Tras dos semanas del triunfo electoral obtenido por el Movimiento Valparaíso Ciudadano (2) que llevó a Jorge Sharp como alcalde y la elección de dos concejales para el Concejo Municipal, poco a poco los discursos eufóricos y autocomplacientes debieran dar paso a la sobriedad y a la morigeración analítica. Por lo menos eso está ocurriendo en un sector del Movimiento muy lejos de los medios de comunicación y que se ha manifestado escasamente en las redes sociales. Y es que “la realidad se les puede reventar en la cara y no veo que todos tengan la claridad suficiente para entender eso” señala un antiguo luchador porteño con vasta experiencia en la militancia de causas sociales y políticas, a diferencia de la gran mayoría de “los nuevos rostros” que se han ido haciendo conocidos esta última semana gracias a la prensa inmediatista.
La preocupación que ronda hoy en día pone en alerta sobre una diversidad de temas que van desde “no creerse el cuento tan fácilmente”, pasando por la viabilidad del Movimiento “que es una bolsa de gatos”, hasta la “puesta en práctica del Programa y la planificación de la gestión municipal que se encuentra ad portas”. Y es que en efecto el desafío que se viene no es menor, en el entendido de que si bien había luces de esperanza sobre tener un buen resultado electoral, la gran mayoría no tenía contemplada una victoria, menos del modo en que se dio.
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A lo anterior, podemos sumar otros temas de profundo interés ciudadano. Todos en correspondencia directa con la madurez del Movimiento. Y es que la relación entre el Programa propuesto por el Movimiento Valparaíso Ciudadano, los discursos esgrimidos por sus representantes durante la campaña y después de ella, y la duda legitima que nos cabe sobre la interpretación que han estado haciendo de la historia social de Valparaíso –declarada a través de medios de comunicación y redes sociales- ponen de manifiesto la necesidad de colocar elementos de discusión que puedan poner en su justo lugar la historia de los movimientos sociales porteños.
Por lo pronto, señalaremos dos situaciones de las que tenemos que advertir y de las que esperamos que el Movimiento pueda reflexionar críticamente: en primer lugar, como de manera ligera algunos integrantes del Movimiento Valparaíso Ciudadano, y en especial del Pacto Urbano La Matriz, le atribuyen rasgos fundacionales y de excepcionalidad a sus acciones electorales, lo cual les lleva a sobrevalorar su rol histórico en el complejo devenir porteño. Y en segundo lugar, como el Movimiento se ha sobrepoblado de argumentaciones y objetivos construidos sobre la base de la idea de “recuperar Valparaíso para que vuelva a ser como antes en sus años de gloria y en su época de vanguardia”, elucubraciones con poco asidero histórico-social y mucho más cercanas a las interpretaciones de la denominada “Historia Oficial”. Como adelanto, solo señalar que en los periodos de “mayor auge comercial y riqueza” experimentados durante el siglo XIX, Valparaíso no fue sino la ciudad-puerto con mayores tasas de mortalidad infantil del mundo donde, obviamente, la gran mayoría de los niños que morían eran pobres.
NO CREERSE EL CUENTO TAN FÁCILMENTE
El llamado a “no creerse el cuento” hace referencia justamente tanto a cómo enfrentar el triunfalismo –normal por lo demás- vivido en las primeras horas post eleccionarias y en cómo poner en tono justo y racional las tentaciones propias derivadas de la hiperventilación producidas por el éxito. Al respecto, la ya icónica frase “se acabó el duopolio” lanzada por un emocionado Jorge Sharp coincidía temporalmente con la aplastante y triste derrota que Josefa Errázuriz sufría en la comuna de Providencia a manos de su principal contendora, la ultra derechista Evelyn Matthei, hija y heredera política de uno de los ex miembros de la Junta Militar dictatorial, Fernando Matthei. Y es que hace cuatro años el esperanzador triunfo de Josefa Errázuriz ponía en boca de sus animados adherentes frases tales como “se acabó el fascismo en Providencia” o “llegó la democracia a la comuna”. Hoy en día, la reflexión en torno a la derrota en Providencia está en pleno proceso.
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Del mismo modo, el silencioso análisis politológico local cercano a algunas de las fuerzas sociales integrantes del Pacto Urbano La Matriz -principalmente las de origen social y cultural más popular, y con mayor experiencia política- ya puso la alerta sobre que en realidad lo que ha triunfado en Valparaíso es la desafección política, materializada ésta en la altísima abstención de votos ocurrida (en torno al 70%), y no las propuestas del “Programa Abierto para un Gobierno Comunal” presentado por el Movimiento Valparaíso Ciudadano. En términos concretos, esto implica tomar conciencia de que la desafección como fenómeno político-cultural viene golpeando por igual a todos los referentes políticos –tradicionales y no tradicionales- desde principios del siglo XXI, y que si bien en las presentes elecciones el panorama fue bastante más desolador para la derecha y la Nueva Mayoría, lo anterior no supone desatender este problema, fundamentalmente porque la cultura política porteña no está estudiada a cabalidad ni en sus tendencias ni aspiraciones.
