Por. – Benjamín Bojórquez Olea.
Morena, entre el respaldo social y la construcción futura…
Hay momentos en la vida pública en los que los datos no solo confirman una tendencia electoral, sino que revelan algo más profundo sobre el estado emocional y social de una comunidad. El caso de Sinaloa es uno de ellos. De acuerdo con la medición de Demoscopía Digital publicada el 16 de diciembre de 2025, Morena lidera con el 41.5% de las preferencias electorales rumbo a 2027. El número es claro, sí, pero lo verdaderamente interesante es lo que significa.
Vivimos un tiempo político en el que la gente exige coherencia, congruencia y sentido. Cuando Morena mantiene una ventaja tan amplia frente al resto de los partidos, no es únicamente porque encabece una encuesta: es porque una parte importante de la sociedad sinaloense encuentra en este proyecto político una identidad y una narrativa cercana a sus experiencias y expectativas. Podemos debatir estrategias, estilos o ritmos, pero el respaldo social sostenido no ocurre sin un vínculo vivo entre ciudadanía y proyecto político.
Reflexionar sobre esto invita a mirar más allá del momento electoral. El apoyo a Morena se ha construido de manera progresiva, con señales de cohesión interna y claridad estratégica. Y aunque todos los actores políticos enfrentan tensiones y críticas —naturales en cualquier sistema democrático— resulta significativo que Morena mantenga una presencia estable, sin depender de un solo rostro, sino de una dinámica colectiva que se ha convertido en punto de referencia.
Por otro lado, ese 20.6% que aún no decide su voto no es un vacío, sino un espacio lleno de preguntas, dudas y posibilidades. Quizá la mayor fortaleza de Morena hacia adelante sea su capacidad de escuchar. ¿Qué esperan esas personas? ¿Qué les preocupa? ¿Qué tipo de estado imaginan para sí mismas y sus familias? El reto no está solo en ganarse su voto, sino en ganarse su confianza, y eso implica reconocer que la política debe ser un diálogo permanente, no solo un camino de llegada al poder.
Las encuestas son fotografías del presente, no sentencias del futuro. Pero cuando una fotografía se repite con el mismo ángulo, el mismo enfoque y la misma nitidez durante varios meses —como ocurre con la tendencia creciente de Morena en la medición de Demoscopía Digital— es inevitable preguntarse qué dice eso de nosotros como sociedad. Tal vez diga que existe un deseo colectivo de continuidad institucional. Tal vez refleja un cansancio profundo frente a proyectos que se sienten desconectados o gastados. Tal vez sea una señal de que Sinaloa busca estabilidad y dirección.
Lo cierto es que Morena no solo domina la contienda: se ha convertido en el punto desde el cual se interpreta el mapa político de Sinaloa. Y ese lugar no se gana únicamente con números. Se gana con narrativa, con sentido, con presencia, con símbolos que conectan y con una visión que la gente reconoce como propia.
GOTITAS DE AGUA:
Queda camino por recorrer. Quedan debates por abrir. Quedan voces por atender. Pero hoy, con el peso de los datos y el pulso de la sociedad, Morena aparece no como un episodio, sino como un fenómeno sostenido. Y esa realidad merece ser pensada, no solo celebrada o cuestionada. Porque en un mundo de cambios rápidos y desconfianza generalizada, que una mayoría encuentre en un proyecto político el espacio donde anclar su esperanza es, sin duda, algo digno de reflexión.
Si cierran la puerta, apaguen la luz.
Nos vemos mañana.
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