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Las Mejores | SERIES DEL 2017 ¿Cuál viste?

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Las Mejores | SERIES DEL 2017 ¿Cuál viste?

 

Las Mejores | SERIES DEL 2017 ¿Cuál viste?

No te preocupes, que no voy a dejar el OVNI para el final porque en realidad ya sabes perfectamente a qué me refiero. Sí (redoble de tambores): a la locura genial de David Lynch y Mark Frost. Sí (fuegos artificiales): a esa tercera temporada que ha llegado veinticinco años después de la segunda. Sí (tormenta eléctrica o cubo de agua fría): a Twin Peaks.

Ese Objeto Volador No Identificado o ese Objeto Artístico Indebidamente Identificado: ha sido elegida por Cahiers du Cinéma como la mejor película de 2017. Una película de 18 horas de duración que podría proyectarse perfectamente como una obra de videoarte en un museo de arte contemporáneo.

El ya mítico capítulo 8 seguirá siendo durante mucho tiempo uno de esos textos que —como Finnegans Wake de James Joyce o Étant Donnés de Marcel Duchamp— provocan tanto la fascinación intelectual como la sobreinterpretación excitada. Ya veremos si, como lo fueron sin duda las dos primeras temporadas, esta tercera y magistral y desconcertante tercera temporada de Twin Peaks también abre caminos o los clausura.

10. Babylon Berlin

Una década antes de que existiera Twin Peaks ya se había estrenado una gran serie sobre la capital de Alemania: Berlin Alexanderplatz. La adaptación que escribió y dirigió Rainer Werner Fassbinder de la novela de Alfred Döblin se proyectó en sesiones de dos o tres capítulos en teatros y cines de Estados Unidos: me pregunto si Lynch fue uno de sus afortunados espectadores.

La serie alemana Babylon Berlin, de Tom Tykwer, se ambienta en la misma ciudad y durante la misma década. Unos locos y traumáticos años veinte, en los que la herida psicológica de la Primera Guerra Mundial se intenta suturar con fiestas memorables.

Con 40 millones de euros de presupuesto, sus dos temporadas han entrado en la historia como una de las grandes series europeas. En el horizonte de esas investigaciones policiales se adivina el nazismo. Seguiremos atentos a sus bajos fondos y a sus esplendorosos cabarets.

9. Mindhunter

En esta segunda década es difícil que una gran serie mantenga el nivel de la primera temporada. Ha sido el año de las primeras temporadas. Entre ellas ha destacado Mindhunter por su vuelta de tuerca al género policial. Una vuelta de tuerca intelectual: los protagonistas no son hombres de acción, sino de reflexión; científicos y profesores que atesoran datos en lugar de persecuciones o disparos.

Basada en hechos reales, reconstruye las entrevistas que en los años setenta hicieron un par de agentes del FBI a algunos de los asesinos múltiples más brutales que estaban confinados en las cárceles estadounidenses. A partir de esos interrogatorios nació la expresión “asesino en serie” (al mismo tiempo en que nacían, de hecho, la series tal como las entendemos ahora).

Me pregunto por qué el realismo siempre tiene más posibilidades de perfección que la fantasía y la ciencia ficción: la tercera temporada de Better Call Saul ha sido —en cambio— perfecta. La precuela de Breaking Bad que están bordando Vince Gilligan y Peter Gould es un virtuoso ejercicio de creación de matices psicológicos.

La relación entre Kim y Jimmy, pese a los momentos de conexión íntima, está llena de maleza y desierto y pantanos. La rivalidad enferma entre los hermanos McGill llega a un extremo tan trágico y tan patético que parece insuperable; pero seguro que son capaces de ir incluso más allá en la cuarta temporada. Siempre recordaré el contraste entre el drama que sucede en la residencia de ancianos y en el centro comercial (espacio de caminatas para la tercera edad), y el que se desarrolla en los despachos, los juzgados y la casa sin luz eléctrica de Chuck.

Esos escenarios imborrables fuerzan la disonancia esencial de la serie. Better Call Saul no solo es —si la memoria no me falla— la mejor precuela televisiva de la historia, sino que ha conseguido que lo que recordamos de ella sea precisamente lo que no estaba en Breaking Bad. Qué poco nos importan los narcotraficantes; cómo nos fascina la escalofriante fraternidad.

1. The Crown

También la segunda temporada de The Crown es una sucesión de episodios perfectos. Episodios cerrados, como cuentos, escritos con precisión y sutileza, los eventos históricos siempre en segundo plano y, en el foco principal, el matrimonio.

Si en la primera temporada la inconmensurable actuación de Claire Foy (la reina Elizabeth) tenía como contrapeso la de John Lithgow (Winston Churchill), en esta segunda etapa no hay actores ni actrices ni figuras políticas que puedan contrapesar. La Reina es un agujero negro, un centro vacío. Pero el lugar narrativo de la política de Estado lo ocupa la relación matrimonial, sobre todo la de los reyes, pero también las de los personajes secundarios.

Sí, por supuesto, hemos descubierto el pasado nazi del tío (Eduardo VIII o Duque de Windsor) y la infancia infernal del hijo (el príncipe Charles), pero sobre todo nos han interesado los vaivenes y las grietas que han ido acercando y alejando a Isabel y a Felipe durante seis años. El matrimonio como arco dramático. La temporada como novela-en-cuentos de exquisita escritura literaria y audiovisual.

The Crown, en fin, como mejor serie del año, porque Peter Morgan ha convertido en oro los plomizos hechos históricos; porque Claire Foy logra lo imposible, superar en unos milímetros otras inolvidables interpretaciones del año (Elisabeth Moss como June, Maggie Gyllenhaal como Candy en The Deuce); porque consigue estar a la altura de la excelente primera temporada en un contexto de series que pierden impulso y quilates tras un buen debut; y —quizá— porque acabo de verla y no tengo todavía la distancia crítica tan necesaria. Ay, las listas, siempre cargadas por el diablo.

(Nota final: comencé a trabajar en esta lista en agosto y han estado hasta el último momento y, por tanto, pueden constar en acta, también estas series: American GodsFargoMaster of NoneThe Good FightHerrens VejeI love DickGirlsThe Americans y La Zona).

NYTIMES