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martes, octubre 1, 2024

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“Dejé la universidad para casarme a los 18 años… y me divorcié a los 19”

Taylor estaba segura de su decisión de casarse con su amor de secundaria y a quien estaba segura que amaría y acompañaría por el resto de su vida. Sin embargo, las cosas no se dieron de la forma que esperaba y se dio cuenta que debía dejar de aplazar sus propios deseos y objetivos en pos de los demás.

Aunque Taylor se siente un poco avergonzada de lo que pasó, sabe que no hay razones para sentirse así. Algunas cosas simplemente no funcionan y “así es la vida”, dice.

Te invitamos a revisar su testimonio, que entregó a la revista Seventeen en su versión para Estados Unidos:


“Siempre era la chica que iría a la universidad. Todos en mi familia sabían que iría. Así que después de que quedé en la universidad de mis sueños en Carolina del Sur, todos se sorprendieron de que me casara inmediatamente. Pero lo que pasó después de que mi novio y yo dijésemos “Sí” fue el mayor shock de todos.

Mi ex esposo Albert y yo crecimos juntos, pero no nos hicimos cercanos hasta un día en diciembre cuando yo estaba en primero de secundaria y él en último año. Estaba bebiendo un té helado en el bus de vuelta de la escuela.

Cuando el bus se detuvo bruscamente, me golpeé contra el asiento delantero y le escuché riéndose detrás mío. Recuerdo pensar Wow, esa es una sonrisa a la que me podría acostumbrar. Él tenía la sonrisa más bella con hermosos dientes blancos.

Nos mandamos mensajes sin parar por los siguientes 10 días. Él me invitó a salir oficialmente en un mensaje de texto en Navidad. Era como: ¿Sabes qué haría mi Navidad realmente genial? Que te pudiese llamar mi novia. Los siguientes años pasaron muy rápido. Yo era porrista y aunque nuestro equipo de fútbol era muy malo, me veía actuar en cada juego y me traía Gatorade azul y Skittles después de cada rutina.

Hubo un poco de drama de secundaria y rompimos un par de veces, pero a medida que se acercaba mi graduación, supe de seguro que estaba allí para el largo plazo: hacíamos todo juntos, amábamos a nuestras familias y hablábamos emocionados de nuestro futuro.

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Taylor Gamble

Albert hizo planes para unirse a la milicia, y yo no podía imaginar no estar a su lado.

Tres meses después de que terminé la secundaria, él me propuso matrimonio.

El 25 de noviembre de 2015 Albert y yo nos casamos. No tenía un vestido de novia ni una increíble recepción o nada como eso, pero solo estar con Albert era suficiente para mi. 15 o 20 de las personas más importantes de nuestras vidas nos vieron intercambiar nuestros anillos de matrimonio y decir “Sí”.

Todo ese “Ahora puede besar a la novia” se sintió como una película. Después, nuestros padres nos hicieron una fiesta en un restaurante local y tuvimos una pequeña luna de miel en un hotel cerca de la playa. Fue el día más feliz de mi vida.

Una vez que nos casamos, me sentí súbitamente más vieja. Cuando Albert y yo íbamos a restaurantes, notaba a las meseras mirando mi anillo y mi cara, tratando de saber mi edad. Nadie cree que tengo más de 16. Decían: “oh, se casaron muy jóvenes”. Y supongo que fue así, pero nada cambió realmente. Esa primera semana fue maravillosa.

Una semana después de la boda, los militares ubicaron a Albert en California. No podíamos mudarnos a la base inmediatamente, así que estuvimos apretados en un hotel por nuestras primeras siete semanas. Fue un infierno. Había un microondas, pero no había cocina, así que compramos una pequeña parrilla portable para hacer hamburguesas y pollo. Eso era todo lo que podíamos cocinar.

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Taylor Gamble

Gasté los 7 mil dólares que había ahorrado como mesera en nuestra habitación, nuestro auto, y nuestras comidas. Me amargaba un poco gastar ese dinero, pero estábamos casados. Pensé que lo mío era suyo y lo suyo era mío. Estaba feliz de ayudarlo.

La vida no mejoró una vez que nos mudamos a nuestra casa en la base. Podíamos vivir sin pagar renta, pero el lugar era un desastre. El baño estaba tapado siempre; la ducha nunca funcionaba.

Albert trabajaba desde 6:30 o 7:00 de la mañana hasta las 6:00 de la noche. Busqué un trabajo, pero nadie me contrataba. Y ya que no había postulado a ninguna universidad en California, no podía asistir.

Eso significó que estaba sola todo el día, cinco días a la semana -a veces siete días a la semana si el tenía que trabajar los sábados y domingos. E incluso después de que él llegaba, iba al gimnasio o estaba muy cansado. Estaba muy sola. Conocí un par de esposas de militares, pero eran mayores y tenían hijos. No me podía identificar con ellas.

Para mantenerme ocupada, veía Netflix. Mucho Netflix. Grey’s Anatomy, Gossip Girl, One Tree Hill, House of Cards.. básicamente todo. Mi hermana Tara hablaba conmigo todos los días por FaceTime. Yo limpiaba la casa, iba a la tienda de la base por verduras más baratas y buscaba recetas de tacos y pollo y salmón. Era básicamente una dueña de casa, sin los niños.

