Hemingway, la Fiesta y la perversidad

Inocente discusión en línea con mi estimadísimo René Arroyo de Anda, sonorense/cachanilla y filósofo: ¿la maldad es inherente a la condición humana en tanto se nace con ella? Sus puntos y los míos contenían lo trillado del tema: el alelo que codifica para una enzima MAO–A cerebral diferente, el grosor de la estría terminal en el cerebro, el troquel familiar y social. En eso se cumplen 90 años de la publicación de Fiesta, de Hemingway, ni falta que hacía anotarlo, para que esa y tantas otras propuestas polémicas revivan con la conmemoración. Sesgado de entrada proponer que Hemingway no era una buena persona, sobre todo si sabemos que sufrió trastorno bipolar con consecutivas depresiones graves, así como adicción al alcohol. El novelista de Illinois nunca fue a la universidad, era un cazador incontenible, gustaba de boxear de modo brutal con sparrings contratados para ello, se encerraba en FincaVigía —su casa en La Habana— a beber de modo incontenible a veces durante meses, ganó el Nobel de Literatura, y a los 62 años se voló la cabeza con una escopeta de doble cañón.

The sun also rises (Fiesta) apareció en 1926, inspirada en las andanzas del autor con un grupo de artistas de diversos países, a los que reunía Gertrude Stein, y a los que acomodó el epíteto de “generación perdida”: Dalí, Pound, Dos Passos, Fitzgerald, Joyce, Picasso, Miró. Se trata de una historia de amor que se las arregla para terminar en Pamplona y las fiestas de San Fermín. El manuscrito resulta famoso porque muchos de los amigos de entonces de Ernest lo revisaron e hicieron sugerencias y correcciones que el autor consideró sin concederles crédito a sus amigos. Cuenta Bioy Casares que Borges no mostraba respeto por el trabajo de Hemingway, aun cuando el estadunidense había sido premiado con el Nobel. ¿Por qué? Decía Borges que nada bueno podía esperarse de un hombre que gustaba de matar animales.

De vuelta a la maldad, esta vez la polémica puede estar en si las personas malas consiguen obras buenas,Hemingway como ejemplo nada más por el aniversario de su novela. Por una parte pueden anotarse aquí nombres de artistas que de alguna forma hubieran ejercido la maldad: Baudalaire, Jim Morrison, Isadora Duncan, Henry Miller, Jack London y un largo etcétera. Por la otra merece consignarse el pensamiento de Howard Gardner, el sicólogo de Harvard famoso por su Teoría de las inteligencias múltiples, ocho a saber: lingüística, matemática, interpersonal, intrapersonal, espacial, musical, físico-kinestésica y naturalista. Menciono a Gardner porque asegura que la ética es inherente a la inteligencia, y que no es posible encontrar buenos profesionistas que sean malas personas. Ha dicho que para destacar como creativo es necesario salir del mero interés personal para tratar de servir a la necesidad de los demás. Ha propuesto que esta regla parece irse modificando en este siglo, pues la ética pierde terreno entre las nuevas generaciones, así que el concepto mismo de maldad pareciera más dúctil de lo que uno pudiera pensar. La inteligencia depende de cierta dotación cognoscitiva natural, innata, y de la manera en que se usa para lidiar con el ambiente para resolver problemas adaptativos. Gardner propone que no puede hablarse de logros adaptativos si para alcanzarlos procedimos con maldad. Ya sé, más allá de conmemorar a Hemingway, el texto no resuelve en nada la controversia inicial. Tal vez ayude creer, como Gardner, que la creatividad en su forma mejor lograda existe si viene acompañada de cualidades éticas. O tal vez los artistas perversos buscaban modos de compensar con belleza su estructura cerebral perversa.

Twitter: @obenassinif