Efectivamente, si bien se conocen los intereses que ciertos grupos de poder manifiestan en el plano político-económico (2) y en el plano puramente político (3), no hay investigaciones empíricas que den a conocer las identidades políticas existentes en la diversificada geografía porteña, sobre todo las de la parte alta de los cerros de Valparaíso y la de los “nuevos barrios” de Placilla. A la fecha, solo contamos con apreciaciones que derivan del análisis preliminar de los resultados electorales que señalan que “de los cerros no bajó a votar la pobla…” y que “parte de la derecha votó por Sharp”, lo cual hace sospechar que si “la pobla hubiese bajado a votar habría ganado DJ Méndez” o que si la derecha “hubiese presentado un candidato menos desgastado otra suerte habría corrido el sector”. Sin embargo, todas siguen siendo sentencias especulativas carentes de datos precisos y que no responden a la necesidad de conocer las culturas políticas presentes en Valparaíso. El tema es bastante más complejo que la pura coyuntura electoral.
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Por otro lado, pero en sintonía con lo anterior, ha surgido una particular preocupación devenida del análisis hecho sobre la desafección política porteña: la aprensión que ciertos grupos con mayor experiencia política dentro del Pacto Urbano La Matriz tienen respecto de ciertos profesionales de clase media integrantes del mismo Pacto, cuyo discurso tiende a tener matices importantes de apoliticismo y de liberalismo económico (4), lo cual resulta atractivo para gente poco enterada de las diferencias ideológicas, discursivas y conceptuales entre el neoliberalismo y el comunitarismo, puesto que el habla fácil y “buena onda” de los liberales suele ser envolvente. Sobre el tema, lo más preocupante es que al sector apolítico y liberal no le importe la desafección y la deje pasar como algo natural y propio de gente que no le interesa la política.
LA “BOLSA DE GATOS”
Los primeros indicios públicos respecto de lo que realmente implica trabajar en la diversidad al interior del Movimiento, se dieron a conocer el sábado 29 de octubre del 2016 en la revista del Sábado del Mercurio de Valparaíso. En ella, quedaron en evidencia algunos elementos de tensión existentes -del todo naturales además- si consideramos que en ese espacio no solo confluye un crisol de personalidades de las artes, intelectuales orgánicos, ecologistas, militantes de agrupaciones de izquierda, organizaciones sociales y colectivos con pensamiento comunitario; sino que también un conjunto de intereses que van desde sujetos con afán de reconocimiento individual, ciudadanos independientes alejados de los avatares de la política, desencantados de la política tradicional, profesionales liberales y varios más.
De todo lo señalado en la revista del Sábado de El Mercurio de Valparaíso, nos quedamos con dos frases para el bronce. La primera nos dice: “ellos aportaron un componente de transversalidad y diversidad que fue clave. Creo que, por lo menos al inicio del proceso, ellos fueron muy importantes”. Esta frase, obra de Jorge Sharp, para cualquier entendido en análisis de contenido puede transformarse perfectamente en una joyita, ya que por obviedad el modo diplomático con el que Sharp se refiere a la gran cantidad de visiones de mundo e intereses que se veían representados en el Pacto Urbano La Matriz, no es sino un esbozo de preocupación sobre un grupo auto-convocado con el único objetivo de crear una plataforma de candidatura única al municipio y así sacar al “duopolio” del gobierno local, mote que hace referencia a la mala gestión y a la dudosa forma de operar que los alcaldes de derecha y ex-concertación (ahora Nueva Mayoría) tuvieron al momento de encabezar el municipio de Valparaíso. El análisis dice que en su origen el Pacto no tenía una proyección más que lo señalado.
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Sin embargo, la parte de la frase que plantea que el Pacto Urbano La Matriz fue importante más que nada “al inicio del proceso”, da cuenta de un problema mayor aún, y este es -en palabras de un dirigente vecinal activo- que el Pacto Urbano La Matriz no sería más que “una bolsa de gatos”. Sobre el tema, los detalles sobre las distintas fases electorales que vivió el Movimiento Valparaíso Ciudadano nos pueden servir de referencia. Veámos cuales fueron:
El desarrollo de las acciones previas a la definición de los candidatos que irían a las primarias ciudadanas se desplegaron en el campo de la disputa táctica, en la que las agrupaciones con estructura política –dentro y fuera del Pacto Urbano La Matriz- lograron sumar a última hora a un candidato definidamente de izquierda (5).