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Taylor Gamble

La soledad apestaba, pero la otra parte dura era que nunca discutíamos mi educación o mi carrera. Yo había pospuesto la universidad y dejado a mi familia y amigos atrás a los 18 años para mudarme al otro lado del país a apoyar la carrera militar de mi esposo, pero no podíamos hablar siquiera de lo que yo quería de la vida. Su foco estaba en su nueva vida.

Yo investigué programas de certificados, donde iría a la escuela por nueve meses y me convertiría en una asistente de médico, y le presenté los pros y los contra junto a su costo. Pero él continuaba mostrando el dinero y diciendo que no podíamos permitírnoslos. Y eso era todo.

Cuando me casé, pensé que estaría casada para siempre. Estoy muy orientada a la familia: Albert y yo queríamos comenzar a tener hijos en nuestros veintes. Queríamos tener un perro e ir a los juegos de los niños juntos y pasar el resto de nuestras vidas enamorados. Fantaseábamos con nuestro futuro todo el tiempo.

Pero la vida en California era dura. Vivíamos literalmente en un desierto -no había una mancha de pasto y teníamos que viajar 45 minutos solo para encontrar el restaurante más cercano. Teníamos poco dinero así que no podíamos viajar ni hacer nada especial. Yo había asumido que las familias de militares hacían dinero, pero era una lucha. La tensión comenzaba a afectarnos.

Cuando estábamos juntos, nos sentábamos en la casa por horas, sin hablar. Él jugaba sus videojuegos y yo miraba Netflix o hacía cena. Era un poco incómodo.

Sabíamos que nuestra relación iba cuesta abajo y tratamos de salvarla. Una vez a la semana, no importaba cuán cansados estábamos, teníamos una “noche de cita”; cenábamos y veíamos películas juntos. Teníamos largas, duras, conversaciones sobre nuestros sentimientos. Y hacíamos amigos que vivían fuera de la base. Ir a barbacoas y fiestas en la piscina con esos amigos ayudó a nuestra relación a mantenerse a flote por el tiempo que lo hizo. Pero dentro, estaba comenzando a sentirme menos y menos conectada con Albert.

En junio, luego de seis meses de vivir juntos, Albert y yo acordamos que yo debía volar de vuelta a Nueva Jersey a la graduación de secundaria de mi hermana y pasar el verano haciendo dinero en mi trabajo de mesera.

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Taylor Gamble

Mi plan era guardar suficiente dinero para hacer mi vida con Albert más fácil, luego volar a California en agosto. Pero mientras estaba en casa por el verano, Albert y yo tuvimos una enorme pelea por FaceTime. Las cosas se pusieron dañinas, así que le dije que necesitaba espacio. No hablamos por los próximos dos días.

La próxima vez que hablamos, fue como si todos nuestros asuntos de California saliesen a flote. Finalmente, estaba cansada. No podía hacerlo más. No queríamos estar más juntos.

Albert voló de nuevo a Nueva Jersey una o dos semanas después porque su papá estaba pasando por una cirugía. Nos encontramos para hablar. La conversación se estiró por horas, pero finalmente llegamos a la misma conclusión: nos amábamos, pero no estábamos enamorados.

Nuestro matrimonio no podía anularse, así que ahora estamos separados. No hablamos más. Estamos ahorrando dinero para divorciarnos legalmente, pero es caro. Toma tiempo. Por la primera vez desde que tengo 14 años, Albert y yo no estamos en nuestras vidas.

No fue fácil decir a todos lo que había ocurrido. Al principio, le dije a mi mamá y mi hermana. Ni siquiera mi papá sabía del divorcio. Cuando me encontraba con personas que me preguntaba por mi y por Albert, les decía que todo estaba bien entre nosotros, solo porque era más fácil que explicar la verdad.

Pero lentamente, a medida que pasaban las semanas, comencé a abrirme sobre lo que realmente había pasado. Algunos amigos me dijeron que debía tratar de nuevo con Albert, pero las personas más cercanas a mi -como mi hermana y mi amiga Macie- sabían todos los detalles escabrosos de nuestra relación. Ellas comprendieron que Albert y yo teníamos que hacer lo que nos hiciera felices.

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Taylor Gamble

Estoy avergonzada por lo que pasó. Siento que fallé en algo, aunque sé que no es realmente verdad. No todo en la vida funciona. Así es la vida.

A veces me siento y pienso wow, ¿qué estaba pensando?, no me arrepiento, porque realmente lo amaba, pero pienso en dónde estaría hoy si no hubiese pasado todo ese tiempo y energía enfocándome en su carrera. ¿Qué habría pasado si habría pasado todo ese tiempo y gastado esa energía en mi propia carrera? ¿Cómo luciría mi vida hoy? En el futuro, tengo que poner la vara alta para mí misma y nunca rendirme en mis sueños”.

¿Qué te parece la historia de Taylor?

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Si deseas ver el contenido completo o mas dale click en el enlace de abajo.
Post y Contenido Original de : UPSOCL
http://www.upsocl.com/comunidad/deje-la-universidad-para-casarme-a-los-18-anos-y-me-divorcie-a-los-19/
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