Conoce al artista que frente a la crisis sanitaria más fuerte de los 80 se fortaleció con creaciones artísticas.
Félix González-Torres nació en Guáimaro, Cuba, en 1957. Estudió la carrera de Fotografía en el Pratt Institute en Brooklyn, Nueva York, para tener su primera exposición en la misma ciudad en 1984. El artista obtuvo su maestría en la New York University tres años después.
González-Torres estuvo muy involucrado apoyando causas sociales y políticas, lo que expuso de cierta manera su vida personal. A finales de los ochenta, el artista formó parte de Group Material, una cooperativa con base en Nueva York, en donde trabajaban para incentivar la educación de la comunidad y el activismo cultural. Buscaba con su expresión artística transformar al espectador de ser un receptor pasivo a ser un observador reflexivo, invitándolo a actuar socialmente.
Él utilizaba materiales simples, aquellos que se usan en el día a día (papel, dulces, series de luces, rompecabezas) y un vocabulario estético simple, recordando al minimalismo y al arte conceptual para tocar temas tales como el amor y la pérdida, la enfermedad y el rejuvenecimiento, el género y la sexualidad. El artista le pedía al espectador que le diera significado a su obra con su participación. El trabajo del artista cubano en ocasiones era referido como process art por requerir de un proceso o participación para que la obra tuviera todo su significado.
Una de las obras que hablan sobre el amor, la muerte y la enfermedad es Ross in LA, que forma parte de la colección del MoCA. La obra, con su belleza y simplicidad, transforma los objetos comunes en meditaciones profundas sobre el amor y la pérdida. Esta obra es una representación alegórica de su pareja sentimental, Ross Laycock, quien murió, como muchos miembros de la comunidad gay, a causa de una enfermedad relacionada con el sida en 1991. La escultura está formada por dulces (que son hechos localmente, en donde se encuentra la obra) tirados en la esquina que, juntos, pesan 175 libras y corresponden el peso ideal de Ross. Los espectadores son alentados a tomar un dulce en su visita, logrando una especie de comunión con Ross. El artista invita tanto a la participación física así como a la intelectual de los espectadores. El peso que va disminuyendo corresponde al peso ideal de Ross y a su sufrimiento previo a su muerte. El artista pide que constantemente el dueño de la obra reponga los dulces hasta regresar al peso de 175 libras para darle, metafóricamente, una vida eterna a Ross. La manera en que los dulces caen en el piso de manera casual y austera nos recuerda al post-Minimalismo. Al regalar parte de su obra, González-Torres cuestiona los conceptos de propiedad y valor mientras también evoca la trascendencia del arte y de la vida.
Otra obra que también es compuesta por 175 libras de mentas blancas es Untitled (Portrait of Dad) (foto), que se encuentra en la colección de la Cruz, en Miami. En esta obra se nota la influencia de los artistas conceptuales Joseph Kosuth y Lawrence Weiner.
González-Torres también trabajó esculturas de montañas de hojas de papel que normalmente llevaban impresas fotografías o textos (en ocasiones, fechas de eventos relacionados con los movimientos de los derechos de los gays y de la crisis del sida), y el espectador es alentado a tomar una de las hojas. La impermanencia de estas obras, que van desapareciendo lentamente a menos que el material se vaya reponiendo, simboliza la fragilidad de la vida. El espectador completa la obra cuando quita partes de ella.
En 1992 el artista comenzó una serie utilizando hilos con bombillas de luz que podían ser exhibidas en cualquier configuración (colgadas del techo, pegados a la pared, en el piso). El dueño de la obra podía dejar que las bombillas se fundieran durante la exhibición para después ser reemplazadas. Esto vuelve a ser una meditación e invitación abierta a darle el significado que se desee a su obra y hace referencia a temas tales como el amor eterno, la unión, la mortalidad, la pérdida y la regeneración. Félix González-Torres creó un legado que intenta influenciar a generaciones de pensadores conceptuales hasta la fecha. Como una obra, la bombilla es imbuida con potencial de cambio y una energía que es resistente y regenerativa, esto sugiriendo, ambos, la presencia como la ausencia. Esta forma también puede ser entendida metafóricamente como la naturaleza de la condición humana: la vulnerabilidad y la inevitable decadencia del cuerpo humano.
El artista se rehusaba a hacer esculturas con una forma estática y prefería esculturas que cambiaran, que fueran inestables y frágiles, ya que todo esto le recordaba a cómo veía a su amante Ross desaparecer día con día ante a sus ojos.
El brillo de las bombillas de luz comunica un mensaje que puede ser interpretado como un amor que no para ni termina y también como esperanza.
La obra de González-Torres permite muchas lecturas, ya que él mismo alentaba al espectador a pensar y sentir libremente. Nos invita a enfrentar nuestros propios miedos, sueños y sentimientos. La presencia y participación del espectador es un componente crítico en el significado de la obra.
La forma reducida de los hilos de bombillas y otros objetos utilizados en la práctica del artista nos recuerda a las obras minimalistas y conceptuales de los escultores de los sesentas y los setentas, tales como Carl Andre, Dan Flavin y Donald Judd. González-Torres, a diferencia de sus antecesores, llena las cualidades formales y emotivas de estos materiales con una narrativa autobiográfica y con metáforas.
En la obra de Félix González-Torres existe una serie de contradicciones; su obra es simultáneamente simple y completa, permanente y transitoria. Tal como el artista mismo lo describió, sus obras son una metáfora para la relación entre lo público y lo privado, lo personal y lo social, entre el miedo a la pérdida y la alegría de amar, de crecer, de cambiar, de siempre ser más, de perderse uno mismo lentamente y luego ser rellenado de nuevo de cero.
González-Torres fue un gran activista para la comunidad gay y utilizó su arte como canal para hablar y educar a la gente sobre el sida. Desgraciadamente, Félix mismo fue víctima de la misma enfermedad y murió en Miami, Florida, en 1996.
Algunas de sus exhibiciones de museo más importantes se llevaron a cabo en el Museum of Contemporary Art en Los Ángeles, en el Hirshhorn Museum en Washington D.C., en The Renaissance Society en la University de Chicago, y su retrospectiva, en el Guggenheim Museum en New York (1995), misma exposición que viajó a varios países. Gonzalez-Torres participó en el Whitney Biennial en 1991 y representó a los Estados Unidos en la Bienal de Venecia numero 52 en 2007. La obra de González-Torres forma parte de las colecciones: de la Cruz Collection, PinchukArtCentre, The FLAG Art Foundation y el Guggenheim Museum, por mencionar algunas. Las dos galerías que representan la obra del artista son Andrea Rosen y David Zwirner.
Publicado originalmente en VICE.com.
Source: Infobae