A Doña Pancha…
Para la Organización Mundial de la Salud, el maltrato a los ancianos es “un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza”; puede ser físico, psíquico, emocional o sexual, y a través del abuso de confianza en cuestiones económicas.
En su “Informe especial sobre la situación de los derechos humanos de las personas mayores en México” (febrero 2019), la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reportó que aunque las entidades federativas carecen de registros o concentrados sobre denuncias e investigaciones sobre este sector, de enero de 2014 a febrero de 2016, cerca de 34 mil 041 personas mayores tuvieron el carácter de presuntas víctimas; y se reconoció como sujetos activos del delito a 2 mil 945 familiares de las personas mayores agraviadas.
“Del total de denuncias, 57% se inició por la comisión de delitos patrimoniales (entre ellos: despojo, robo a casa habitación, de vehículos, a negocio o transeúnte, fraude, daños en propiedad privada, allanamiento de morada y abigeato); 16% por violencia familiar; 8% por lesiones; 5% por amenazas; 4% homicidio, y en menor porcentaje, ilícitos como violación y abuso sexual; privación ilegal de la libertad; abandono de persona; omisión de cuidados; responsabilidad médica; trata de personas; explotación, y discriminación”, consignó el informe.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, del INEGI, el 44.9 por ciento de la población entrevistada, de 60 años y más, opinó que en el país sus derechos se respetan “poco o nada”, el 28.5 por ciento consideró que su principal problemática es tener una pensión insuficiente para cubrir sus necesidades básicas y el 22.5 por ciento mencionó la falta de oportunidades para encontrar trabajo.
Adicionalmente, el 16.1 por ciento declaró haber sido discriminada en el último año, en al menos un ámbito social; principalmente en la calle o el transporte público, el trabajo y en familia. Además, el 24.8 por ciento manifestó haber experimentado al menos un incidente de negación de derechos en los últimos 5 años; fundamentalmente en cuanto a recibir atención médica o medicamentos, obtener apoyos de programas sociales y atención en oficinas de gobierno.
El 17 por ciento de los adultos mayores reveló haber experimentado al menos una situación de discriminación en los últimos 5 años; el 61.1 por ciento consideró que la causa por la que le ocurrió la situación de discriminación fue su condición de adulto mayor.
A este entorno debe sumarse el contexto generado por el Covid-19. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la pandemia ha “resaltado las necesidades y las vulnerabilidades que tienen las personas mayores con respecto a su derecho a la salud; evidenciado las tasas de mortalidad más altas en personas mayores con comorbilidades y con deterioro funcional; y expuesto la fragilidad de los sistemas de salud para apoyar a los adultos mayores y considerar sus necesidades únicas, entre otras”.
Por ello, la OPS ha hecho un llamado a que modifiquemos el trato y las respuestas a las necesidades de nuestras personas mayores, especialmente en esta situación de emergencia.
El pasado 31 de enero, en el marco de la audiencia con los los participantes en el Congreso internacional «La Riqueza de los Años», el Papa Francisco manifestó que “La desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez”.
Así que en esta nueva normalidad en la que nos encontramos atrapados, bien haríamos en reflexionar acerca de nuestro propio comportamiento ante los adultos mayores… en principio, hacia los más cercanos, para luego preguntarnos a nosotros mismos si podremos verlos de frente.