PEKÍN — Durante décadas, China restringió la cantidad de hijos que podían tener las mujeres. Ahora las alienta a tener más… pero no está funcionando.
A casi tres años de suavizar la política del “hijo único” y permitir a las parejas tener dos hijos, el gobierno ha comenzado a reconocer que no ha tenido éxito en sus esfuerzos por incrementar los índices de natalidad del país, pues los padres deciden no tener más hijos.
Ahora los funcionarios analizan nuevas formas de estimular la natalidad, preocupados de que la inminente crisis demográfica pueda poner en peligro el crecimiento económico y socave al Partido Comunista en el poder, así como a su dirigente, Xi Jinping.
Se trata de un giro alarmante para el partido, que hasta hace poco imponía multas a la mayoría de las parejas que tenían más de un hijo y que obligó a cientos de millones de mujeres chinas a practicarse abortos y cirugías de esterilización.
Con la nueva campaña ha surgido el temor de que China pase de un extremo invasivo a otro al obligar a las mujeres a tener más hijos. En algunas provincias comienzan a restringir el acceso al aborto y a complicar los procesos de divorcio.
“Para decirlo sin rodeos: el nacimiento de un hijo no solo es un asunto familiar, sino también del Estado”, comentó el periódico oficial Diario del Pueblo en un editorial de la semana pasada que generó muchas críticas y discusiones en internet.
En lo que parecía ser una tentativa para medir el sentir de la población, el mes pasado el gobierno provincial de Shaanxi, en China central, exhortó a Pekín a abolir todos los límites de nacimientos y permitir que los ciudadanos tengan todos los hijos que quieran.
La propuesta está cargada de implicaciones políticas, pues eliminar los controles restantes sobre el tamaño de las familias sería un recordatorio más de que la política que afectó a todos los chinos y reestructuró la sociedad (la mayoría de los milénials, por ejemplo, no tienen hermanos) podría haber sido bastante defectuosa.
“Entre las personas comunes, entre eruditos, ya hay un gran consenso sobre eso”, dijo Wang Huiyao, presidente del Centro para China y la Globalización, una organización de investigación en Pekín. “La eliminación de esta política es cuestión de tiempo”.
El plan de eliminar el límite de dos hijos surgió durante la sesión legislativa en Pekín a inicios de este año y ahora parece estar en consideración junto con otras medidas, según una declaración de la Comisión Nacional de Salud de ese país.
Los expertos afirman que el gobierno tiene pocas opciones, además de tratar de alentar el incremento de los nacimientos. China, el país más poblado del mundo con 1400 millones de habitantes, envejece a gran velocidad y deja una fuerza laboral reducida para sustentar a una población que cada vez es más vieja y longeva. Algunas provincias ya presentan dificultades para cumplir con los pagos de pensiones.
No está claro si eliminar el límite de los dos hijos marcará una diferencia. Al igual que en otros países, en las ciudades chinas las mujeres preparadas académicamente posponen el nacimiento de sus hijos para cumplir con sus metas profesionales. Las parejas jóvenes también están batallando con la presión económica, que incluye los costos en aumento de vivienda y educación.
La política del “hijo único” también dio como resultado el nacimiento de más niños que niñas. Algunos padres recurrieron al aborto a causa de que sus fetos eran niñas, lo cual reflejó la preferencia tradicional de tener niños, a pesar de que los abortos selectivos estaban prohibidos. Debido a eso y a otros factores, ahora hay menos mujeres que puedan contraer matrimonio y tener hijos.
De acuerdo con He Yafu, demógrafo y autor de un libro acerca del impacto de los controles poblacionales de China, se espera que la cantidad de mujeres entre los 20 y 39 años descienda por más de 39 millones en la próxima década, es decir, de 202 millones a 163 millones.
“Sin la puesta en marcha de medidas para alentar la fertilidad, la población en China se reducirá drásticamente”, señaló.
Antes de cualquier cambio en la política nacional, los gobiernos locales ya están implementando acciones para promover los nacimientos.
En Liaoning, una provincia al noreste de China, con uno de los índices de natalidad más bajos del país, los funcionarios propusieron el mes pasado un abanico de nuevos beneficios para las familias jóvenes, incluyendo exención de impuestos, subsidios a la vivienda y educación, y permisos de maternidad y paternidad más largos, además de inversión en clínicas y escuelas prescolares.
En la provincia de Jiangxi, al sureste, el gobierno ha adoptado un enfoque más intrusivo al reemitir normas sobre las circunstancias en las que una mujer puede practicarse un aborto. Aunque no son normas nuevas, el hecho despertó el temor de que las autoridades estén intentando aplicarlas con más rigor, incluyendo el requisito de que quienes tengan más de catorce semanas de embarazo obtengan tres firmas del personal médico antes de practicarse un aborto.
Los funcionarios afirman que las normas tienen como objetivo reforzar la prohibición legal de abortar un feto de sexo femenino con la esperanza de tener un niño, aunque reconocen que también se consideraron para mantener un índice de natalidad alto.
