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jueves, septiembre 19, 2024

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El regreso de un veterano deportado: la lucha por la reunificación familiar

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Después de 17 años de ser deportado a México, un veterano regresa a California con un permiso humanitario. Héctor López Guillén es el veterano número 96 en beneficiarse de un programa que permite a los militares reunirse con sus familias a través de perdones y permisos humanitarios otorgados por la Administración.

Héctor López Guillén es una de las personas deportadas que ha sido beneficiada por un programa de perdones y permisos humanitarios de la Administración de Estados Unidos, que tiene como objetivo reunificar a los militares con sus familias. Héctor es el veterano número 96 en regresar al país.

Héctor López Guillén, un exmilitar de Estados Unidos que fue deportado a México hace más de 17 años, ha regresado de forma definitiva a California este miércoles. Esto ha sido posible gracias a un permiso humanitario otorgado por el Gobierno de Estados Unidos, el cual le permitirá reunirse con su familia en año nuevo.

López es una persona deportada que se convierte en el veterano número 96 en regresar a Estados Unidos gracias a un programa de perdones y permisos humanitarios de la Administración. Este programa tiene como objetivo reunificar a los militares con sus familias.

López expresó a EFE que si tenía la capacidad para luchar por Estados Unidos y estar dispuesto a dar su vida por el país, entonces también tiene la capacidad para vivir en el lugar que considera su hogar. López hizo esta declaración al cruzar a California junto a su esposa, María Guadalupe Sibrián López, quien es ciudadana estadounidense.

El individuo con experiencia militar, quien contrajo el virus COVID-19 en 20 ocasiones desde el año 2020, expresó su asombro por haber sobrevivido. Mencionó que en varias ocasiones pensó que la única manera de regresar a California sería en forma de cenizas, para ser enterrado, ya que el gobierno estadounidense nunca ha negado este derecho a los veteranos deportados.

El individuo expresó su alegría al saber que podrá volver a jugar golf en un campo en Madera, California, así como visitar el primer restaurante de comida rápida In&Out que abrieron en su localidad.

En este momento, López tendrá la oportunidad de encontrarse con sus hijos, quienes tienen 35 y 30 años respectivamente, y también podrá reunirse con su madre, Gracia Guillén, quien tiene 80 años.

Sin embargo, también recordó las pérdidas que sufrió al ser deportado. Su padre murió en Madera y él no pudo estar presente en ese momento. Además, han pasado 25 años desde la última vez que pudo ver a sus hijos en persona. Aunque se comunican y hablan a través de video en línea, no ha tenido la oportunidad de abrazarlos en un cuarto de siglo.

Mencionó que sus hijos se negaron a ir a buscarlo en el lado mexicano de la frontera debido a la reputación negativa que algunos han dado a la ciudad de Tijuana.

Mis hijos tenían miedo de ser secuestrados. Les recordaba que hasta ahora nadie me había secuestrado ni disparado.

López también se marcha con una mezcla de sentimientos al dejar Tijuana, donde ha residido desde el 20 de diciembre de 2006 después de ser deportado. El Departamento de Veteranos le envía su pensión mensualmente. Aunque no es mucho, es suficiente para vivir en Tijuana. Sin embargo, en California no sería suficiente, por eso algunos están considerando la posibilidad de regresar a Estados Unidos si tienen la oportunidad.

Siento que no pertenezco en mi país de origen. Nací en Michoacán, pero me resulta fácil identificarme como tijuanense. Sin embargo, los habitantes de Tijuana nunca me han considerado uno de ellos. Me tratan como si fuera un extranjero o turista. Incluso, cuando cambio mis dólares, me ofrecen una tasa de cambio desfavorable. Si cometo un error al hablar, me llaman "pocho" de forma despectiva.

Durante un periodo de seis años, López formó parte de las Fuerzas Armadas en una base ubicada en Fresno, California. Además, estuvo cerca de ser enviado a la ocupación de Granada en 1983.

Después de finalizar su tiempo de servicio, cometió un "error relacionado con drogas", como le explicó a EFE, y fue condenado a más de ocho años de prisión. Debido a su buen comportamiento, fue liberado de la cárcel en seis años, pero desafortunadamente fue deportado a Tijuana el mismo día.

Antes de ese momento, nunca había considerado la posibilidad de ser deportado. Le habían dicho que al unirse a las Fuerzas Armadas, automáticamente se convertía en ciudadano. Y sí, como militar y después de haber servido, se sentía estadounidense. Esa es su identidad y por eso estaría dispuesto a dar su vida por su país.

La esposa del hombre ha estado viajando por media California durante más de 12 años para visitarlo en la frontera con México. Ella defiende a su esposo de su delito relacionado con drogas, argumentando que el servicio militar transforma a las personas en guerreros dispuestos a matar o morir.

"Esta experiencia los transforma por completo. Salen de ese lugar con estrés postraumático, propensos a la violencia, la depresión y la ansiedad, y luego buscan una forma de escapar. Sin embargo, si son arrestados, como sucedió con mi esposo, son deportados", agregó.

Según Robert Vivar, quien fundó un centro de ayuda a veteranos en Tijuana y donde López fue subdirector, el regreso del veterano a California es muy importante. Durante los últimos dos años, López ha trabajado arduamente para ayudar a al menos otros 25 veteranos que fueron deportados a regresar a Estados Unidos.

Por otro lado, López afirmó que no va a dejar de luchar por el regreso de los veteranos deportados y que seguirá trabajando en California hasta que todos ellos regresen.

Según datos proporcionados por la Agencia E

Este texto es propiedad de López-Dóriga Digital y está protegido por derechos de autor desde 2014 hasta 2021. Todos los derechos reservados.

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