WASHINGTON (AP) — El destino de 800.000 jóvenes inmigrantes se mantenía el jueves en el aire mientras legisladores, funcionarios de la Casa Blanca y el presidente Donald Trump discutían acerca de si se había concretado un acuerdo para protegerlos… y de ser así, cuál es exactamente.
Ante la intensa reacción de los conservadores dentro y fuera del Capitolio, el presidente de la cámara baja, Paul Ryan, y otros representantes republicanos insistieron firmemente en que no se fraguó un pacto que consagre las protecciones para los inmigrantes que fueron llevados ilegalmente a Estados Unidos durante su infancia.
John Cornyn, el segundo republicano de mayor rango en el Senado, definió la situación de esta forma: hubo “un acuerdo para llegar a un acuerdo”.
El mismo Trump dijo que estaba “bastante cerca” de un pacto que protegería a los jóvenes “dreamers” y al mismo tiempo añadiría seguridad en la frontera, siempre y cuando se discuta por separado su promesa de levantar un muro en la frontera con México.
Los líderes demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer —cuya cena con Trump la noche del miércoles estaba en el centro de la controversia—, insistieron en que se habló de e incluso se llegó a un acuerdo sobre un proyecto de ley que ofrecería a la larga la ciudadanía a dichos inmigrantes.
“Acordamos que sería la Ley para el Desarrollo, Asistencia y Educación para Menores Extranjeros (DREAM Act)”, dijo Schumer a la prensa, refiriéndose a la propuesta bipartidista que permitiría que los inmigrantes que fueron llevados ilegalmente a Estados Unidos durante la infancia puedan iniciar el proceso para obtener la ciudadanía en un lapso de cinco años si cumplen con ciertos requisitos.
Pero una persona con conocimiento del encuentro dijo que el mandatario no había accedido al DREAM Act, sino a una propuesta diluida que perpetuaría las protecciones que ofrece el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que estableció el presidente Barack Obama.
Lo que quedó claro es que el destino de los “dreamers” sigue sin resolverse y aún está sujeto a mucho más debates y negociaciones, y que las políticas migratorias, que durante años han derrotado al Congreso, siguen siendo tan polémicas y difíciles como siempre.
Tras ganar la presidencia con una campaña que fue notablemente dura hacia los inmigrantes y giró en torno a la construcción de un enorme muro a lo largo de toda la frontera con México, el repentino giro de Trump enfureció a algunos de sus aliados más cercanos, y parece contar con el potencial para alejar de sí a su base fundamental de simpatizantes más que con cualquier otro de sus movimientos poco convencionales.
“Durante su campaña fue tan explícito en el tema de la frontera y la seguridad fronteriza que si se retractara de esa promesa no creo que pudiera conservar a un solo amigo en el país. Los demócratas no lo van a apoyar y perdería a toda la base republicana”, dijo el representante republicano Tom McClintock. “Esta fue una promesa explícita y muy gráfica que le hizo al pueblo estadounidense”.
“En este momento, ¿quién NO quiere que Trump sea sometido a un juicio político?”, preguntó la comentarista conservadora Ann Coulter en Twitter.
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Los periodistas de The Associated Press Catherine Lucey, Jonathan Lemire, Kevin Freking, Andrew Taylor, Alan Fram y Matthew Daly contribuyeron.
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