Longyearbyen es un pequeño pueblo situado en Noruega, en las Swalbard, entre Noruega y el Polo Norte. Aquí, por razones de logística, está prohibido morir.
No se trata más que de una ‘sugerencia’ como medida preventiva, pues la aldea está tan alejada de todo, y además no cuentan ni con servicios funerarios ni con cementerio, que se les pide a las personas ‘prevenir’.
Así, desde 1950, cuando una persona siente malestar o dolencias, se le solicita que se traslade al continente para ser atendido, o por si acaso fallece. Lo mismo se les pide a las mujeres embarazadas, para que sean atendidas y den a luz en otra parte.
En Longyearbyen las temperaturas llegan hasta los 46 grados bajo cero y prácticamente sólo ven la luz del sol cuatro meses al año. Estas son las razones por las que se tomaron estas medidas, las bajas temperaturas no permiten que los cuerpos de las personas fallecidas se descompongan.
Lo que se está permitido es incinerar a la persona fuera del pueblo y luego regresar con las cenizas.
Otro dato curioso sobre este lugar es que están prohibidos los gatos, porque afectan a las aves de la isla.
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Source: Ay Ojon
