Derek Chauvin, el policía blanco que presionó con la rodilla el cuello del afroamericano George Floyd, que perdió la consciencia y murió minutos después, ha sido detenido y acusado formalmente este viernes de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario.
Esto, cuatro días después de la tragedia que ha desatado protestas en contra de los abusos policiales a la comunidad negra en Estados Unidos.
El fiscal del condado aseguró que se pueden agregar más cargos contra Chauvin. Los otros tres oficiales implicados también se encuentran bajo custodia policial y la investigación sobre sus respectivos casos continúa en proceso.
En numerosas ciudades del país, grupos de manifestantes han salido a la calle para exigir justicia. En Minneapolis, a donde han llegado más de 500 miembros de la Guardia Nacional, los oficiales utilizan gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a quienes saquean los negocios o queman infraestructuras.
“Los incendios aún arden en nuestras calles. Las cenizas simbolizan décadas y generaciones de dolor, de angustia”, ha dicho esta tarde el gobernador de Minnesota, Tim Waltz, quien espera que se haga justicia “rápido” contra los oficiales involucrados en la muerte de Floyd.
La comisaría en la que trabajaba Chauvin ardió en llamas el jueves por la noche. Tras los brotes violentos, el presidente Donald Trump amenazó con enviar a los militares a la ciudad de Minnesota y calificó de “matones” a los manifestantes. “Asumiremos el control si comienzan las dificultades, pero cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”, escribió el mandatario.
Sus palabras le han costado una alerta de Twitter por considerar que el mensaje “glorifica la violencia”. Los disturbios continuaron durante la madrugada, donde, en medio del caos, un equipo de la CNN fue detenido –y posteriormente puesto en libertad– mientras transmitía en directo para la televisión.