Trump, el novato de la política que reta por la Casa Blanca

Notimex

Donald John Trump coronó hoy con la candidatura presidencial republicana una campaña inédita por su mensaje divisivo, aislacionista y antiinmigrante, y encabezará la recta final hacia la Casa Blanca…

Donald John Trump coronó hoy con la candidatura presidencial republicana una campaña inédita por su mensaje divisivo, aislacionista y antiinmigrante, y encabezará la recta final hacia la Casa Blanca con un partido enojado y fracturado.

A sus 70 años, Trump se convirtió en el primer aspirante presidencial de uno de los dos principales partidos de Estados Unidos en ganar la nominación, sin haber ocupado un cargo de elección, pero armado de décadas de experiencia como empresario y personalidad televisiva.

“No podemos darnos el lujo de ser políticamente correctos nunca más”, proclamó desde la tribuna de la Arena Quicken Loans de Cleveland, ante unos dos mil 500 delegados y más de 10 mil asistentes, antes que 125 mil globos descendieran sobre la multitud.

Contra todos los pronósticos, su gesta consistió no sólo en derrotar a 16 políticos de alto nivel, incluidos gobernadores y senadores, sino hacerlo desafiando las reglas convencionales de la política, incluidos sus insultos a inmigrantes, mujeres y discapacitados.

Su personalidad brusca y directa en su calidad de fuereño de la política, capturó la imaginación de un electorado molesto por el estancamiento de la clase política de Washington y angustiado por la inseguridad laboral y la incertidumbre de su futuro económico.

Considerado un maestro de la mercadotecnia y amparado en la frase “Hagamos grande a Estados Unidos nuevamente”, Trump concibió una estrategia basada en la construcción de chivos expiatorios, como los inmigrantes indocumentados, y de soluciones simplistas.

Aunque sus planteamientos desafían las leyes de la economía, Trump prometió devolver la supuesta prosperidad perdida, con un mensaje contra el libre comercio y amenazas de desatar una guerra comercial con China y México, y la creación de un polémico muro en la frontera sur.

Singularmente, en su mensaje de aceptación no mencionó expresamente a México ni a ningún otro país de América Latina.

Su estilo heterodoxo y directo fue visto por sus seguidores, principalmente por estadunidenses blancos y sin estudios universitarios, como una bocanada de aire fresco y un contraste con los políticos tradicionales.

Aunque ha prometido restituir el poder perdido a las fuerzas armadas de Estados Unidos, cuestionó el heroísmo de los prisioneros de guerra, sin pagar un costo político obvio en las encuestas de opinión.

En política exterior rompió los estereotipos alabando a personajes como el presidente de Rusia y al hombre fuerte de Corea del Norte, y planea como presidente dejar atrás el concepto del “globalismo” por el del “americanismo”.

Una de sus primeras amenazas como nominado presidencial fue renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá, y abandonarlo si no logra una negociación satisfactoria.

Pero las mismas virtudes que le granjearon el más alto número de votos republicanos en las elecciones primarias que cualquier otro aspirante republicano, lo convirtieron en uno de los prospectos a la Casa Blanca más impopulares de la historia.

A pesar de las evidencias empíricas de la importancia del voto latino en la política presidencial, Trump parece apostar su triunfo en las elecciones del 8 de noviembre a la posibilidad de atraer a un número inédito de votantes blancos al proceso político.

Su impopularidad es especialmente marcada entre las mujeres, un vital segmento del electorado, las personas con estudios universitarios y las minorías, incluida la afroamericana.

Aunque el objetivo declarado de la Convención Nacional Republicana era la búsqueda de la unidad partidista, la cita conservadora de Cleveland dejó al descubierto las divisiones al interior del movimiento conservador y sus retos para llegar unido a los comicios.

Además de la ausencia de políticos como George W. Bush o Mitt Romney, más de 700 delegados de los casi dos mil 500 delegados votaron por otros candidatos en el pleno de la Convención y delegados latinos se inconformaron por sus ataques a los mexicanos.

Pero el episodio que atrajo la mayor atención fue la decisión del senador cubano-americano de Texas, Ted Cruz, de no apoyar su candidatura debido a los ataques de Trump contra la esposa y el padre del legislador.

Trump enfrenta el reto de atraer a los votantes escépticos de la virtual candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, quien enfrenta sus propios problemas de impopularidad y a millones de simpatizantes de Bernie Sanders.

Clinton fue mencionada negativamente en 11 ocasiones en su mensaje, un anticipo de lo que se espera sea una estrategia sistemática para minar la credibilidad e imagen de su rival demócrata.

Ciertamente Trump utilizó su primer discurso como candidato presidencial para arrojar un ramo de olivo a los seguidores de Sanders. “Sus partidarios se unirán a nuestro movimiento porque arreglaremos su mayor asunto: el comercio”, dijo Trump.

La Plataforma Política del Partido Republicano respaldó de hecho a Trump en el meta comercial y pidió cautela en las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), a pesar de que históricamente los republicanos han simpatizado con el libre comercio.

Tradicionalmente los candidatos presidenciales republicanos o demócratas reciben un súbito incremento en las encuestas, pero sólo lo mantienen si logran ensanchar su base de seguidores y acercarse al voto crucial de los independientes.

Hasta el momento la aritmética electoral favorece a Clinton, no sólo en las encuestas nacionales, sino en el decisivo Colegio Electoral, pero aún restan más de 100 días para las elecciones del 8 de noviembre.

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