Otras dos provincias han complicado los procesos de divorcio para las parejas, al declarar que, en parte, se hicieron cambios para incentivar la posibilidad de tener descendencia.
Esas medidas han revivido antiguas quejas acerca del control invasivo que ejerce el gobierno sobre el cuerpo de la mujer.
“Las mujeres no pueden decidir qué pasa con sus ovarios”, escribió un usuario de Weibo, una red social muy popular, luego de que las autoridades de Jiangxi detallaran las normas para el aborto en julio.
La política del “hijo único” entró en vigor en 1979 con el fin de reducir el crecimiento poblacional y respaldar la explosión económica que estaba comenzando en esa época. El partido estructuró una amplia burocracia de trabajadores en la “planeación familiar” para fortalecer la política, a veces con violencia. En el campo, la resistencia fue especialmente intensa, en parte porque ahí se prefería a los hijos de sexo masculino que pudieran ayudar con el trabajo agrícola.
En 1984, el gobierno permitió a las parejas del campo cuyo primogénito fuera una niña tener un segundo hijo, y hubo otras excepciones que se hicieron con grupos étnicos minoritarios. En 2013, al reconocer las consecuencias de una población que envejecía, el gobierno permitió a los padres que solo tenían un hijo tener dos. Dos años más tarde, el límite se incrementó a dos hijos para toda la población, a partir del 1 de enero de 2016.
El año pasado, el índice de natalidad se elevó, reflejando la euforia de quienes anhelaban un segundo hijo, pero volvió a descender en 2017, lo que dio paso a una reconsideración. En un estudio gubernamental reciente, se calculó que la fuerza laboral en China podría perder 100 millones de personas entre 2020 y 2035. Y luego otros 100 millones entre 2035 y 2050. Este estudio alertó sobre la presión en el “desarrollo económico y social”, los presupuestos y el medioambiente.
Las necesidades económicas han dado pie a que algunas empresas privadas actúen por cuenta propia.
Ctrip, la segunda compañía de viajes en línea más grande del mundo, después de Priceline, ya ofrece diversos beneficios para apoyar a los padres, como viajes gratuitos en taxi de su casa a la oficina y viceversa durante el embarazo, y bonos cuando los hijos de los empleados llegan a la edad escolar. El mes pasado, anunció que también comenzaría a subsidiar el costo de la criogenización de óvulos de algunas gerentas, algo que se haría por primera vez en una empresa china.
La directora ejecutiva de la empresa, Jane Sun, aseguró que Ctrip actuó con base en un sentido de responsabilidad social, pero que también respondía a factores económicos, pues una población en declive afecta el crecimiento. James Liang, cofundador de Ctrip, escribió un libro que advierte sobre el impacto de los cambios demográficos en la innovación tecnológica de China.
En una respuesta por escrito, la Comisión Nacional de Salud de China aseveró que la política de los “dos hijos” estaba funcionando. Señaló que, aunque la cifra total de nacimientos bajó hasta 17,2 millones el año pasado (comparado con los casi 17,9 millones en 2016), el porcentaje de familias con dos hijos aumentó al 36 por ciento en 2013 y al 51 por ciento en la actualidad.
La comisión reconoció que las familias enfrentan muchos obstáculos para tener un segundo hijo y afirmó que el gobierno está trabajando en políticas, tanto tributarias como educativas, que los ayuden a superarlos.
“Para eliminar las preocupaciones de las masas y sustentar el índice de natalidad, debemos concentrarnos en las dificultades prácticas de la fertilidad y la crianza”, dijo.
Los expertos en demografía advierten que será difícil cambiar la conducta reproductiva de las personas.
Shang Xiaoyuan, profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney y experta en bienestar infantil en China, declaró que el gobierno necesita ayudar a las familias a que tengan más probabilidades de tener un segundo o un tercer hijo.
“Se debe brindar mayor apoyo a este tipo de familias e invertir más en bienestar infantil: educación temprana y salud materno-infantil”, dijo.
Contar con mayores beneficios y servicios no será suficiente para convencer a todo el mundo.
Sun Zhongyue, una contadora de 27 años residente de Pekín y embarazada de su primer hijo, dijo que ella ya descartó la idea de tener un segundo a causa de la discriminación laboral, los costos de la educación y las restricciones sociales para las familias grandes.
A pesar de que los abuelos con frecuencia ayudan con el cuidado de los niños en China, la mayoría de los miembros de la generación de Sun son hijos únicos y se espera que, a su vez, ellos ayuden a sus padres al llegar a la vejez.
“Aunque los mayores pueden ayudarnos a cuidar a los hijos, no podrán hacerlo cuando su salud empeore”, comentó durante una visita a una oficina gubernamental para obtener el rembolso por la atención de su embarazo.
“Criar a un hijo es estresante”, agregó. “Tiene un costo económico y personal”.
Steven Lee Myers colaboró con este reportaje desde Pekín y Shanghái, y Olivia Mitchell Ryan desde Pekín. Claire Fu, Zoé Mou y Charlotte Pu colaboraron con la investigación en Pekín y Tiffany May en Hong Kong.