Estaba la muerte sentada, sentada en un cajón
pasaba su tiempo comiéndose un enorme jamón.
Andaba tomando un descanso, pues el tiempo ya venía
para que todo se vuelva una fiesta, llena de alegría.
Ya la calaca se saboreaba los panes de muerto a montones,
las calaveritas de chocolate y también los turrones.
Todos ya buscan asiento, ¡Qué comience el espectáculo!
ya todos están reunidos en el habitáculo.
Sirvan todo el pan de muerto y el chocolate
ya que en este lugar la ensalada a nadie le late.
Gordos y panzones todos en el panteón,
luego de que todos se dieron un gran atracón.
Llueven las calaveras, llueven como estrellas,
gordas y flacas, pero todas son bellas.
Aquí no hay razas o religiones,
al fin y al cabo todos terminan llenando los panteones.
La muerte no discrimina por tan ridículas cuestiones.
Ricos y pobres a los panteones,
blancos y negros a los panteones.
En los cementerios sólo disfrutan, los gusanos y los ratones.