Los resultados de las primarias consiguieron discernir entre dos tendencias fortísimas y emparejadas electoralmente: las agrupaciones de izquierda representadas por Jorge Sharp (1703 votos, 32,28% del total) y el sector compuesto por profesionales liberales, apolíticos y gente con experiencia política-social reciente representado por Daniel Morales (1675 votos, 31,75%). Y si bien más atrás llegaron John Parada (1415 votos), Lorena Colivoro (303 votos) y Cecilia Gutiérrez (157 votos), es evidente que las posturas mayoritarias se concentraron en la representatividad que da la izquierda militante y el apoliticismo liberal. Todo lo anterior, a pesar de que Lorena Colivoro representaba los intereses del Partido Humanista, y de que John Parada –antiguo simpatizante de partidos de la Nueva Mayoría y ex militante del Pro- comenzara su preparación para la campaña electoral con varios años de antelación y a la cual le impuso un estilo personalista bastante atractivo para agrupaciones vecinales que necesitaban de un abogado que les defendiera del avasallamiento inmobiliario.
Y es que el triunfo de Jorge Sharp no fue fácil de masticar para el Pacto Urbano La Matriz, ya que el trabajo individual que venían haciendo por años algunos de los candidatos pertenecientes al Pacto, más la intención de crear un referente único y fuera de la militancia política -antes incluso de las elecciones del año 2012 (6), significó un balde de agua tibia –no fría- para buena parte de sus integrantes. Por lo mismo, las demostraciones de ofuscamiento y desazón fueron muy rápidas: los epítetos de traición, quites de saludos y la profusión de rumores con diversa intención corrieron a los pocos días sobre algunos destacados militantes de izquierda que pertenecen al Pacto. Ese hecho llevó a analizar con mayor profundidad a los sectores activistas con experiencia militante, sobre quienes eran realmente sus socios perdedores, a los que terminaron por definir como personajes de “estilos individualistas y egocéntricos”.
Pero por la vereda contraria también surgen frases para el bronce. Para el caso, el aporte lo pone Justo Pastor Mellado, reconocido curador que ha sobrellevado una tirante relación con Valparaíso. Y lo hizo también en la revista del Sábado del Mercurio de Valparaíso (29 de octubre del 2016): “Hay gente como Marcelo, mi hermano, que está realmente comprometida y quiere el cambio. Yo creo que ellos van a ser barridos por un sector que se metió en la campaña y que tiene una voracidad extraordinaria. Me refiero a la gente vinculada a la Izquierda Autónoma. Porque los profesionales que hay en La Matriz son liberales y quieren que Valparaíso se transforme porque quieren hacer buenos negocios. Eso está muy bien, pero esto no es un movimiento social. Es una alianza de campaña electoral”.
Lo argumentado por Justo Pastor Mellado sobre Izquierda Autónoma es, desde nuestra perspectiva, el reverso interpretativo que ha realizado la izquierda militante sobre el sector liberal del Pacto La Matriz, es decir; prejuicios y aprensiones que son propias de alianzas electorales instrumentales y no de movimientos sociales. En este punto –el pacto electoral instrumental- coincidimos con el curador Mellado.
En lo que no coincidimos es respecto de quienes hay que tener mayor cuidado respecto de su voracidad, pues desde nuestro conocimiento la militancia de izquierda en el Movimiento Valparaíso Ciudadano no tiene conflictos de interés de ningún tipo –la mayoría son trabajadores, estudiantes y profesionales sin incidencia en el mundo de los negocios, cuestión que sí podemos poner en duda respecto de los miembros liberales del Pacto, debido a que muchos de ellos no logran visualizar la enorme contradicción que hay en mezclar política y negocios (7). De hecho lo naturalizan.
Y es aquí donde le recomendamos a Jorge Sharp y Gabriel Boric frenar su ímpetu sobre convertir a Valparaíso en plataforma proyectiva de la experiencia electoral en otros territorios. Esto, pues si bien hubo una campaña bien hecha con resultados electorales positivos, todavía queda camino por recorrer y este es el que debe caminar Jorge Sharp con sus socios del Movimiento Valparaíso Ciudadano en el gobierno municipal.
