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domingo, septiembre 22, 2024

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LEALTAD: UN VALOR REAL

Hace muchos años en la época de los grandes reinados, se dice que los reyes buscaban de entre sus súbditos más amados, dos cosas muy importantes; la primera de estas era lealtad y la segunda, fidelidad.

Aunque para muchos la segunda es sinónimo de la primera, para los reyes no lo eran.

Lealtad en muchas formas denota un profundo respeto, devoción y deseo por agradar y mantenerse cerca de cierta persona, por voluntad propia y sin compromiso a cambio.

Fidelidad, sin embargo, establece un sentido de responsabilidad y deseo por cumplir o quedar bien con alguien, pero a cambio de algo, por lo general, un pago monetario o en especie.

Abundando en la idea de afección personal que acompaña a lealtad, en el habla usual se dice a menudo, apego o ley.

José López de la Huerta; primer autor que aplicó la teoría sinonímica a la lengua española, que fue publicada por primera vez en Viena en 1789, dijo que:

«La fidelidad no explica por sí sola más que la exactitud con que se cumple la obligación contraída, con que se observa la ley de vida al soberano; la lealtad añade a esta idea la del afecto personal con que se cumple aquella obligación. Por eso no se dice: juramento de lealtad, sino juramento de fidelidad.»

Para los reyes de antaño entonces, encontrar lealtad en sus súbditos, era un divino tesoro y un valor real.

Lealtad. Es algo indispensable en todas nuestras relaciones, especialmente aquellas que deseamos que lleguen a perdurar por años o toda la vida.

La lealtad es una virtud que se desarrolla en la conciencia y que implica cumplir con un compromiso aún frente a circunstancias cambiantes o adversas. Se trata de una obligación que uno tiene con el prójimo.

Un hombre de bien debe ser leal a otras personas, a organizaciones (como la empresa para la cual trabaja) y a su nación.

Si somos leales tendremos la confianza y el respeto de las personas que más nos importan. Cuando somos leales con nuestros amigos, la amistad puede llegar a niveles profundos, más allá de la superficialidad.

Ser leal supone un gran compromiso de nuestra parte, quiere decir que estaremos para todo lo que deba venir, tanto lo bueno como lo malo.

Supone estar o hacer las cosas, no sólo porque sea nuestro deber sino porque sentimos un profundo compromiso personal.

La lealtad ha formado amistades, familias, comunidades, pueblos y ciudades. Naciones enteras. Pactos inquebrantables, más que por ley, por Lealtad misma han sido posibles.

Cuando el rey Salomón decía que un amigo es como un hermano, establecía precisamente, un alto grado de lealtad y uno que conlleva además devoción.

Cuando un amigo es capaz de apoyarnos en nuestros momentos más difíciles o inclusive estar a nuestro lado en los más alegres, lo hace como un hermano. Un amigo verdadero es leal.

Los amigos verdaderos son los que están presentes aun cuando no lo merezcamos. Se quedan junto a uno, cuando otros salen corriendo.

Lealtad, por ejemplo, es un valor que nuestro país necesita, para resistir los días venideros.

Nuestra nación, es una gran nación y merece la lealtad, además de la fidelidad de sus gobernantes hacía sus gobernados. La corrupción y la impunidad son señales claras de esa falta de lealtad, amor y respeto por su nación.

Me llama la atención, por ejemplo, la lealtad de una persona hacia su equipo de futbol preferido.

No importa cuántas veces su equipo pierda el tan anhelado campeonato, seguirá siendo su equipo y seguirá creyendo en la palabra del entrenador y de sus jugadores, lo que me lleva a pensar que, lealtad, tiene mucho que ver también con esperanza y por lo tanto con la fe.

Abraham, quién fue llamado padre de naciones, creyó en las promesas de Dios y fue leal con Él hasta el final de sus días.

La paciencia de Job no era otra cosa más que su lealtad a Dios. Sabía que nunca le fallaría. Lo que me lleva a pensar entonces, que lealtad, inevitablemente conlleva amor.

