«Estuvo a nada de córtame la yugular», son palabras de Guadalupe, una mujer que logró convertirse en una sobreviviente de la violencia machista que se vive en el Estado de México luego de ser apuñalada por su ex pareja.
El intento de asesinato se produjo hace más de un mes en el municipio de Texcalyacac, tiempo en el que ha iniciado una batalla legal llena de irregularidades, malos peritajes y revictimización, recuerda la joven.
El 30 de noviembre de 2020, «me tomó del pelo, tiro al suelo, se subió encima de mí y empezó a córtame el cuello, después empezó a apretarme fuertemente con ambas manos», narra la muchacha de 19 años de edad.
Ella, en sus ganas de vivir agarró la hoja metálica del cuchillo con sus manos, marcadas todavía por las cicatrices, logró gritar, sin embargo, nadie pudo ayudarle, tuvo que correr hasta llegar a un módulo de policía.
Pese a las heridas, luchó por mantenerse consciente hasta encontrar un hospital que la recibiera tras la negativa por la gravedad de las lesiones que presentaba, hoy pide justicia, pero el agresor sigue libre.
La entidad mexiquense se ha convertido en los últimos años en un lugar letal para las mujeres, el año pasado más de una fue asesinada violentamente en manos de hombres, advierten las estadísticas oficiales.
Miedo e impotencia
A veces recuerda las imágenes y siente miedo, pero también impotencia por las inconsistencias en las investigaciones que la Fiscalía General de Justicia del Estado de México ha incurrido en su caso, dice Lupita.
En agosto pasado se separó de Adrián, el padre de su hija, pero tenían contacto por Camila, aunque la comunicación empezó a ser distinta, él empezó a cambiar y se negaba a dar dinero para los gastos de la pequeña.
Todo empezó a complicarse al no tener un ingreso y no recibir la manutención, por lo que empezó a trabajar en un bar junto con su ex novio; la madrugada de aquel lunes la empezó a golpear hasta atacarla violentamente.
El hombre aprovechó para llevarse a la niña por quien existe una Alerta Amber para su localización, a más de 30 días de la agresión no ha podido verla ni ha encontrado respuesta de las autoridades estatales.
«Desde ese día, no se hizo una valoración bien, ellos, dijeron que las heridas no ponían en riesgo mi vida, mandaron la carpeta pero con fallas; empezamos mal», reprocha la joven.