Pero puedes entrenar a tu cerebro para tener solo la confianza necesaria y seguir desarrollándote, dicen los psicólogos.
Cuando comencé mi carrera como psicóloga de niños y adolescentes a los 21 años, tuve la suerte de tener una gran mentora, alguien que me enseñó con el ejemplo y me brindó información valiosa. Siempre he aprendido rápido, o al menos eso me parece, y esta instancia no fue la excepción. Estaba ansiosa por aprender tanto como fuera posible, y entre más aprendía, más confianza tenía en mis habilidades y en la profesión que había elegido. Pero esa confianza rápidamente se convirtió en arrogancia, nublando mi juicio y haciéndome más propensa a equivocarme.
Durante mi primer mes de trabajo como su asistente, mi mentora iba a llegar tarde a una sesión y me pidió que le informara a los padres. Flotando felizmente en mi pequeña burbuja de exceso de confianza, le dije que podía comenzar con el paciente en lo que ella llegaba. Ella parecía escéptica, pero estuvo de acuerdo. Para resumir, mi jefa llegó a la sesión, me observó por un momento y finalmente se hizo cargo de todo. Más tarde, cuando me preguntó cómo creía que lo había hecho, respondí que lo había hecho bien (aunque, en el fondo, en realidad pensaba que lo había arruinado).
Entonces, procedió a señalar todas las cosas que realmente había hecho mal, incluyendo mi comportamiento competitivo: una gran falla en una terapia infantil. Estaba completamente segura de que la pequeña porción de conocimientos que había adquirido durante ese mes me había dado todas las habilidades necesarias para ser terapeuta. Mi ego recibió un par de golpes ese día, y con mucha razón.
Resulta que no es raro que los principiantes experimenten este tipo de exceso de confianza. De hecho, un reciente y pequeño estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, explica la premisa de la “burbuja del principiante” que yo experimenté. Carmen Sánchez y David Dunning, los investigadores del estudio, hicieron que cuarenta participantes realizaran una serie de tareas después de haber aprendido solo un poco al respecto. Dunning y Sánchez concluyeron que “aunque los principiantes no empezaron con demasiada confianza en sus juicios, rápidamente escalaron a esa ‘burbuja de principiante’ de exceso de confianza. Esta burbuja es resultado de teorizar demasiado y con muchos errores acerca de cómo abordar la tarea a partir de unas pocas experiencias de aprendizaje”.
La burbuja del principiante está relacionada con las personas que comienzan su carrera siendo muy prudentes en sus decisiones, pero que después rápidamente se vuelven demasiado seguras para su propio beneficio antes de pasar por “la fase de ‘corrección’ en la que la confianza se reduce mientras que el desempeño sigue mejorando”. En términos más simples: los principiantes a menudo comienzan con una feliz e inconsciente ignorancia de lo poco calificados que están. Sin embargo, con solo un poco de aprendizaje, desarrollan un exceso de confianza, incluso algo de pedantería, que los hace vulnerables a cometer más errores en el futuro.
Pero, ¿qué marca exactamente la diferencia entre la confianza —que todo el mundo necesita para tener éxito en cualquier cosa— y el exceso de confianza? ¿Cómo reconocemos cuando ya hemos desarrollado maestría en algo, pero aún seguimos teniendo mentalidad de aprendiz?
“La confianza [se produce] cuando desarrollamos una idea sobre algo. No importa si es correcta o incorrecta, estamos desarrollando algo”, dice Sánchez, “pero cuando no somos propensos o no estamos abiertos a cambiar esa idea, es entonces que la confianza se vuelve exceso de confianza”. En su estudio, concluyeron que un poco de aprendizaje puede hacer que las personas sobrevaloren sus habilidades, un estereotipo que a menudo se atribuye a los millenials.
Por lo regular, los millennials son definidos como la generaciónn del “yo, yo, yo” y se les acusa de ser más narcisistas y tener más privilegios que las generaciones anteriores. Sin embargo, Sánchez, no lo ve así. “No sé si creo que los millennials son más seguros que los Baby Boomers, pero es muy posible que los Baby Boomers tuvieran el mismo exceso de confianza cuando eran jóvenes. La diferencia es que le estamos prestando más atención a esta generación”, dice ella. Y ellos se están prestando más atención mutua; las redes sociales son, después de todo, simplemente una herramienta para revelar cada detalle de nuestras vidas.
Me es difícil aceptar la etiqueta de narcisismo impuesta a mi generación. Es una conjetura demasiado generalizada. Las redes sociales son narcisistas por naturaleza. Pero la diferencia entre el narcisismo y la confianza involucra a la autoestima de la persona. “El exceso de confianza es la sensación genuina de que conoces mejor un tema o que sabes más que otros, mientras que el narcisismo es la defensa contra una autoestima bastante frágil”, dice Jordan Wright, profesor de psicología orientativa en NYU Steinhardt, y psicólogo clínico que trabaja en estrecha colaboración con los millennials en la práctica privada.
Para ser buenos en lo que hacemos (y seguir mejorando), necesitamos un sistema de evaluación realista. “La autorreflexión es una de las cosas que podemos hacer para vencer el exceso de confianza”, dice Wright. Recomienda analizar los éxitos, desmenuzarlos, y trabajar a partir de ese punto. “Tendemos a hacer eso con los fracasos, preguntándonos, ‘¿qué hice que me llevó a esta desafortunada consecuencia?’. En el momento en que miramos hacia atrás en esta cadena de eventos y nos permitimos sentir curiosidad y preguntar cómo podríamos haber hecho las cosas mejor, podemos salir de esa burbuja de principiantes”, dice Wright.
La mentalidad de crecimiento, un término acuñado por la psicóloga social Carol Dweck, implica precisamente eso. Es la creencia de que el cerebro es un músculo que puede ser entrenado, y que la inteligencia, en lugar de ser un concepto fijo, es algo que podemos desarrollar. Las personas que adoptan una mentalidad de crecimiento, en sus carreras e incluso en sus vidas personales, aceptan los desafíos, ven al esfuerzo como el camino hacia la destreza, persisten ante los reveses y aprenden de la crítica.
“Al continuar usando la mentalidad de crecimiento, independientemente de nuestra edad cronológica, estamos adoptando una postura de desarrollo”, dice Sánchez. Y la única forma de crecer es exponerte y desarrollar ideas. Pero, al mismo tiempo, comunicarte con otros para modificar y mejorar tus ideas, y, como menciona Wright, durante cada momento de esa cadena de eventos, cuestionarte tus acciones y tu proceso.
Publicado originalmente en VICE.com
Source: Infobae