Lealtad es un valor que arrebata momentos de triunfo a los tiempos de adversidad. Es un valor que siempre llevará a un amigo consigo.

La lealtad vence toda barrera, es auxilio en tiempos de adversidad, es fortaleza cuando el cansancio nos abate, nos levanta cuando tropezamos, nos acompaña sin importar la distancia hasta el final del camino.

La lealtad es uno de los grandes valores de la humanidad y nos hace solidarios con los problemas de los demás, con las causas justas, con la naturaleza y el medio ambiente y aun con los animales.

Quién tiene una mascota, por ejemplo, perro, gato, perico, etc. Entiende perfectamente el valor del que hablamos, pues es un sentido de lealtad profundo el que demuestra una mascota cuando está a nuestro lado.

Añado entonces a lealtad como virtud, el agradecimiento y pregunto:

¿Deberíamos nosotros estar agradecidos por la oportunidad de vivir? o ¿Por la salud? o ¿El techo que nos protege?

¿Por la familia que tenemos? o ¿Por el trabajo que nos sustenta?

Porque de no ser así, estaríamos actuando con total desapego al valor que nos ocupa y estaríamos faltándole al respeto a quienes no tienen la misma gracia que nosotros.

La lealtad nos permite entre otras cosas, vivir un estado de plenitud.

Nos permite sentirnos bendecidos, completos y felices, nos da un sentido de integridad, de honestidad y de paz.

Nos hace mejores personas y sentirnos en muchas formas satisfechos de entregar nuestro mejor momento.

Ahora me pregunto, ¿será importante la lealtad en la familia? Por supuesto que sí, la familia es la base de todo, no podemos imaginar a un padre o a una madre sin este gran valor en el corazón, especialmente cuando se trata de los hijos, o viceversa, de los hijos hacia los padres.

La familia siempre será el punto de partida y así mismo, la culminación de la mejor obra.

Ahora, hablando de la lealtad en el trabajo; en lo laboral descubrimos qué difícil es tanto generar lealtad como mantenerla.

Es tan sencillo perder la lealtad de los que están cerca de ti cuando permites que tu lealtad, por ejemplo, dependa de tu sueldo o de tu jefe o del trabajo de los demás.

Sin dudarlo, enfermarte o sufrir algún accidente que te obligue a ausentarte de tus actividades por más de una semana, alterará el estado de lealtad de más de uno, lo cual es terrible, porque resulta que incapacitarte, no es lo más conveniente para nadie.

Ahora pregunto: ¿Cómo reconocer a una persona desleal?

  • Constantemente critica a los demás, y siempre parece encontrar algo negativo que comentar de ellos.
  • Constantemente habla de cosas privadas que ha llegado a conocer acerca de los demás (generalmente porque en confianza se lo dijeron). Es una persona chismosa.
  • Siempre aparecen cuando las cosas te van bien y desaparecen en cuanto hay dificultad.
  • Siempre están pidiendo algo a cambio de cualquier cosa que se les pida.
  • Nunca hacen nada por bondad sino por conveniencia

El antivalor de lealtad es deslealtad.

La deslealtad es desinterés, desamor, mentira, engaño, falta de esperanza y Traición.

Y la deslealtad es capaz de traicionar los más simples recuerdos, o las promesas más cercanas.

Una persona desleal en nuestras vidas es como una bomba de tiempo, mientras estés dando lo que te pide y accediendo a sus peticiones será tu “leal amigo”, pero en cuanto dejes de darle el gusto se convertirá en enemigo.

El trato con este tipo de personas es algo que debemos intentar evitar en la medida de lo posible.

Lo contrario de la lealtad es la traición, que supone la violación de un compromiso expreso o tácito. Por ejemplo:

Un hombre debe ser fiel a su esposa. No mentirle forma parte de la lealtad. Si, en cambio, engaña a su mujer, está cometiendo una traición.

No permitamos que el antivalor, supere al valor, ya que, de permitirlo, estaremos abrazando el fracaso como sociedad.

Lealtad es entonces, un valor real y un tesoro divino, siempre al alcance y disponible para todos.

Muchas gracias.

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