LA PUESTA EN PRÁCTICA DEL PROGRAMA MUNICIPAL EN TERRENOS DEL DUOPOLIO
Tras el triunfo electoral todos nos creemos asesores de Sharp. Y es que a través de la prensa, los recados personales y los comentarios en redes sociales se ha producido una erupción de recomendaciones sobre cómo se debe llevar a cabo la gestión municipal. Incluso el siempre cuestionable Jorge Castro, junto con desearle una buena gestión al alcalde recién electo, le ha mandado un par de recados del tipo “ojalá que le vaya bien, pero ya veremos, otra cosa es con guitarra” o “vamos a ver si esos 200 puntos del programa (…) serán posibles, porque la ley da instrumentos en la administración, que solo una vez estando aquí, en la dirección, se dará cuenta” (8). Lo anterior, como si su gestión fuera parámetro a seguir. Finalmente Jorge Castro no entendió nada de lo ocurrió y eso que tiene aspiraciones parlamentarias.
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Hay quienes llevan décadas en el movimiento social porteño y no están siendo considerados, pese a su experiencia en los conflictos sociales y municipales de las últimas décadas en Valparaíso. Hablo de las recomendaciones que puedan hacer el abogado y antropólogo Pablo Andueza, el ingeniero comercial y economista Camilo Vargas Koch, el dirigente social Jorge Bustos, el biólogo Salvador Donghi, el geógrafo Luis Álvarez, los trabajadores sociales Nelson Arellano, Luis Vildósola, Oscar Dávila y Astrid Oyarzún, el arquitecto Juan Mastrantonio, el basurólogo porteño residente en España, Jaime Muñoz Jofré y el periodista Álvaro Álvarez. Todos profesionales y académicos de éxito comprobado, enterados de los temas no solo desde la teoría, sino que también desde la práctica en el complejo terreno de lo público, en especial del municipal. A todos ellos, teniéndolos de su parte, Sharp podría responderle a Jorge Castro “en efecto, otra cosa es con guitarra”.
Sin embargo, es probable que lo que aparezca en el municipio no sean estos profesionales de primer nivel, por lo que aprovecharemos este espacio para volcar algunas ideas surgidas de las conversaciones con algunos de ellos.
Una prioridad es examinar el programa y la agenda contemplada en él a la luz de la realidad. Y es que se entiende que el programa sea una declaración de buenas intenciones, pero cuya efectividad se pone en cuestión ya que en términos prácticos la legislación chilena ‘no acompaña’ la ‘visión local’, además de que buena parte de los municipios se encuentran absolutamente desfinanciados. En concreto, en un Estado ultra-centralizado como el de Chile, las posibilidades de gestionar por mutuo propio son muy difíciles. Por lo demás, Valparaíso es un municipio quebrado (9), con 800 trabajadores de planta heredados de las gestiones municipales anteriores, y en el que hay que esperar aún las plantas que dejará aseguradas Jorge Castro antes de su salida.
Sugiero que las prioridades tienen que surgir del diagnóstico que catalizó la unión del Movimiento: las catástrofes desatadas del tipo geográfico y del tipo financiero. En Valparaíso, no hubo solo un mega incendio como el del 2014, sino que varios más habían ocurrido antes (Rodelillo por ejemplo) y otros tantos ocurrieron después. El recuerdo es brutal al respecto.
Considerando lo señalado, las prioridades deberían ser:
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asegurar que la ciudad no esté tan vulnerable a las catástrofes producidas por incendios y otros riesgos de mega eventos como los de un Tsunami. Eso implica crear un Plan especial para asumir la vulnerabilidad y revisar las iniciativas que se quieren implementar en el borde costero.
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Transparentar las finanzas del municipio sobre cuánto se debe y en que se gasta de verdad, y medir cuál es el grado de dependencia respecto del Estado (Subdere principalmente).
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No realizar cazas de brujas al interior del municipio sino intentar hacerlo funcionar de la mejor manera posible. Es sabido que Valparaíso es un municipio pésimamente mal gestionado (10). Por lo mismo, lo anterior no significa que se deban dejar de aplicar sumarios a funcionarios cuando amerite.
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Generar una buena estrategia comunicacional para manejar expectativas de manera adecuada, y así evitar juzgamientos y posteriores pasadas de cuenta. Nos llamó la atención cuando durante la última semana a través de la prensa vimos a Jorge Sharp decir “ lo de la basura es fácil”. Ese es un craso error pues ya se casó con un tema sensible para la ciudad y para nada fácil de tratar técnicamente, sino pregúntenle a Jaime Muñoz Jofré, porteño doctor en Basurología que trabaja en el asesoramiento de ayuntamientos en España y otros lugares del mundo. Además, no se conoce en plenitud el contrato con la empresa de recolección de basura, en la que hay mucho gato encerrado y vaya a saber uno con que sorpresas se pueden encontrar.
