Itamitas (y mexicanas y mujeres)

“Más allá de las posibles discrepancias ideológicas que nos genera tanto la selección de invitados y de algunos de los individuos premiados, creemos que no debe dejarse de poner atención a dos cosas de la celebración de ayer. En nuestra opinión, dicha selección nos dice mucho de la visión que los altos mandos del ITAM tienen de la institución, de nuestra institución. La primera cosa que notamos, con incredulidad y enojo, es que, en pleno 2016, no hubo una sola mujer en el presídium. Esta decisión no es inocente. El ITAM cuenta con destacadas alumnas, exalumnas y profesoras. La importancia de [no] representar plural y adecuadamente a la comunidad ITAM es crucial, no sólo simbólicamente. Dice mucho de la visión y de la constitución de la institución (…) Como exalumnas, es decepcionante que el ITAM, en los más de 10 años que han transcurrido desde que primero pisamos sus aulas y pasillos, no haya progresado en este sentido. O que, al menos, elija representarse frente a su comunidad y al público en general como una institución desigual, de mandos masculinos”. Esto es parte de lo que publicaron el pasado 2 de noviembre Regina Larrea Maccise (candidata a doctora en Derecho por la Harvard Law School) e Isabel Gil Everaert (estudiante del doctorado en Sociología en la City University of New York) bajo el título Los 70 del ITAM: ausencias y presencias, en el blog de la revista Nexos.

En esa misma fecha, pero en otro portal, en el de Animal Político y con el título de Ensayo sobre la ceguera itamita, otras cuatro exalumnas del ITAM (Mónica Meltis, Cristina Mac Gregor, María Zilli y Carolina Torreblanca) publicaron lo siguiente: “El pasado martes, el ITAM cumplió 70 años. Celebró su aniversario con un pomposo evento, anunciado durante todo el año y promocionado con hashtags llenos de orgullo por los logros que ha tenido esta institución (#orgulloITAM, #ITAM70años). Entre estos logros, es claro, no podemos incluir la promoción de la igualdad de género. En el panel del foro de celebración no hubo ni una sola mujer (…) Nuestra indignación podría parecerles sobrada a varios. Sabemos que el ITAM (evidentemente) no se propuso explícitamente hacer un panel solamente de hombres. El problema es lo que no se propuso: no se intentó hacer el esfuerzo adicional que requiere conformar un panel diverso, porque no lo consideraron necesario. No es evidente para todos, sobre todo si (como la gran mayoría de los itamitas) no han tenido educación con perspectiva de género, la razón por la cual son tan dañinos los paneles de puros hombres. Son dañinos por la falta de diversidad en las opiniones que los paneles generan, por su papel en la permanencia de la idea de que ser hombre y ser líder es lo mismo (…) Así como el ITAM exige de sus alumnos y alumnas la máxima excelencia, nosotras les exigimos también que se priorice atender temas de igualdad de género, acoso y misoginia dentro y fuera de las aulas, que se reconozca el enorme papel que muchas alumnas han tenido en miles de ámbitos y le otorgue, por lo menos, el mismo peso que le da a sus contrapartes hombres”.

Como itamita, claro, pero sobre todo como mujer, no pude más que sentirme profundamente identificada (e igualmente indignada) con lo escrito por las seis profesionistas arriba citadas. Porque más allá de las polémicas recientes (que si todos sus alumnos somos un puñado de neoporfiristas —menos los que militan en Morena—, o que si en el evento de los 70 años se tuvo la sensación de que al ITAM sólo le importa su vocación de poder y sus lazos con el mismo), lo cierto es que el ITAM es una extraordinaria institución que forma hombres y mujeres de primerísimo nivel. Muchísimas (sí, muchísimas) de ellas sumamente exitosas en muchos ámbitos profesionales en nuestro país (y afuera de él). Se me acabaría el espacio de la columna si las nombrara a todas. Y por eso, sí, coincido, es una vergüenza y un acto de ceguera que el ITAM considerara que sólo un puñado de hombres cabía en su presídium.

Quise reproducir parte de estos dos extraordinarios textos sólo para añadir una nota aún más amarga: no sólo es el ITAM. Es también la UNAM, es la Ibero, es la Libre de Derecho, es el Tec, es la Anáhuac, es la UAM, es el Poder Ejecutivo, es la Suprema Corte, es el Legislativo, es la Iniciativa Privada, son los medios, es el Poder Judicial, es el mundo de las artes, es el terreno de las ciencias, es, carajo, México completo.

Y el mundo (menos que México, pero todavía). Increíble, coincido, que sigan existiendo los paneles de Club de Tobi, cuando la mayor potencia de Europa es gobernada por una mujer y la mayor potencia del mundo está a punto de ser gobernada por una otra. Increíble.