El desenfrenado desarrollo económico en China ha devorado la vegetación, que ha tomado su revancha en una pequeña aldea insular, cubierta de plantas y maleza.
Hutuwan albergaba antaño una comunidad próspera de 2.000 pescadores en la isla de Shengshan. Ahora un manto de color esmeralda tapiza las calles y casas de ladrillo abandonadas.
El único escollo en la reconquista vegetal del pueblo son los turistas que se acercan a esta isla situada a 140 km de Shanghái para admirar la magia del paisaje.
Hutuwan fue creado en 1950 y prosperó gracias a la pesca, llegando a tener 3.000 habitantes. Pero su puerto era demasiado pequeño para acoger a barcos de gran tamaño y perdió lustre.
Olas de gran altura embisten la costa durante algunas temporadas al año, impiendo atracar a las pequeñas embarcaciones. La única manera de conectar Hutuwan con el resto de la isla es por tierra, a través de un sendero sinuoso.
“Cuando las mujeres daban a luz, cuando los niños iban al colegio, cuando los ancianos necesitaban cuidados no tenían otra opción más que tomar este camino”, cuenta a la AFP Wang, una habitante que ahora trabaja en el pueblo abandonado como agente de seguridad.
“Cuando éramos jóvenes era muy divertido, íbamos a la playa en busca de mariscos”, recuerda con nostalgia.
“El caso es que cuando la gente empezó a tener más dinero poco a poco se fue yendo de la ciudad”, explica.
En los últimos años, los turistas paseaban libremente por la aldea y se hacían selfis pero desde 2017 las autoridades los obliga a comprar una entrada de 50 yuanes (6,70 euros, 7,8 dólares) y a seguir un recorrido señalizado.