Diego González
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Cientos de feligreses, visitantes y peregrinos se congregaron este 11 de abril en la explanada junto a la Basílica de la Virgen de los Dolores de Soriano, en Colón, para participar en la misa con motivo del Viernes de Dolores, en la que, con cánticos y alabanzas, celebraron a la Madre de Dios.
Con fervor y profunda fe, cientos de feligreses y peregrinos arribaron este viernes, en punto del mediodía, a la explanada contigua a la basílica para presenciar el acto eucarístico presidido por el obispo de Querétaro, Monseñor Fidencio López Plaza.
El sonido de los tambores de un grupo de concheros anunció la llegada de la imagen de la Virgen, cargada por un grupo de mayordomos que, entre la feligresía, la condujeron hasta el altar mientras recibía alabanzas.
En su mensaje, el obispo de Querétaro, Mons. Fidencio López Plaza, expresó que Dios y la Santísima Virgen trajeron hacia la Basílica para aclarar, una vez más, que el júbilo viene de Dios y “los que tienen a Dios siempre tienen jubileo”.
“Estamos en la Basílica del consuelo y de la misericordia, y estamos aquí con la intención de recibir la indulgencia plenaria, que para el Papa Francisco es lo mismo que la misericordia plenaria”, expresó.
Refirió que es al pie de la cruz como la madre dolorosa enseña que la pasión es el camino de la resurrección, que los cristianos resucitan antes de morir, y que es al pie de la cruz donde brota la esperanza para las personas y los pueblos que sufren y están esperando que reine la justicia.
Monseñor Fidencio López expresó que al pie de la cruz se encuentra la esperanza que no defrauda.
En nombre de Dios, el obispo de Querétaro le pidió a los peregrinos regresar a sus casas más felices de como vinieron, regresando como discípulos y misioneros de la esperanza, la compasión y la misericordia.
Al concluir la misa, Monseñor Fidencio invitó a los feligreses, visitantes y peregrinos a alzar sus pañuelos de consuelo, palmas, así como las imágenes de la Madre de Dios, para bendecirlas.
Así, en un ambiente de fe y celebración, la imagen de la Virgen de los Dolores fue retirada entre cantos y aplausos de los asistentes, quienes, llenos de regocijo y alegría, exclamaban: “¡Viva María!”.
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