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viernes, septiembre 20, 2024

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El Nobel de Medicina 2023: Un reconocimiento a la ciencia frente a los debates oscuros sobre las vacunas contra el Covid-19.

Han pasado menos de tres años desde que se lanzó la vacuna contra el virus Covid19 y aún tenemos frescos en la memoria los polémicos debates que tuvieron lugar en los medios de comunicación.

Hay una noticia que debería hacernos sentir felices a todos: hace cuatro días se otorgó el Premio Nobel de Medicina a la bioquímica húngara Katalin Karikó y al inmunólogo estadounidense Drew Weissman por sus contribuciones al desarrollo de las vacunas de ARN mensajero, incluyendo la que fue utilizada para frenar la pandemia del nuevo coronavirus. A menos de tres años desde que se lanzó esta vacuna contra el virus Covid19, aún recordamos los debates negativos en los medios de comunicación, llevados a cabo por personas poco claras en sus palabras y sin legitimidad científica sobre el tema. Desde noticias falsas hasta teorías de conspiración aterradoras, todo estuvo presente, dejando una marca en la confianza que los seres humanos tienen en la ciencia, pero quizás este Premio Nobel logre borrar esa huella.

En ocasiones, se han escuchado afirmaciones como "Estas vacunas alteran nuestro ADN", "Esta vacuna nos inserta un chip para controlarnos", "Esta vacuna es mortal" o el conocido "No hay precedentes de esta tecnología y su uso en humanos", "No sabemos qué efectos puede tener en nosotros". Sin embargo, estas afirmaciones son en su mayoría ignoradas e incluso consideradas inaceptables por la comunidad científica.

No estoy diciendo que la Medicina (la ciencia) sea perfecta; por supuesto que tenemos derecho a tener dudas, hacer preguntas y incluso exigir respuestas parciales, ya que eso es parte del método científico. Sin embargo, al tener estas dudas, también debemos prestar atención al perfil de la persona a la que escuchamos y, especialmente, a la lógica de sus argumentos. No es la solución aferrarnos a cualquier respuesta, incluso a la más absurda, y confiar ciegamente. El extremo opuesto habría llevado a que muchas personas en diferentes partes del mundo creyeran en el poder de la cloroquina para curar el Covid, a pesar de que no había estudios científicos serios que respaldaran esta idea. Además, habría evitado que las autoridades distribuyeran grandes cantidades de tabletas de ivermectina antes de comprar vacunas, incluso cuando ya se tenía claro el papel de cada una de estas cosas.

Ahora es un buen momento para recordar que no tener una respuesta a una pregunta no es necesariamente algo malo. Durante esta crisis, queda claro que en general nos resulta incómodo admitir que no sabemos algo, a pesar de que la base de la ciencia es precisamente buscar respuestas a lo que todavía no sabemos para entender mejor nuestro mundo.

El principio de precaución ha afectado al método científico al utilizarse de forma repetida como un principio absoluto para evitar la liberación y administración de las vacunas de ARN mensajero contra el Covid-19. Sin embargo, es importante analizar esta medida en relación con la urgencia y los riesgos involucrados en la situación. Por ejemplo, la vacuna se puso en circulación antes de obtener la certificación estadounidense para permitir una rápida distribución en caso de una situación crítica. Esto implica una evaluación del costo de la decisión con el objetivo de minimizar el riesgo. A pesar de esto, muchas personas han utilizado esta opción sociopolítica para argumentar en contra del principio de precaución y reforzar teorías conspirativas relacionadas con la salud, la economía y la política.

También es importante mencionar que a principios de 2021, algunos gobiernos decidieron suspender de inmediato la administración de la vacuna de AstraZeneca debido a algunos casos de trombosis. Sin embargo, estos casos representaron solo el 0,0006% de todos los casos, lo que significa que la correlación observada no necesariamente implica causalidad. A pesar de esto, esta decisión demuestra la capacidad de un Estado para reaccionar rápidamente y controlar el riesgo.

El premio Nobel otorgado a dos protagonistas clave en la vacunación contra el virus Covid es un claro mensaje no solo para los antivacunas, sino también para aquellos que han menospreciado la importancia de la ciencia y su método. Estas actitudes, ya sea por miedo, intereses políticos o económicos, búsqueda de reconocimiento o simplemente ignorancia, han sido perjudiciales.

Sin duda, una vez más la ciencia ha superado la ignorancia. Esperemos que este premio Nobel deje una marca que nos haga mantener una actitud humilde frente a la complejidad del mundo y que confiemos en ella, siempre manteniendo un pensamiento crítico.

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