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lunes, septiembre 23, 2024

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Se fue el 2020

“No aprendemos de la experiencia… aprendemos de reflexionar sobre la experiencia”

Las páginas del calendario caen lentamente, la voz de los suspiros se pierden en la inmensidad del pensamiento, las luces se apagan, el telón baja y nos muestra nuestra realidad: lo que somos, lo que añoramos, lo que perdimos y lo que tenemos, en fin; el año 2020 ha dejado mucho para reflexionar, mucho por aprender, otro tanto por valorar y un tanto más para suspirar. Este es el final de un año que marcó una época que queramos o no, nos ha tocado vivir.

En la algarabía por desprender por completo la última página al calendario 2020, esperando que con ese simple y delicado acto se transformen realidades; muchos llevan tras de sí un cumulo de anécdotas por contar, hay quienes decidieron hacer de los medios informativos y el internet un intermediario para contactarse con el mundo, el encierro fue su máxima experiencia a contar, la soledad y con ella la ansiedad, estrés e insomnio serán sus notas melodiosas para cerrar un año que se va  cargado de suspiros por lo que pudo ser, pero no llegó.

Otros tantos los más activos, el personal médico y de enfermería habrá perdido el número de insumos médicos que han empleado para tratar de contener un virus que sigue sin ser domado, viendo el pasar el tiempo con pacientes nuevos, otros regresando, otros tantos que no pudieron cruzaron el umbral de la salud y que tendidos en una cama de hospital (en el mejor de los casos) exhalaron el último aliento de melancolía para despedirse del mundo y así; con trajes especiales para su propia protección, con la angustia de evitar no dañar a su familia constantemente sanitizándose, con cansancio acumulado porque muchos no tuvieron ni periodo vacacional llegarán al cierre de año con las manos vencidas y las piernas fatigadas, pero con las ganas dispuestas para andar el camino, porque su juramento ético les pide luchar por la vida, por la salud de esta humanidad.

Muchos vieron desfilar delante de sí, ilusiones, trabajos y proyectos que les llevó años armar y que la contingencia sanitaria decidió hacer a un lado para ser ella la protagonista; en el campo educativo las cosas fueron realmente complicadas pues tuvimos que adecuados (maestros y alumnos, pero también padres de familia) a vivir de una manera diferente esta nueva forma de educar, atrás de una pantalla (computadora, televisión, tableta o celular) y prestar el máximo de atención en un lugar que habitualmente se ocupaba para reposo y distracción: nuestro hogar.

La forma didáctica cambio como una misión futurista, de tajo fuimos inmiscuidos en el aprendizaje de uso y aprovechamiento de las tecnologías de la información (creación de correos electrónicos, uso de plataformas educativas digitales, manejo de software y por su puesto el uso compartido de internet) en casas donde las prioridades eran o son otras (muchos viven al día) y si pretenden que los menores o jóvenes estudien tienen que pagar servicios que por falta de solvencia económica no eran adquiridos; sin contar que las formas pedagógicas se complicaron para una educación a distancia.

2020 fue un número ocupado con azoro por la humanidad para referirse a un año en el que la propia humanidad como pocas veces o nunca, se detuvo para poder subsistir, donde la rutina se hizo añicos para deconstruirse en una “nueva normalidad”, en donde la vida se valoró diferente.

Este es el año donde los saludos de mano se disiparon, donde la cercanía y el calor humano se distorsiono por una fría “sana distancia”, donde nuestro rostro era cubierto con una careta o un cubre bocas, y en algunos casos con lentes especiales de protección; pero también fue el año donde nuestra voz no pudo ser callada, donde la humanidad recordó su propia humanidad, su fraternidad, la calidez del alma, su grandeza de pensamiento, hubo caídas sí, pero también lo decimos con orgullo: crecimos en lo individual y como sociedad, porque mientras haya una esperanza habrá brazos dispuestos para seguir luchando, no queremos ni pretendemos bajar los brazos.

El año que marco la vida de muchos (sino es que de todos) está por cerrar sus ojos, dando paso a un nuevo año que tiene ya tras de su anuncio de llegada un halo de incertidumbre, muchos esperanzados pensamos que acabado el 2020 las cosas serán mejores (eso quisiéramos todos) pero el panorama no es tan prometedor, iniciaremos el año (2021) en aislamiento social, en el caso de algunos estados de la República Mexicana en semáforo rojo, es decir con poca movilidad y el desarrollo de muy pocas actividades (básicamente las esenciales); con la llegada de la vacuna para prevenir la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2 pero expectantes hacia sus reacciones.

Sin duda, este año nos dejó muchas experiencias y si bien el panorama es complicado, confuso y en ocasiones desalentador; no todo ha sido tan malo, tuvimos la oportunidad de interactuar a distancia, hay quien adecuado a la “nueva normalidad” decidió forjarse profesionalmente o en la adquisición de una nueva habilidad; muchas personas hicieron adecuaciones a sus hogares buscando sin duda con ello, aprovechar el tiempo; no se puede negar lo realmente importante de estos tiempos: tenemos vida, estamos y podemos luchar.

Hagamos que nuestra vida en esta difícil prueba para la humanidad (de la cual formamos parte) tenga sentido, que nuestra estancia en el mundo arroje algo positivo, esperanza, fortaleza, fraternidad, humanismo; los valores éticos que la humanidad ha dejado cegados por tanto tiempo, hoy deben resurgir fulgurantes; hagámonos humanos más humanos, dispuestos a ir en la travesía de la vida, convencidos de que podemos hacer el bien a nosotros y a quienes nos rodean, firmes en la defensa de los principios de igualdad.

Luchemos por un año nuevo 2021, lleno de una mentalidad resiliente, donde el apego a los derechos universalmente reconocidos tenga un sentido eminentemente práctico, donde nuestras voces no callen y expandan sus ondas sonoras para llevar esperanza, para denunciar injusticias, para difundir alegría, para bendecir antes que maldecir, para confortar al necesitado, para saciar la necesidad de una nueva humanidad que crea en sí misma.

No me resta más que agradecerte el haber leído mis comentarios durante este 2020, que “oratoria epistolar” siga avanzando en esta época inusitada y que juntos sigamos conectados en poderedomex.mx.

Que este año 2021 que está por comenzar te traiga parabienes, salud y prosperidad, a ti y los tuyos: ¡Feliz año nuevo!

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