El cigarrillo-e

Décadas lleva la guerra contra el tabaquismo. Todo empezó por un problema legal entre las compañías tabacaleras estadunidenses y el gobierno del Tío Sam. ¿A poco creía que la medida inició por cuestiones de salud?

Cuando los españoles descubrieron América, encontraron también que fumar Nicotiana tabacum L. era una costumbre popular entre los taínos de Cuba. La llevaron a Europa donde tuvo una acogida fenomenal. Aunque, según mi experiencia, iniciarse en su aspiración raramente es placentera, a la larga, a la mayoría humana acaba por gustarle. Al echarse un maratón de películas sesenteras, uno verá que parte obligada del atuendo es cigarrillo en mano; el estilo, el aplomo y la clase se delatan en la forma de sujetarlo. Ni qué decir de La Doña y su grandioso puro. Algo hay en la planta que cautiva y reconforta, cosa que, afortunadamente, nunca descubrí en mi adolescencia, porque hoy sería un marginado social.

Dentro de las varias substancias que componen una bocanada humeante la nicotina es el agente adictivo. Alquitrán –cancerígeno–, amoniaco, arsénico, butano, cadmio, metano y monóxido de carbono completan la ensalada química. Varios estudios resaltan el peligro de fumar y lo ligan al cáncer, enfermedades respiratorias y cardiacas. Si bien es verdad que meter humo a los pulmones puede acarrear complicaciones, hay que ser agudo en detectar la manipulación médica y política. Frases que aseguran un porcentaje preciso de riesgo canceroso o una disminución exacta de tantos años de nuestra esperanza de vida, son timos.

Inventado hace tiempo, el cigarrillo electrónico puede ser una alternativa para acabar con la cacería a los fumadores. Es más, sin estar diseñado para eso, ha servido para que la gente deje el vicio. En la década de los 60, Herbert Gilbert inventó y patentó el primero, fue olvidado porque parece ser que no contenía nicotina, sino substancias aromáticas nada más. Dice la historia que, en 2003, el chino Hon Lik, afligido por la muerte de su madre de cáncer pulmonar, creó un método seguro para obtener nicotina sin humo y sin los compuestos perjudiciales anexos al tabaco. El éxito llegó a Europa y, en 2011, a EU.

Un cigarrillo-e posee una resistencia encargada de vaporizar un líquido aceitoso —el líquido-e— compuesto por propilenglicol, glicerina, nicotina y saborizantes (arándano, moras, menta). ¡Cuidado!, ingerido sí puede ser fatal. Los hay desechables, con una dosis de 300 inhalaciones
–como dos cajetillas–, al aspirarlos se encenderá la resistencia automáticamente, vaporizará la mezcla y el foco de la punta brillará de cierto color: blanco, azul, a veces simula fuego. En los que no son desechables se necesita apretar un botón para accionar el dispositivo. Presentan gran variedad de diseños y ya existe toda una parafernalia de accesorios très chic. Se recargan por medio de enchufes o USB. Uno puede fabricar su propio menjurje, incluso mejorar los comerciales añadiéndoles alcohol (preferiblemente vodka) o purés de plantas filtrados: té, hierbabuena y mariguana.

A mí me gustaría que por el USB les pudiera pasar sinfonías evocadoras, fotos nostálgicas y pinturas estremecedoras para vaporeármelas extasiado.