Altos funcionarios, académicos y representantes sociales coincidieron en la ONU en que la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos en el mundo genera inestabilidad y resentimiento social, por lo que urgieron a atenderla de modo prioritario.

En una serie de conferencias organizadas en el Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc), en Nueva York, los panelistas coincidieron además en que el combate a la desigualdad puede ocurrir en paralelo al impulso a la productividad y a la libre empresa.

Reconocieron asimismo que aunque la desigualdad se abatiría con políticas públicas bien diseñadas, las élites gobernantes han carecido de los incentivos para contrarrestarla a juzgar por los indicadores actuales, que revelan un repunte en la inequitativa distribución de los ingresos en el mundo.

Jan Eliasson, vicesecretario general de la ONU, expresó que la desigualdad “socava la cohesión social y el sentido de satisfacción y auto estima de la gente”.

“La desigualdad empeora la calidad de las relaciones entre las esferas pública y privada, y limita el potencial de los seres humanos”, añadió.

En el panel inaugural, Eliasson destacó que una de las claras manifestaciones de la desigualdad es el cambio climático, cuyos efectos más devastadores se notan de manera clara en las poblaciones más pobres y vulnerables en el mundo.

“Las altas concentraciones de la riqueza se enquistan fácilmente y transmiten por lo tanto la desigualdad de una generación a la siguiente. Esto, a su vez, crea resentimiento e inestabilidad”, alertó.

El representante de la ONU aseguró sin embargo que la desigualdad no es inevitable, y que ésta puede ser revertida, tal como ha sucedido con los niveles de pobreza en el mundo, mediante políticas públicas.

“Reconozcamos que la desigualdad no es sólo una estadística o una medida libre de valores sobre la actividad económica. La desigualdad es cada vez más dañina, siembra las semillas de la división, empuja a las sociedades a la polarización y la fractura”, asentó.

En los varios paneles participaron, entre otros, el filósofo francés Bernard-Henri Levy; la representante indígena nicaragüense Myrna Cunningham; Jeffrey Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia; y la académica y comentarista política mexicana Denise Dresser.

En su participación, Dresser subrayó que la desigualdad se genera por “problemas económicos estructurales” creados por el modelo de capitalismo actual, así como por la falta de voluntad para implementar políticas públicas que reducirían los desequilibrios en las sociedades.

“¿Qué incentivos tienen las clases gobernantes y las élites para cambiar el sistema que trabaja muy bien para ellos, aunque quizá no funcione bien para la mitad de la población, como es el caso de México y otros países con estructuras similares de ingresos?”, se preguntó Dresser.

La académica mexicana precisó que la manera de crear los incentivos para que las clases gobernantes desarrollen políticas que combatan la desigualdad es convencerlos de que generar ingresos más equitativos los beneficiaría en el mediano y largo plazo.

“Si continúas manteniendo el pastel reducido, con enfoques rentistas y con un control oligopólico de los mercados, lo que tendrás son países proclives a la violencia y a la inseguridad, así como retos populistas al ‘estatus quo’ y a las élites políticas y económicas”, aseveró.

En entrevista posterior con Notimex, Dresser precisó que países como México podrían abordar el reto de la desigualdad al implementar políticas fiscales progresivas y redistributivas que atiendan a los sectores más vulnerables de la sociedad.

“Esto debe ser acompañado por un gasto público mucho más fiscalizado, más inteligente y más orientado a las necesidades y menos al clientelismo electoral”, sostuvo.

La académica subrayó que la popularidad en Estados Unidos de candidatos como Donald Trump y Bernie Sanders, populistas de derecha e izquierda, respectivamente, revelan los retos al “estatus quo” generado en un país que no ha atendido las raíces de la desigualdad.

“Lo que pasa en estas elecciones en Estados Unidos es una gran sacudida y un llamado de atención aquí y en el mundo entero sobre lo que pasa si no se combate la desigualdad”, enfatizó Dresser.