5) Desarrollar modelos de co-gestión con la sociedad civil organizada sobre temas de relevancia para la comuna. Un ejemplo concreto es la administración del sitio Patrimonio Mundial de la Humanidad, en la que el municipio ha demostrado problemas de gestión graves, y en donde los técnicos de la sociedad civil organizada conocedores del tema (casi todos fuera del Pacto Urbano La Matriz) pueden realizar un aporte sustancial y claro.
6) Apoyar la revisión profunda y a todo nivel de los mega-proyectos que se están programando en Valparaíso como son el proyecto Mall Barón; las intervenciones en la bahía de Valparaíso como construcción del Terminal 2 (T2). Todos, sin excepción han recibido críticas en la forma y en su fondo de parte de la ciudadanía organizada.
INCORPORAR LA HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES AL PROGRAMA
Por otra parte, queremos aclarar que con la Sostenibilidad no se juega. Al respecto, el Programa presentado por el Movimiento Valparaíso Ciudadano planteó en varios puntos elementos asociados a la Sostenibilidad, sobre todo urbana. Y es que en este punto el Programa tiene una deuda con la historia movimentista de Valparaíso, ya que no recoge los paradigmas y enfoques que enarbolaron los movimientos sociales porteños durante la década de 1990 y buena parte del siglo XXI. Es como si el Programa hubiese sido redactado por buenos técnicos, pero ajenos a la historia de los movimientos sociales porteños. Y aquí es donde echamos de menos el “Derecho a la Ciudad” pregonado por los cercanos al arquitecto Mastrantonio; la idea de incorporar a Valparaíso a la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE), tras haber obtenido el reconocimiento como Patrimonio Mundial de la Humanidad, debido a la alta participación social experimentada durante la primera década del siglo XXI, y la posibilidad de traer la experiencia de La Ciudad de los Niños de Francesco Tonucci, en la que a la niñez se le quita la mirada infantilizada y se le pone como sujeto social activo y constructor de ciudad. Todos, paradigmas con posibilidades concretas que no se limitan a cuestiones técnicas, apropiadas y poéticamente correctas, como pedir Mar para Valparaíso. Aquí estamos hablando de generar el soporte epistemológico y argumentativo para ejercer de modo participativo los derechos humanos vinculados a lo urbano, incluyendo la gobernanza, tema que está hoy en día en boca de todo urbanista tirado a demócrata.
Igualmente, durante la última semana de campaña electoral, específicamente entre el 17 y 20 de octubre, se desarrolló la Cumbre de Habitat III en Quito, referida a la agenda para la ciudad sostenible. Es muy probable que el Movimiento Valparaíso Ciudadano no haya podido reparar en esta situación. Sin embargo, sus definiciones son claras para argumentar frente al Estado central sobre qué se está discutiendo en el mundo y sobre el por qué surge la necesidad de generar alianzas entre los niveles central y local en lo que a la mejora de la gestión municipal se refiere.
“QUEREMOS RECUPERAR VALPARAÍSO” ¿RECUPERARLO DE QUÉ?
El hecho de que el Movimiento Valparaíso Ciudadano no haya puesto en su programa aquellos paradigmas con los que los movimientos sociales porteños enfrentaron al Estado central y al “duopolio” en años anteriores, nos lleva a un problema mayor, y esta es la interpretación tendiente a buscar en la historia oficial las respuestas sobre cómo se ha desarrollado Valparaíso a través del tiempo, hecho que podemos constatar tanto en lo discurrido por la prensa como en las redes sociales.
El mejor ejemplo fue la frase que Jorge Sharp lanzó al aire con mucha soltura en el programa de TVN El Informante (26 de octubre del 2016), en el que dijo que “cuando hablamos del problema de Valparaíso básicamente hablamos del rol que han tenido los partidos tradicionales en estos 30 años donde Valparaíso ha terminado transformándose no en una ciudad de vanguardia a nivel nacional e internacional como ha sido en su pasado, sino que en una ciudad de segundo orden”
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Y es que esa mirada teñida de elucubradora nostalgia oficialista se riñe con la historia social de Valparaíso y con la historicidad de los sujetos sociales que desde el primer cuarto del siglo XIX a la fecha han bregado por mejorar las condiciones de los habitantes de la ciudad-puerto, en especial la de los sectores populares. Algunos nos han dicho irónicamente “es que el Pacto Urbano La Matriz está lleno de santiaguinos aporteñados ignorantes de las luchas sociales del Puerto y de profesionales de clase media que les acomoda esa idea de un Valparaíso exitoso”. Sin embargo, a nosotros, y más allá de la ironía, nos preocupa con cómo se está leyendo la acción presente de los integrantes del Movimiento Valparaíso Ciudadano y en especial de los que pertenecen al Pacto Urbano La Matriz”.
