El 9 de noviembre de 1989 caía la construcción que separaba a Alemania en dos países diferentes
- La presión desde distintos países del bloque socialista precipitó su final y dio paso a la reunificación
Ocurrió el 9 de noviembre de 1989. El Muro de Berlín, símbolo de la división de Europa, se venía abajo y con él la existencia de dos Alemania, la comunista del Este y la democrática del Oeste. Desde entonces han transcurrido treinta años sin muro superando así los 28 años durante los que estuvo en pie.
El muro de Berlin, nació como un intento desesperado de la Alemania soviética de poner freno a la huida de capitales y de población hacia occidente. Hasta el momento de su construcción se calcula que cerca de tres millones de personas huyeron de la Alemania comunista hacia la Alemania Occidental, especialmente sectores de alta formación y cualificación profesional.
Una huida motivada, más allá de los motivos ideológicos, por razones económicas y buscando una vida más próspera frente a la de la penuria del bloque soviético.
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Símbolo de la guerra fría
Fue una reacción contra reloj que tuvo lugar de la noche a la mañana del día 12 de agosto de 1961. Se calcula que, al margen de las fuerzas de seguridad empleadas en proteger la frontera durante la construcción, se emplearon más de 50.000 operarios en levantarlo.
La construcción se agilizó al emplearse grandes paneles de hormigón que terminaron cubriendo 155 kilómetros con accesos vigilados para cruzar de un lado a otro.
Así quedaba dividida la ciudad de Berlín en oriental y occidental, con una barrera física que fue acogida de forma desigual y que acabó consolidándose en símbolo de la guerra fría. El muro de la vergüenza le llamaron sus detractores.
“John F. Kennedy declaró que el muro era mil veces preferible a la guerra“
El más contundente fue el entonces alcalde de Berlín Oeste Willy Brandt, que convocó una manifestación en la que participaron unas 300.000 personas en el lado occidental.
Pero la mayoría contemporizó con una política de hechos consumados, como el Reino Unido que consideró que no había nada de ilegal en el hecho o el presidente norteamericano John F. Kennedy quien declaró que era “mil veces preferible a la guerra”.
Las ‘franjas de la muerte’
Pese a todo, las fugas del lado soviético continuaban, por lo que la construcción original fue sometida a numerosos refuerzos, como la instalación de una valla interna separada por varios meros del muro original y que terminó siendo cubierta de arena para ayudar a detectar el trayecto de los huidos.
El espacio entre esta valla y el muro fue conocido como “franjas de la muerte” y estaban custodiadas por más de 300 torres de vigilancia, además de cientos de puntos de control con perros y policías. Aun así, y pese a que no se dudaba en abrir fuego contra los fugitivos, más de 5.000 personas trataron de pasar al lado occidental.
Aunque no existe una cifra fiable del número de muertos al intentar cruzar el muro debido a que la mayoría caía del lado oriental, se calcula que al menos hubo doscientas víctimas mortales.
El principio del fin
Lo que acabó con el Muro el 9 de noviembre de 1989 empezaría a gestarse antes con presiones desde varios de los llamados satélites socialistas. Países como Polonia, donde las movilizaciones del sindicato Solidaridad de Lech Walesa obligaron al general Jaruzelski a convocar elecciones en las que perdería.
Fue decisivo también el desafío reformista de Hungría que, a finales de agosto, terminaría permitiendo a los alemanes del Este usar su frontera con Austria para cruzar al lado occidental. Esto provocó viajes masivos de alemanes para pedir asilo en las embajadas de la Alemania Occidental en suelo húngaro.
Un éxodo que estaría seguido por manifestaciones masivas en distintos puntos de la Alemania Oriental y acabaría con el anuncio del fin de la prohibición para cruzar el muro.
De forma casi inmediata decenas de miles de personas se concentraron en el muro sin que las fuerzas de seguridad se decidiesen a abrir fuego a riesgo de causar una masacre. Fue el comienzo del fin de una barrera que se vino abajo, permitiendo el reencuentro de familias y amigos y convirtiéndose en un emblema de la división de Europa y que inspiró a músicos y artistas diversos.
Colapso soviético y reunificación
Como testimonio de lo que fue y lo que significó permanecen en pie 1,3 kilómetros de muro en la llamada East Side Gallery, considerada la mayor galería de arte aire libre del mundo.
Grafitis de numerosos autores dan cuenta del rechazo que produjo y de la esperanza que provocó su caída. Entre los más famosos, la pintada del beso del líder ruso Brezhnev al dirigente alemán Eric Honecker con la leyenda “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor letal”.
La caída del muro actuaría como disparo de salida para el colapso de todo el bloque soviético y propiciaría la reunificación alemana en un solo país democrático, la República Federal de Alemania tal y como hoy la conocemos.