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El desafío humanitario de la migración: ¿Por qué el dolor humano no conmueve a las sociedades y a los líderes mundiales?

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La migración causa sufrimiento humano, pero este sufrimiento no afecta a quienes toman decisiones a nivel global ni a gran parte de la sociedad.

Durante esta semana, una delegación importante del gobierno de los Estados Unidos se reunirá con el presidente López Obrador para discutir y acordar una respuesta conjunta a la situación migratoria de crisis.

En Zacatecas, al igual que ha ocurrido durante muchos años, se vive el triste escenario del abandono de personas provenientes de países vecinos que viajan en tren, enfrentando carencias de alimentación y agua, extorsiones y una gran incertidumbre.

México sugiere a Estados Unidos la eliminación de los factores que llevan a la migración de personas de países latinoamericanos, a través de la creación de empleos. Esta propuesta incluye inversiones tanto públicas como privadas, y se basa en la exitosa experiencia mexicana del programa "Sembrando vida". Además de generar empleos, este programa también contribuye a la restauración del medio ambiente y a la reducción del cambio climático.

La falta de empatía respecto al sufrimiento humano relacionado con la migración es evidente tanto entre los líderes mundiales como en amplios sectores de la sociedad. A lo largo de la historia, las personas se han desplazado en grandes grupos por el planeta, ya sea debido a fenómenos naturales o a situaciones sociales.

En el pasado, las migraciones eran algo que no se podía evitar, pero en la actualidad es posible reducirlas al mínimo.

Los ciudadanos europeos que se oponen a la llegada de migrantes han apoyado a líderes de derecha que prometen frenar la entrada de aquellos que escapan de conflictos y crisis alimentarias en continentes que en el pasado fueron colonizados por la ambición de la "civilización europea".

En los Estados Unidos, varios políticos intentan obtener votos culpando a aquellos que emigran de nuestros países por todos los problemas que enfrentan.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos siempre aumentan la hostilidad hacia los inmigrantes, pero nunca antes el tema había sido tan polémico como ahora. Los opositores a la inmigración exigen el cierre de la frontera sur como condición para aprobar más fondos para sus conflictos bélicos.

El racismo es utilizado como una excusa por las élites para mantener su poder. Para lograr un cambio hacia una política más humanitaria, es necesario reconocer que el problema tiene una dimensión internacional. Esto implica que un solo país no puede resolver el problema por sí solo, sino que se necesita la colaboración tanto de los países que expulsan migrantes como de los países receptores de flujos migratorios en una sola dirección.

Estados Unidos invierte una gran cantidad de dinero en la policía, en la administración y en medidas para detectar y deportar a las personas, cuando en realidad podrían utilizar esos recursos para promover el crecimiento económico en países como Honduras. Esto resolvería sus problemas y evitaría el sufrimiento que se asocia con la migración.

La historia demuestra que los migrantes son víctimas de los intereses de los gobernantes del país receptor. Cuando necesitan mano de obra barata, relajan los controles, pero los endurecen cuando hay demasiados migrantes disponibles. Les importa poco el destino de las personas y sus familias. Sin embargo, ninguna élite dominante quiere mostrar abiertamente su egoísmo institucionalizado, por lo que necesitan justificaciones ideológicas racistas para tener el apoyo social que de otra manera no obtendrían.

Afortunadamente, en todas las comunidades hay personas con valores humanistas que se niegan a ser influenciadas por el discurso de odio que implica el racismo. Es por eso que tanto en los Estados Unidos como en México, muchas personas están dispuestas a ayudar a los migrantes que están sufriendo, brindándoles refugio temporal, alimentación y lamentando que los policías y soldados sean utilizados para dificultar su camino en busca de una vida mejor lejos de sus seres queridos, a quienes no abandonan intencionalmente, sino para mejorar sus condiciones de vida.

La prioridad debe ser el bienestar de los pueblos, no de los gobiernos. Aunque la migración es un fenómeno internacional, no es realista esperar que los gobiernos por sí solos humanicen el trato hacia los migrantes. Es necesario establecer canales de comunicación y redes de apoyo para exigir a los gobiernos de todo el continente adoptar políticas basadas en el sentido común y en el respeto a los derechos humanos. México defiende una política en esta línea, que consiste en abordar las causas que obligan a hombres y mujeres a dejar a sus seres queridos en busca de una vida mejor y en paz.

Si las comunidades migrantes que viven en Estados Unidos, especialmente la de origen mexicano, adoptan esta visión, el voto puede ser el factor que derrote a los políticos racistas y promueva la prosperidad compartida en el continente.

Cuando esta forma de pensar centrada en el bienestar de las personas se extienda por las calles de Honduras y El Salvador, Chicago y Caracas, el discurso de odio que lleva a personas incompetentes a posiciones de poder dejará de ser efectivo, ya que no podrán ignorar el sufrimiento humano.

Nosotros, los habitantes de Zacatecas, no podemos ignorar el sufrimiento que enfrentan los centroamericanos que están de paso en nuestra región, ya que entendemos las razones detrás de su situación y somos conscientes del dolor que les causa.

Quedamos el jueves en el lugar de recreo.

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