Frases como “esto empezó hace 10 años atrás”(11) o “(…) volvimos a Valparaíso a fines del 2011. Ahí nos dimos cuenta de que tantos amigos con señora e hijo se iban de la ciudad (…). Porque esta era una ciudad que te expulsaba” (12) para dar a entender el origen del slogan “Mar para Valparaíso”, dan cuenta de una engorrosa idea fundacionalista sobre los movimientos en Valparaíso. “Como si todo hubiese comenzado casi ayer y con ellos” nos dice un viejo luchador social de más de 90 años y aún militante del Partido Comunista. Y es que esa lectura no es cómoda para los más viejos y no hace justicia a la historia de los movimientos sociales porteños.
Para el caso no se trata de restarle mérito al movimiento estudiantil que el año 2006 (hace 10 años atrás) comenzó a experimentar su ascenso político-social, o desconocer el importante hito catalizador que significó el triste incendio que asoló a varios cerros de Valparaíso el año 2014 y que dio pie a la organización de experiencias concretas como “la revolución de la pala” o la “Red Auxilia Valparaíso”, o la reorganización de redes sociales comunitarias, o el surgimiento de innovadoras ideas de algunos arquitectos para la realización de acciones de solidaridad. Sino más bien se trata que junto a ellos, se ponga en su justo lugar a los movimientos sociales porteños anteriores a su experiencia.
En concreto, Valparaíso lleva más de cien años de crisis económica y social estructural. Si bien es cierto que en los últimos 40 años tanto la dictadura como los gobiernos de derecha y concertación (hoy devenida en Nueva Mayoría) son los principales responsables de la debacle, en realidad el problema se suscita varias décadas antes. Porque hay que ser claros, el apogeo de Valparaíso como Entrepot y ciudad-puerto con sello comercial nacional e internacional se vivió entre la década de 1860 y el año 1875, y bajo un sistema eminentemente liberal en lo económico. Y es que si bien los años posteriores no fueron de ruina total para el gran empresariado comercial y financiero apostado en Valparaíso, es evidente que la construcción del Canal de Panamá y la Primera Guerra Mundial fueron el inicio del ciclo de contracción económica que terminó por afectar el desarrollo de Valparaíso.
Y lo planteamos por lo siguiente: el hecho de que incluso en el periodo de mayor apogeo comercial y financiero de la ciudad-puerto en el siglo XIX, igual se observe un Valparaíso profundamente desigual y devastado por la pobreza. Por lo mismo, no es raro que los movimientos sociales porteños siempre hayan sido constantes e intensamente dinámicos. Es más, para la fase histórica señalada se hicieron presentes a través de la resistencia del artesanado por mantener su cultura productiva frente al embate libremercadista que le imponía el Estado de Chile (13), símbolo de la confrontación entre el proyecto productor local y el comercial-financiero nacional. Su principal consecuencia fue que cundió la desigualdad. De hecho, las primeras acciones huelguísticas de los gremios de trabajadores a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, se desarrollaron justamente porque los salarios eran de miseria y las condiciones sociales en las que se vivía eran paupérrimas. Es que la “Cuestión Social” en Valparaíso golpeó fuerte a los porteños pobres, desatando oleadas de enfermedades sociales y de enfermedades virulentas. Con anterioridad ya dijimos que mientras Valparaíso vivía “su esplendor comercial y financiero” fue también la ciudad-puerto con mayor tasa de mortalidad infantil del mundo. Y todo, ante la mirada discriminatoria y despreocupada de la elite que con estilo de vida burgués y señorial se enriquecía en ese Valparaíso exitoso. Esa misma elite –conservadora por lo demás- era la que miraba con ojos de condena a las primeras mujeres que desafiaron el patriarcado reinante al crear en 1887 la primera sociedad femenina de América Latina: La Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos de Valparaíso.
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Y es que para enfrentar la desidia burgués-aristocrática, las organizaciones políticas y sociales populares de Valparaíso tuvieron que apelar a su ingenio creativo. Para el año de 1893, y aprovechándose de la Ley de la Comuna Autónoma de 1891, el artesanado y los obreros se organizaron en Asambleas Populares del tipo distrital, utilizando al Partido Democrático –un partido no tradicional, obrero y fuera de la elite- como plataforma política en el municipio, logrando sacar 4 representantes. Las Asambleas Populares –formalmente conocidas como Asambleas de Electores- fueron los órganos político-populares por el cual el pueblo se organizó para su triunfo histórico “realmente inédito en la historia de Valparaíso”. Y es que ese triunfo se tradujo en obras materiales concretas: la construcción del ascensor Cordillera para los obreros y artesanos que bajaban del cerro a laborar en el puerto. Hasta esa fecha, los ascensores eran de exclusividad para los cerros burgueses de Valparaíso.
