, a decir verdad, veo difícil que como ciudadanos tomemos la mejor decisión y elijamos a los mejores perfiles.
¿Qué sabemos —me incluyo— no sólo de la trayectoria, sino de la labor de un ministro, juez o magistrado?
¡Poco o nada!
Porque a veces no sabemos distinguir ni siquiera cuándo, al cometer una violación a la ley, se trata de un delito o sólo de una multa.
De ahí viene el abuso del Ministerio Público, de jueces, magistrados y hasta de los mismos abogados que debieran defendernos.
Aun así, la realidad es que ¡vas a elegir! Y lo digo entre comillas, porque recuerdo haber oído en un discurso que la alcaldesa de Iztapalapa, Aleida Alavez Ruiz, decía que los ciudadanos tenemos menos del diez por ciento de injerencia en la toma de decisiones.
La prueba está en el abstencionismo, e incluso en la injerencia en el presupuesto participativo, donde quienes lo controlan son grupos ligados a alguien, y no el ciudadano común.
Entonces, ¿qué se espera de esta elección, cuando varios rostros de candidatos a ministros, jueces o magistrados están ligados a partidos políticos o a figuras públicas con huestes dispuestas a apoyar a su candidato?
Por dar un ejemplo: Lenia Batres, hermana de la diputada del Congreso local Valentina Batres y de Martí Batres, que al menos ha sido jefe de Gobierno. Ambos pueden mover hilos en favor de su hermana, aun cuando recientemente ella recibió abucheos y fue calificada de ignorante. Es decir, tiene buenas palancas para llegar.
También hay rostros conocidos como Bernardo Bátiz, exprocurador, que sabe del tema y cuenta con amigos que pueden impulsarlo.
O lo preocupante: candidatos desconocidos en su trayectoria, muchos apenas aprendices en la carrera judicial, que están apoyados por alguien.
Ser candidato y cumplir con los requisitos no es fácil ni se hace solo.
Eso lleva a mostrar preocupación, porque se ve en sus campañas mucho ingenio y poco contenido.
La mayoría está ensimismada en caerle bien al ciudadano, sin darle una idea clara de qué va a hacer y cómo en materia judicial.
Muchos se dedican a buscar ser graciosos, llamar la atención con chistoretes o generar empatía con trato sencillo y directo, que están muy lejos de mantener cuando ejercen un cargo. ¿Cuántos reciben personalmente al ciudadano cuando están en funciones? Ni un Ministerio Público lo hace: manda a su secretario.
El tema judicial es más que eso. No es fácil ni del todo conocido por el ciudadano, que es víctima a diario de injusticias.
Gran porcentaje de la población que elegirá no sabe qué hace un juez, un magistrado o un ministro.
A veces se confunde el Poder Judicial con los “judiciales” de las fiscalías, y se desconocen sus facultades.
Pocos aspirantes están preocupados en usar sus campañas para correr ese velo y orientar sobre sus funciones, y sobre todo, decir qué han hecho en beneficio del ciudadano para que éste los elija.
Por eso aparece la incógnita de: ¿para qué, por qué, por quién y en qué nos beneficia esta elección?
Ves nombres, campañas, promesas y mucho “¡Soy el o la mejor!”.
¿Será así?
El ciudadano quiere resultados en la justicia y castigos a ministros, jueces o magistrados por torcer la ley.
Tú, yo, muchos ni siquiera sabemos si tienen un oscuro pasado o han cometido abusos.
Lo que tenemos en mente cuando se trata de justicia y ley es corrupción, abusos y mucho dinero necesario para defenderte, hayas cometido o no un delito.
Por eso esperamos que este ejercicio de elección dé un giro positivo para mejorar la justicia.
Para lograr lo que dicen algunos candidatos como Rufino H. León Tovar, que propone:
“La justicia debe ser simple, sin trabas ni formalismos.
Que la entienda la persona que pide justicia, y no su abogado.
Que sea una justicia más humana”.
Rufino H. León Tovar compite para ocupar un espacio y ser parte de quienes serán el “coco” de magistrados, jueces y ministros corruptos y abusivos.
Dice que no habrá “intocables” y sí castigo para quien mande a inocentes a la cárcel.
Que también el juzgador que solape delincuentes será señalado por el Tribunal de Disciplina Judicial.
Todos esperamos que ese órgano sea innovador y firme contra quienes tuercen la ley, y que, como dice Rufino H. León Tovar, se vayan “con todo”.
Esto acabaría con los abrazos, no sólo contra el delincuente, sino también contra aquellos de “sotana” que no son éticos ni profesionales en su actuar.
Todos esperamos que se castigue hasta a los malos jueces, magistrados o ministros.
Y sobre todo, que la voluntad de las personas, del ciudadano, esta vez ¡se respete!
Y que la democracia sea real, participativa, y no una elección simulada donde operen fuerzas, grupos y figurines que empujen a su candidato y dejen fuera a verdaderos juzgadores que fortalezcan el Poder Judicial.
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