En la actualidad, el control parlamentario se fortalece gracias a su estructura democrática, su pluralidad política y su igualdad de género.
En los últimos años, se ha puesto en duda la efectividad del Poder Legislativo (una de las ramas del gobierno) no solo debido a las prácticas culturales arraigadas en su desempeño (como la falta de profesionalización, la producción legislativa y las sesiones, así como su subordinación al Poder Ejecutivo), sino también por el creciente desinterés de los ciudadanos en el Poder Legislativo como espacio de representación. Esto indica que la sociedad se siente poco o nada representada en el Poder Legislativo.
No obstante, independientemente de cómo la sociedad lo perciba, las funciones del Poder Legislativo son de interés público, especialmente cuando se refieren a su relación con los demás poderes, sus mecanismos de control, sus facultades en temas presupuestarios, de fiscalización y de hacienda pública, así como en nombramientos y designaciones. Estos aspectos revelan una parte significativa de la dimensión política que se deriva del control parlamentario ejercido por el Poder Legislativo.
El control parlamentario se refiere a un mecanismo social y político que se origina con el propósito de proteger a la sociedad de posibles abusos por parte del gobierno, incluyendo aspectos como los derechos, los impuestos y el acceso a los recursos sociales. En las democracias modernas y parlamentarias, este control se considera una forma de organización estatal, en contraposición a los sistemas presidencialistas en los cuales el poder legislativo tiene la facultad de ejercer funciones de supervisión y fiscalización del Estado.
Actualmente, el control parlamentario se ve fortalecido gracias a su estructura democrática, plural y equitativa en términos políticos. En la historia del parlamento mexicano, y especialmente en lugares como Zacatecas durante los últimos 10 años, es destacable la inclusión de las mujeres, quienes representan la modernización política y la transformación organizativa del Poder Legislativo.
Estos elementos han dado vida a uno de los aspectos más importantes del control: el debate parlamentario. Por lo general, este es el foco de atención de las minorías y mayorías, ya que el debate tiene un gran impacto político y social en las funciones legislativas. El simple hecho de debatir permite ejercer el control parlamentario en todas las áreas, desde la discusión de proyectos de ley hasta la fiscalización del uso de los recursos públicos y las acciones u omisiones del poder ejecutivo. Por supuesto, la importancia del debate radica en el cuestionamiento de la conducta del poder ejecutivo al implementar marcos jurídicos tanto políticos como económicos y sociales.
Los estudios parlamentarios sobre este tema indican que el objetivo del control no es limitar o coaccionar al Poder Ejecutivo, sino asegurarse de que este cumpla con la voluntad soberana de la sociedad. Por eso, se presentan varios conceptos relacionados con el control parlamentario, como control-sujeción, control-equilibrio, control-garantía, control-inspección, control-dirección y control-responsabilidad. El control parlamentario se origina en las teorías constitucionalistas, que buscan equilibrar el ejercicio del poder en beneficio de la sociedad. Además, el control parlamentario está vinculado con la responsabilidad social y política del Poder Legislativo.
