Arturo Callejo – noviembre 23, 2020
Es muy probable que este año los santuarios de la mariposa monarca, ubicados en el Estado de México, no abran sus accesos al público para evitar aglomeraciones y contagios de Covid-19.
Tan solo en Amanalco de Becerra, las comunidades de El Capulín y Macheros mantienen su negativa de la apertura al público para resguardar la salud de sus habitantes, mientras que las autoridades de salud, turismo y protección civil esperan la postura de Temascaltepec y San José del Rincón, para ratificar esta postura.
Gloria Tavera Alonso, directora regional del Centro y Eje Neovolcánico de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), sostuvo que el argumento que expresan las autoridades locales de Amanalco, es que, si abren el Santuario de la mariposa monarca, nadie les garantiza que no haya contagios de la pandemia, por lo que prefieren mantener la salud de sus habitantes.
“Lamentablemente, no hay un estado de conciencia de muchas personas que visitan estos sitios. Nos preocuparía que no asumieran la responsabilidad de los protocolos sanitarios que se están estableciendo en cada uno de los lugares, sea cual sea la decisión que tome la Secretaría de Salud, la cual no está decidida, la cual no existe una fecha de apertura hasta este momento”, manifestó la especialista.
En caso de que la Secretaría de Salud federal autorice abrir el escenario de la mariposa monarca en los municipios de Temascaltepec y San José del Rincón, para que la gente pueda admirar el fenómeno natural de hibernación, se necesitaría mayor disponibilidad de agua para el lavado constante de manos, además de la limpieza que debe existir en estos sitios, donde se comparten espacios, aunque éstos son abiertos.
“Sería muy complejo poder controlar el aforo porque nunca sabemos cuanta gente va a llegar, porque no tenemos desarrollados aún los mecanismos de reservación y las personas no están acostumbradas a reservar, simplemente llegan, incluso, no estaban abiertos los santuarios y ya la gente estaba llegando porque vieron que ya había mariposas en México y y lo único que hacen es poner en riesgo a la gente que hace la prestación de servicios porque son gente de la comunidad”, sostuvo la experta.
Al mencionar que la temporada de hibernación de la Mariposa Monarca es de noviembre a marzo, Tavera Alonso señaló que, en caso de que se estabilice la pandemia, en enero, la Secretaría de Salud podría autorizar que se abran los santuarios de la mariposa monarca en el Edomex, aunque esto sería gradual para que los comuneros que prestan sus servicios puedan tener una actividad comercial, pero con un aforo de personas limitado.
Beneficios para la mariposa
Gloria Tavera Alonso, directora regional del Centro y Eje Neovolcánico de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, subrayó que, desde hace 40 años, científicamente no se sabe cómo sería el comportamiento de la mariposa monarca al no ser visitada por multitudes, como sucede cada año, pues desde 1980, a los macizos forestales donde se asienta, ha llegado la gente a observarlas.
“No sabemos qué sucede, no existe en la historia actual el saber qué sucede en esas colonias no teniendo visitantes, no lo sabemos, entonces, también ellas necesitan ese espacio, la gran cantidad de bióxido de carbono que se emana a través de todas las personas hacia los alrededores pues también en ellas tiene un efecto. La preocupación es ¿qué efecto pueden tener ahora todos los geles y las sustancias químicas que se utilizan para todo el tema de la limpieza?, ¿que efectos pudiera tener con la población de la Monarca?, finalizó la experta.
Este año, la mariposa Monarca ingresó a México a finales del mes de septiembre, partiendo semanas antes de los bosques del sur de Canadá, pasando por Los Grandes Lagos, en Estados Unidos, entrando por Ciudad Acuña, en el estado de Coahuila, sobre la cordillera del Río Bravo, para proseguir por Santa Catarina, Nuevo León, luego por Tamaulipas, San Luis Potosí y Guanajuato, hasta llegar al Santuario de la Mariposa Monarca que consta de 56 mil 259 hectáreas, compartidas entre el Estado de México y Michoacán.
Este fenómeno natural, considerado como Patrimonio Natural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), tiene un recorrido anual de cuatro mil 200 kilómetros y también se ubica en colonias sobre la zona del Iztapopo y el volcán Xinantécatl.