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sábado, septiembre 21, 2024

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“Aquella noche, cuando desaparecieron los 43, nos pusieron la pistola en la cara, vieron a mi hermana y abusaron de ella”

“A mi hermana la violó un policía municipal, acababan de hacer su desmadre con los estudiantes de Ayotzinapa”, declara a Revolución TRESPUNTOCERO ‘Miguel’, quien prefirió cambiar su nombre por miedo a represalias.

El joven de 26 años vive en la Ciudad de México desde hace tres meses, y desde hace un año y siete meses dejó Iguala por miedo, “porque desde aquella noche, cuando desaparecieron los 43, amenazaron a muchos, nos dejaron bien en claro que, si decíamos lo que vimos por el palacio de gobierno y otros lugares, nos iba a cargar la chingada.

Hubo gente sí quiso hacer algo, enfrentarlos, otros abrieron sus puertas para dejar entrar a los perseguidos; a muchos nos pusieron la pistola en la cara, ahí nadie podía meter las manos; ya para el amanecer, policías estaban pateando puertas, buscando normalistas tal vez, así es como vieron a mi hermana, está chiquita, no llega a los 18 y abusaron de ella”, declara.

La noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27, además de los normalistas, un gran número de personas en Iguala, Guerrero, padecieron la agresión de los elementos de seguridad, quienes amedrentaron a todos aquellos que fueron testigos de distintas escenas violentas perpetradas en contra de los jóvenes.

El joven afirma que ver a los jóvenes protestar y realizar actividades de boteo era común, “y más por la fecha”, ya que se acercaba la conmemoración del 68, un día importante donde ellos realizaban acciones. Sin embargo, ya habían visto anteriormente morir de manera violenta a estudiantes, crimen que quedó impune y a nivel nacional pasó casi desapercibido.

“Pasadas las nueve de la noche, ya cuando se regresaban los agarraron a balazos, por nada, muchos comenzaron a huir, tocaron puertas, pocos se apiadaron, todo eso pasaba en distintas partes, por lo que fueron muchos los afectados.

A mi hermana, la jaló un policía y se la llevó, a mi otro me tenía con la pistola en la cara y mi madre suplicaba que no me moviera, la subieron a la patrulla, para después, horas más tarde, aventarla como un animal cerca de la casa, pasadas las cinco de la mañana, lastimada de todo el cuerpo, golpeada de la cara y con la ropa rota”, agrega la fuente.

“El 26 y 27 toda una población fue atacada, el objetivo principal siempre fueron los jóvenes, no habían hecho ningún tipo de acto que mereciera la pena ni siquiera una detención, querían matarlos, odiaban, como siempre lo han hecho, a los estudiantes de la normal Isidro Burgos, es una escuela estigmatizada, por tener espíritu de lucha.

Ahí mismo toda la población también se convirtió en víctima, los jóvenes no estaban solos, se dijo que hubo 85 víctimas directas, y más de 700 familias dañadas, en cinco escenarios diferentes, porque a quien encontraron en los lugares donde la violencia se desarrollaba le dispararon, lo golpearon, abusaron, pensaron que de esa manera aterrorizaban a la población y este hecho o no se conocería o sería minimizado”, afirma aRevolución TRESPUNTOCERO, Guadalupe Arias, investigadora independiente, quien realiza un estudio sociológico sobre los hechos de aquel septiembre de 2014.

La experta afirma que los hechos de agresión dieron inicio al medio día, en un nivel de “bajo a medio” por lo que, comenta, se trata de una estrategia ya planeada, “es evidente que se conocía cuál era la táctica; las fuerzas de seguridad conocían cómo procederían al llegar la noche, y como en esta ocasión la población ayudó a los jóvenes, hecho que no tenían contemplado, buscaron acallarla como creen pueden hacerlo: con violencia”.

Por su parte ‘Miguel’, afirma, “somos pobladores, conocemos nuestra tierra y la manera en que llegó el crimen y se quedó arraigado en nuestro territorio, lo que pasó esa noche fue cosa de policías, militares y gente vestida de civil, al narco en nada le afectaban los jóvenes, les pudieron haber hecho lo que quisieran, pero sin tanto alboroto, a ellos no les conviene exhibirse de esa manera.

Sabemos cómo actúan los sicarios del narco, porque hemos tenido que vivir bajo el miedo de no morir, entonces aprendimos a identificarlos, pensaron que su versión prevalecería, pero ya éramos muchos. Días más tarde en donde hicieron destrozos, la policía llegó directamente a amenazar, ‘que nos pasaría lo mismo que a los 43’, a mi madre le dijeron que no podíamos hablar, que, si yo ‘me ponía de cabroncito‘, me iba a cargar la chingada”.

Por lo que ‘Miguel’ salió de su hogar en distintas ocasiones, pero regresó en los meses posteriores, finalmente se quedó en Puebla y después llegó a la Ciudad de México, por cuestiones de trabajo, su hermana se trasladó a vivir a otra entidad, por miedo, “ya ni siquiera en mi casa se sentía segura y la noche le daba mucho miedo, así que decidimos que tenía que irse, esa no es vida.

Como mi familia hay muchas otras que quedaron marcadas aquella noche y madrugada, pero no se han atrevido hablar, tampoco ha habido medios a los que le interese investigar, sabemos que los 43 por el número y la escuela de la que provenían sobresalen por su importancia y porque sus padres se han movilizados, pero también a otros pobladores nos chingaron la vida”, puntualiza el joven.

“Estábamos frente a un escenario como el del 68, pero como en este caso era a campo abierto, entonces formaron grupos para no dejar a un solo normalista libre, a ellos los desaparecieron porque identificaron quienes los atacaron, pero no podían desaparecer a todo un pueblo, por lo que no quedó otra forma de callar que la amenaza.

Hay distintas colonias donde se pudieron observar hechos de violencia, pero son comunidades acechadas, donde la incidencia de violencia es alta, y al mismo tiempo los delincuentes son los halcones de las autoridades, seguramente han sido amenazados, advirtiendo que, si alguien habla, tendrá consecuencias”, agrega la especialista.

‘Miguel’ afirma que, en los distintos escenarios, “debió haber testigos”, pero por el miedo se han limitado a decir que “sí vieron pasar autobuses”, ya que “no podrían profundizar, en Iguala muchos vivimos esa noche la peor de las represiones hechas por el Estado, después de eso hubo muchas familias que decidieron irse, dejar o vender sus casas, si antes, con el narco no se hizo, con los militares y policías sí, esos son los peores”.

Fuente: revoluciontrespuntocero.com

 

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