En entrevista para el portal Expansión, su madre compartió que para realizar la primera careta se requirió de sus conocimientos como licenciada en Mercadotecnia y Publicidad y del amor de Claudio por Woody, el protagonista de la película de Toy Story. Hoy ella se encarga de los diseños, y él de realizar orificios, poner broches, empaquetar e incluso rociar con alcohol en aerosol el equipo de protección para garantizar a quien lo adquiera que va sanitizado.
“Cada careta que se mete a la bolsa, le ponemos alcohol en aerosol para que vayan desinfectadas porque finalmente pasaron por las manos de quienes construimos esta careta. Las desinfectamos para que cuando alguien la abra, tenga la confianza de que van desinfectadas y es seguro usarlas”, explica.
Adriana Gurría detalla que Claudio nació con Síndrome de Down, pero su condición no ha sido impedimento para que se desenvuelva y que ahora comprenda que el coronavirus representa un riesgo para la salud de las personas.
“No tiene lenguaje, pero entiende bien, él le dice el bicho. Él sabe que cuando tenemos que salir, tiene que salir protegido. Se regresa por su careta si la olvida, y dice el bicho, el bicho. Sabe que por el bicho tiene que traer la careta, sabe que tiene que cuando llega se tiene que lavar las manos”, resalta.
Los costos de las caretas, que se elaboran en un departamento de la colonia Del Valle, van desde los 45 hasta 220 pesos y por cada tres que venden donan una a quienes más lo necesitan.