En 1897, se marcó el mayor hito de relevancia en la historia municipal de Valparaíso. Y este fue que las Asambleas Populares no solo lograron designar 5 regidores para el periodo, sino que también pudieron elegir como Alcalde de la comuna a Juan Bautista Bustos, obrero tipógrafo redactor del diario “El Pueblo”. Juan Bautista Bustos se convirtió en el primer y único alcalde obrero en la historia de Valparaíso. En su gestión, Bustos no tuvo que enfrentar ni a un DJ Méndez ni a un “negro” Castro, sino que tuvo que desafiar al clan Edwards y a la familia Cristi, es decir; a toda la horda ultraconservadora de la época, la cual ha logrado reproducirse en sus ya conocidos descendientes contemporáneos. Los conservadores utilizaron todo su poder y artimañas para derrotar a Juan Bautista Bustos. Y si bien lo lograron, eso no detuvo la movilización social en Valparaíso.
En 1903 la movilización popular de trabajadores marítimos se desató para pelear por mejoras en su condición laboral y salarial, a la vez que la huelga de arrendatarios producida entre las décadas de 1910 y 1920 se dio con el fin de acabar con el alto precio de los arriendos que se les imponía a los obreros. Y es que el arriendo no se daba en otro lugar que no fueran viviendas escabrosas del tipo conventillos, aduares africanos, cuartos redondos, rancheríos y tinglados. En paralelo la elite se fue de Valparaíso tras el terremoto de 1906 y los que se quedaron fueron los pobres y un comprometido grupo de profesionales planificadores que crearon Comités de Higienización y Saneamiento y Comités de Adelanto. Este compromiso profesional se proyectó para las décadas de 1950 y 1960, principalmente a través del cooperativismo bajo la fórmula de la autoconstrucción, y en la que cabe destacar a figuras de la talla de Eduardo Vargas y Cornelia Koch, profesionales del urbanismo serio. Ambos, se pusieron al servicio de los pobladores y trabajadores creando lo que hasta el día de hoy son importantes poblaciones de Valparaíso, como la Villa Berlín o la población Marina Mercante en Playa Ancha.
Y es que si en la dictadura fueron los trabajadores marítimo-portuarios los que se opusieron a las reformas laborales recibiendo dura represión; también fueron los pobladores de los cerros y los estudiantes de la Universidad Santa María a mediados de la década de 1970, los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso a principios de 1980 y los estudiantes de las universidades de Valparaíso y Playa Ancha a partir de la segunda mitad de la década de 1980, los que iniciaron el ciclo de protesta a nivel nacional. Muy pocas veces se les ha reconocido su rol en la historia de la resistencia contra la dictadura.
Para que decir en post dictadura. Las distintas agrupaciones lideradas por Juan Mastrantonio que dieron batalla durante la década de 1990, en un periodo en el que el neoliberalismo ganaba espacios a punta de marketing y tarjetas de crédito, y en la que las inmobiliarias desarrollaban su acción depredadora; las distintas versiones de la movilización del Puertazo, inaugurada en 1999 por el empuje de los trabajadores marítimo-portuarios que contaban entre sus líderes a Jorge Bustos, y en la que las asambleas ciudadanas, los gremios de pequeños empresarios, los sindicatos de la diversidad sexual, los estudiantes universitarios y otras ramas de la producción conformamos lo que fue el Comando por la Defensa de Valparaíso, órgano que bien puede decirse constituyó por meses un gobierno local paralelo al oficial encabezado por Hernán Pinto. Todo para llegar a Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad, mérito de las organizaciones sociales y no del municipio en ejercicio. Un verdadero regalo para la alicaída ciudad-puerto, que siempre en tono de esperanza se abalanzó a la fiesta durante tres días de carrete continuo.
