La mitad de la población pasa por ello llegado el momento, pero ¿cuánto sabemos realmente de la menopausia? Pues resulta que no mucho, a juzgar por lo que cuenta Maisie Hill en su nuevo libro, Perimenopause Power. Cargado de información sobre todo el proceso –tanto tiempo silenciado y considerado tabú–, es una obra divulgativa imprescindible para cualquier mujer, independientemente de su edad.
La propia Hill apunta que muchas personas dejamos de lado el tema de la menopausia pensando que es algo que “nos pasa a los cincuenta”, pero la sabiduría es poder y comprender nuestro cuerpo y sus hormonas puede servirnos de mucho cuando alcancemos la perimenopausia (la transición hacia la menopausia).
La menopausia es, en realidad, un solo día
“La menopausia en sí es un aniversario que marca los 12 meses desde que tuviste la última regla”, dice Hill. “Pongamos que tienes 50 años y que tuviste tu última menstruación, justo 12 meses antes, ese mismo día: esa es la menopausia”. El periodo de tiempo que conduce a ese día concreto se llama perimenopausia, una fase acompañada de síntomas que nos suenan mucho, de los sofocos a la sequedad vaginal.
“Tienen que haber pasado 12 meses, si no, no es menopausia”. La perimenopausia suele comenzar a partir de los cuarenta años, tras pequeños cambios hormonales (casi inapreciables) que empiezan a desencadenarse de mediados a finales de la treintena.
Los síntomas de la perimenopausia
Lo normal es que entremos en la perimenopausia sin darnos cuenta. “Con frecuencia, la producción de progesterona es lo primero que disminuye, por lo que el ciclo se vuelve más corto y puede haber problemas de fertilidad, manchado prematuro e insomnio”, explica Hill.
“Y dado que el estrógeno y la progesterona son como dos hormonas subidas en un balancín, cuando la progesterona baja, el estrógeno aumenta”. Cuando el estrógeno aumenta, la ira y la irritabilidad se vuelven más comunes, así como la hinchazón, la sensibilidad en los senos y la confusión mental.
También podemos sufrir dolor en las articulaciones, sequedad vaginal, problemas de memoria y memoria verbal, olvidos y otros cambios cognitivos y de estado de ánimo, la mayoría de los cuales ocurren hacia el final de la perimenopausia, cuando la menstruación está a punto de detenerse para siempre. “Las hormonas afectan a todo, y debido a que tienes niveles tan bajos de estrógeno, puede afectarte en muchas cosas”, dice Hill.
Es una gran incomprendida incluso para los profesionales sanitarios
Dado que la menopausia llega en un momento vital en el que operan muchos factores diferentes –y que sus síntomas son tan numerosos–, es frecuente que muchos médicos, tanto de atención primaria como de otras especialidades, fallen en su diagnóstico.
Hill revela que a muchas pacientes suyas, que “informaron de repente de ataques de pánico sin venir a cuento”, se les dijo que estaban deprimidas o padecían problemas cardiacos cuando en realidad todo se debía a sus alteraciones hormonales.
“Hay un caso de estudio en el libro en el que hablo de una paciente mía a quien su médico de cabecera le estaba dando antidepresivos en lugar de terapia hormonal sustitutiva (THS). Al final se la pidió ella. Pero había estado seis años sin tratamiento, sufriendo síntomas severos, con pensamientos intrusivos incluidos, y lo único que le hacía falta era estrógeno”, narra Hill.
Su consejo es seguir las recomendaciones de la guía NICE, para saber qué atención demandar y qué tratamientos diferentes existen. “Otra cosa que se le dice mucho a las mujeres es que todavía no tienen la menopausia porque siguen teniendo reglas”, dice Hill. “Eso es malinterpretar lo que es la menopausia”.
¡No todo son penas!
Aunque muchas mujeres temen la perimenopausia –y/o han oído quejarse a sus madres–, en verdad puede ser un periodo muy positivo y un punto de inflexión muy bienvenido. “La función del ciclo menstrual es tener relaciones sexuales y fabricar otro ser humano, lo hagas o no, de modo que el estrógeno nos hace interesarnos por los demás, ser más sociables y complacientes”, expone Hill.
“Cuando se va, ya no nos importa tanto lo que opinen los demás, y eso es un regalo”. Cuenta lo maravilloso que es ver a sus pacientes venirse arriba a medida que se ponen como prioridad en sus vidas y dejan de intentar agradar a los demás en favor de hacer lo que quieren, cómo y cuándo lo quieren.