Paul McCartney es una leyenda. Viva. Sus canciones, las de los Beatles sobre todas las cosas pero también muchas otras de bella factura en su etapa solista, no tienen fecha de vencimiento. Aún así, el caballero del Imperio Británico a los 76 años sigue activo. Y quiere que el mundo lo sepa. Su nuevo-nuevo disco se titula Egypt Station, es el decimoséptimo de su etapa solista, salió el viernes 7 y suma buenas reseñas de la crítica especializada. En gran medida porque lleva marca de origen. Sencillas, entradoras, agradables pero nunca recurrentes, energéticas, sus 16 canciones recrean la magia de uno de los más grandes autores de música pop de la historia.
Acorde a la época y de manera astuta, Egypt Station tuvo el más formidable vehículo de difusión posible en tiempos 4.0 de velocidad comunicativa. La participación de su autor en Carpool Karaoke, el segmento del programa estadounidense The late late show with James Corden en donde el comediante británico sube a cantantes famosos a un auto para cantar con él, registra más de 31 millones de visitas en YouTube y la cifra está aumentando. En este mismo instante.
El formato es muy atractivo pero aquí lo verdaderamente impactante es que él, Sir Paul, es quien aparece. Junto al carismático presentador de los Tony y los Grammy más recientes, recorre Liverpool en un viaje que semeja una línea de tiempo y espacio por la memoria colectiva de millones de personas.
Charlan, se ríen y… Cantan esas canciones de los Beatles que una muy buena parte de la población mundial conoce desde que nació y que acompañan su existencia. El chiste es que en el medio del city-tour se cuela Come On To Me, el primer single del nuevo disco. Satisfacción garantizada: la canción en versión lyric video, ostenta una nada despreciable cifra de vistas en la misma plataforma: un millón y medio. Y contando también.
Egypt Station es el primer disco de Mc Cartney en 5 años. Él toca el piano y el bajo como es usual, pero también guitarra eléctrica, batería, armónica, sintetizadores varios y además programó loops de sonidos pregrabados. Está su banda de siempre de los últimos tiempos, aparece una orquesta, un coro y la notable sección de vientos R&B; Muscle Shoals Horns. Suena a rock, pop y folk según el manual de estilo de su inmenso autor.
“Hay un punto en el cual tenés demasiadas canciones. Hay que hacer algo con ellas, de otra manera mi esposa se volvería loca (‘¿Qué hacemos con todas esas canciones en tu habitación?’). Varias son de una época reciente, sólo había que agruparlas. Así empezó todo, otra vez: ‘Voy a hacer un disco, ya es hora’.”, dijo en una entrevista con la revista inglesa de rock Mojo, en su número de septiembre.
Sigue. “Si querés llamar la atención hoy, hay dos maneras de hacer un disco. Una es contratar un productor que te garantice 10 hits. Como si fueras Taylor Swift… Ahí pensé ‘No estoy seguro si quiero hacer eso’. La otra es intentar hacer un álbum-álbum. Más como concepto, para programar tu cerebro que no todas las canciones tienen que ser un hit. Entonces elegí algunas de las que más me gustaban y trabajé en ellas con la vaga idea de que podía integrar una unidad conceptual o algo así. Con una salvedad: cada vez que pienso en un álbum, en la parte posterior de mi cerebro aparece la frase ‘¿Cómo le vas a poner a este disco? ¿Abbey Road? Ya se hizo'”
Entonces, el “concepto” de Egypt Station surgió a partir de una pintura que el propio McCartney empezó y paradójicamente abandonó, aunque allí quedó la idea de algo “loco” sobre “un lugar”, un “lugar místico” en palabras del autor. Crear un mundo propio y luego darle simplemente un nombre, esa fue la receta. “Quería que empezara con el sonido de una estación, lo cual se conecta con Sgt. Pepper -que comienza con el sonido de una sala de conciertos. Toqué y grabé esas primeras canciones en Los Angeles con el ingeniero de los Beatles Geoff Emerick, que me dijo ‘Esto nos recuerda a algo, ¿no?'”
El productor del disco es Greg Kurstin, alguien que ganó reputación de hit-maker por sus trabajos con cantantes pop del tipo Pink, Kelly Clarkson y Adele. Aunque antes que hits, lo que McCartney quería con el susodicho era “cómo hacer un disco del que se hable en el siglo XXI” según sus palabras. Kurstin es, antes que productor, un músico de conservatorio. Pianista de jazz graduado, para más datos. De ahí su reconocida habilidad para construir un puente sonoro entre la búsqueda del impacto pop y la manera de grabar según los preceptos de la artesanía rock. Una virtud que aquí está felizmente expuesta y con honores.
Además del lanzamiento del disco, Paul está a punto de iniciar una nueva gira mundial que, al menos por ahora, no lo traerá a la Argentina ni a otros países de latinoamérica. Consultado al respecto, Daniel Grinbank aseguró que “el contexto económico lo hace muy difícil. Después de James Rhodes y Roger Waters, mi empresa no tiene proyectos en Argentina hasta saber dónde termina esta crisis”. El segmento 2018 del tour contempla shows en cuatro ciudades de Canadá, luego en Japón y más tarde en Europa (concluirá en diciembre, en Londres). Y desde mayo de 2019, se iniciará en los Estados Unidos.
A los 76 años ya quedó lejos la profecía que parecía marchar indefectiblemente a la categoría de “autocumplida” por aquella canción de los Beatles When I´m Sixty four de la que vivió rehén. Al menos hasta que pasó ese límite de edad. “No creas que no lo pensé cuando cumplí 65”, dice en la misma entrevista de Mojo. “Es la edad en que los trabajadores se jubilan ¿no”, agrega cómplice. Eso quedó atrás. “Mi trabajo es tocar música. Los Rolling Stones siguen tocando. Deben pensar ‘Si Macca todavía puede…'”.
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Source: Infobae