Y esto nos lleva a un punto más preocupante aún, y que hace entender los problemas de conocimiento sobre la historia social de Valparaíso: y esta es la visión eufórica que se ha generado tras un buen resultado electoral respecto de la figura de Jorge Sharp. Sobre el tema, una socióloga dirigente vecinal y bien intencionada señaló hace pocos días en el Mercurio de Valparaíso “más allá de su militancia personal, lo que ha sucedido con Jorge Sharp es que se ha hecho heredero del capital político y simbólico de grandes líderes de la ciudad y sus organizaciones sociales”. Y en realidad no sabemos si es tan así. Es decir; si Sharp y el Movimiento Valparaíso Ciudadano le dan tono fundacional a sus acciones y desconocen toda la historia movimentista y asambleísta porteña, no estamos tan seguros que los líderes obreros de la Comuna Autónoma de fines del siglo XIX (Exequiel Calé, Manuel Serei, Manuel Bernal, José Santos Cornejo, Casimiro Taiba, Luis Mardones, Evaristo Palma, Agustín Leiva, Juan Bautista Bustos), que las líderes de la Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos de Valparaíso (Juana Roldán y Micaela Cáceres), que los líderes de la huelga de 1903 (José Ramírez, Flaviano Gaete, Roberto Melville, Demetrio Sepúlveda, Carlos Avilés, Leonardo y Magno Espinoza), o que los líderes de las huelgas de arrendatarios, se puedan sentir representados en las palabras y argumentos que el Movimiento ha empeñado.
Los desafíos son bastantes, solo con revisar el verdadero rol histórico que le toca jugar al Movimiento es suficiente. Se hace necesario observar de manera racional si este pacto electoral tiene proyección en el tiempo o no. Y, por sobre todo, si realmente va a ser considerado como heredero de las luchas sociales pasadas en Valparaíso. El trabajo recién comienza, existe la oportunidad de mejorar orgánicamente el Movimiento, siempre y cuando acepten las críticas y generen un autodiagnóstico ad hoc a las necesidades de Valparaíso. Es también la hora de dejar de obnubilarse con las cámaras fotográficas y los flashes y de ponerse a trabajar sesudamente para sacar el proyecto adelante. Valparaíso y su historia lo necesitan.
Patricio Díaz Rodríguez*
El Ciudadano
RELACIONADO: Elección de Jorge Sharp en Valparaíso: el camino del mundo social
* Historiador y cientista social. Posgrados en Memoria y Derechos Humanos, Estudios Latinoamericanos y Desarrollo Humano. Investigador del Centro de Estudios para América Latina y El Caribe (CEALC)
NOTAS:
- Compuesto por ciudadanos independientes, Movimiento de Defensa de Valparaíso, Movimiento de Defensa del Barrio O’Higgins La Matriz -Pacto Urbano- Frente Amplio por Valparaíso, Revolución Democrática, Izquierda autónoma (luego Movimiento Autónomo) y el Partido Humanista.
- Conocidos son el proyecto Inmobiliario-comercial Puerto Barón, más conocido como Mall Barón; y la serie de intervenciones en la bahía de Valparaíso que la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV), en especial la construcción del Terminal 2 (T2).
- 4 Partidos tradicionales representados en las coaliciones “Chile Vamos” de derecha y “Nueva Mayoría” de centro-izquierda.
- No está claro si este pensamiento lo tienen racionalizado o no. Por lo general son profesionales con escasa formación política, que actúan intuitivamente y generan relaciones instrumentales para sus fines.
- Se optó por el autonomista Jorge Sharp por sobre la figura de la presidenta regional de la ANEF Mabel Zúñiga.
- Varios integrantes del actual Pacto Urbano La Matriz intentaron generar espacios de confluencia previas a las elecciones del 2012. Sin embargo, para aquel año los actores “no tradicionales” fueron a la elección por separado. Entre estos integrantes cabe destacar al artista visual Gonzalo Ilabaca.
- Sería bueno que los candidatos a concejal electos revisaran si sus negocios personales producen conflictos de interés o no.
- El Mercurio de Valparaíso, desde el lunes 24 de octubre al sábado 29 de octubre del 2016.
- El mismo Jorge Castro ha señalado que en su gestión el déficit que se genera anualmente es entre $ 7 mil y $ 8 mil millones de pesos sin cubrir por la falta de ingresos. Ver El Mercurio de Valparaíso, miércoles 26 de octubre del 2016, página 3.
- El Índice de Calidad de Vida Urbana 2016, señaló que la municipalidad de Valparaíso es la sexta en gasto municipal per cápita, pero es el número 64 en el ranking, siendo catalogada su gestión como de “Inferior”.
- En varias ocasiones y en distintos medios Jorge Sharp ha hecho mención de esta frase.
- Planteamiento del electo concejal Daniel Morales, representante del Pacto Urbano La Matriz.
- Chile a mediados del siglo XIX ya tenía firmados tratados de libre comercio con potencias europeas y con USA.
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http://www.elciudadano.cl/2016/11/06/337031/de-la-calle-al-municipio-los-desafios-de-los-movimientos-sociales-portenos-en-un-valparaiso-en-crisis-estructural1/
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