Ciudad de México.- El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, volvió a subirse al discurso del miedo y la tragedia nacional, culpando a Morena de todos los males del país. Pero hay algo que se le olvida: fue el PRI quien sembró la corrupción, la impunidad y la violencia que hoy lamenta.
Hablar de “Estado fallido” es fácil cuando uno pertenece al partido que gobernó más de 70 años a México, dejando un legado de desapariciones, represión, narcogobiernos y pactos políticos con criminales.
Los orígenes del desastre
El país no se volvió violento de la noche a la mañana. Fue durante los gobiernos del PRI cuando el crimen organizado se fortaleció, las policías se corrompieron y la justicia se volvió un instrumento político.
Ahí nacieron los cárteles que hoy desangran al país, bajo la complicidad de funcionarios, gobernadores y presidentes priistas.
Los mismos que ahora piden renuncias y exigen resultados callaron durante décadas mientras se desaparecían personas, se manipulaban cifras y se repartían favores entre políticos y criminales.
Sin autoridad moral
Resulta cínico escuchar a Alejandro Moreno hablar de “impunidad”, cuando enfrenta acusaciones por enriquecimiento ilícito y corrupción.
¿Cómo puede hablar de “Estado fallido” alguien que pertenece a un partido responsable de Ayotzinapa, Tlatlaya, Atenco, los desvíos millonarios de Peña Nieto y el saqueo de los Duarte?
El PRI perdió la autoridad moral para señalar a nadie. Pretenden erigirse como defensores de la democracia cuando fueron ellos quienes perfeccionaron el fraude electoral, la censura y la represión.
La crisis no se resuelve con discursos
Ni Morena ni el PRI tienen el monopolio de la verdad. México vive una crisis profunda que no comenzó con un solo sexenio, sino con décadas de abandono, corrupción e impunidad.
El país necesita soluciones reales, no políticos reciclados que se cuelgan del dolor ajeno para ganar reflectores.
El PRI habla del país como si no lo hubiera destruido
Cada vez que el PRI acusa a alguien más de “fracasar”, solo confirma que no ha entendido su propio papel en la tragedia nacional.
Antes de exigir renuncias, deberían pedir perdón.
Antes de hablar de justicia, deberían rendir cuentas.
Porque si hoy México duele, es también por los 70 años de simulación, abuso y cinismo del PRI.
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