El presidente de Brasil, Michel Temer, enfrentara su propio futuro
un rostro que lo dice todo, Presidente Michel Temer
SAO PAULO (AP) — Para los mandatarios de Brasil, agosto es el mes más cruel, y uno que ahora plantea un posible desafío insuperable para la presidencia de Michel Temer.
En tiempos modernos, agosto ha sido un mes devastador para muchos presidentes brasileños, 31 días en los que se registraron impugnaciones o renuncias. Uno incluso se suicidó. La predecesora de Temer, la expresidenta Dilma Rousseff, fue destituida el pasado 31 de agosto por incumplir las normas fiscales en su gestión presupuestaria.
Temer enfrenta ahora su propia crisis de agosto, una votación el miércoles en la cámara baja del Congreso sobre si debería ser suspendido y juzgado por una acusación de sobornos que presentó en su contra el fiscal general de Brasil.
Los líderes confían en que podrán añadir a Temer a la lista de víctimas de agosto, ya sea esta semana por la acusación de sobornos o en una probable acusación de obstrucción a la justicia que el fiscal general, Rodrigo Janot, podría presentar este mes. La segunda opción iría acompañada de su correspondiente votación en la Cámara de Diputados.
“Incluso si gana ahora (el miércoles), no se habrá acabado”, dijo Claudio Couto, profesor de ciencias políticas en la Fundaçao Getúlio Vargas, una universidad y centro de estudios de Sao Paulo.
Couto señaló que Temer ha utilizado buena parte de su capital político para ganar apoyos antes de la votación del miércoles, lo que ha incluido prometer miles de millones de dólares en apropiaciones reservadas para muchos legisladores, en un momento en el que el país lucha para salir de su peor recesión en varias décadas.
Temer está acusado de recibir los sobornos de forma indirecta, a través de un confidente al que la policía descubrió cargando una maleta con unos 150.000 dólares en efectivo. El escándalo estalló en mayo, cuando apareció una grabación en la que Temer parecía decir a un ejecutivo de una firma de empaquetado de carne que siguiera pagando dinero por el silencio del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, que cumple una condena de 15 años de cárcel por corrupción.
El presidente ha negado las acusaciones y rechazado de plano las peticiones de que renuncie, que han llegado de todo el espectro político.
Hasta hace unas pocas semanas, el presidente parecía tener un amplio apoyo en la cámara de 513 parlamentarios.
El presidente de la cámara, Rodrigo Maia, aliado del presidente, ha dicho que durante la mayor parte de julio confió en que Temer lograría “una victoria cómoda” en la votación en el parlamento, donde la coalición de gobierno ha conservado fuerza suficiente en algunos temas como para aprobar leyes. Pero según se acercaba el mes de agosto, empeoraban las noticias para el presidente.
La semana pasada, un sondeo de opinión del instituto Ibope indicó que sólo el 5% de los brasileños encuestados apoyaba a Temer.
Para aumentar la presión, el voto de cada diputado será público. El parlamentario tendrá que levantarse, ir hasta el micrófono y decir “sí” o “no” a la suspensión de Temer. Eso podría ser un riesgo para el impopular líder, porque Globo, la principal televisora del país, ha prometido mostrar la votación en vivo sin importar cuánto dure.
La oposición confía en que la perspectiva de tener que apoyar a Temer de forma pública pueda cambiar opiniones en el último momento, especialmente dado que todos los diputados optan a la reelección el año que viene.
Si dos tercios de los legisladores votan contra Temer, sería suspendido durante un máximo de 180 días mientras se celebra un juicio en el Tribunal Supremo Federal, la corte de mayor jerarquía del país. Si es condenado en el tribunal, podría recibir una sentencia de entre dos y 12 años de cárcel. En ese caso, Maia completaría la legislatura, que termina el 31 de diciembre de 2018.
Si dos tercios de los parlamentarios votaran en contra de suspender al presidente, la acusación de sobornos quedaría suspendida.
El patrón de sombríos agostos para los mandatarios brasileños se remonta a la presidencia de Getúlio Vargas. Vargas, que había sido un dictador populista entre 1930 y 1945, fue elegido presidente en 1951 para espanto de sus adversarios, lo que sumió al país en una crisis política. Los generales del país exigieron su renuncia. Vargas terminó disparándose en el pecho el 24 de agosto en el palacio presidencial que aún se alza en Río de Janeiro.
Una década más tarde, Janio Quadros ganó la presidencia por abrumadora mayoría y después conmocionó a los brasileños al renunciar al cargo el 25 de agosto por la postura del país en la Guerra Fría.
El presidente Juscelino Kubitschek, que se esperaba liderase a Brasil para sacarla de la dictadura, murió el 22 de agosto de 1976 en un aparente accidente de tráfico que aún hoy se ve con suspicacia.
El 26 de agosto de 1992, un comité de la Cámara de Diputados recomendó la impugnación del presidente, Fernando Collor de Mello. Renunció unos meses más tarde.
Oliver Stuenkel, que enseña relaciones internacionales en la universidad Fundaçao Getúlio Vargas, estima que hay una posibilidad del 50% de que el gobierno de Temer termine pese a la aparente ventaja del presidente.
“Todos conocemos la tradición de agosto. Es un mes largo y puede pasar mucho más”, dijo Stuenkel. “Si hay una segunda acusación, el riesgo para él será considerablemente mayor”.