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Cien años de la muerte de Max Weber, el sociólogo que lo vio todo

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Cien años de la muerte de Max Weber, el sociólogo que lo vio todo
Cien años de la muerte de Max Weber, el sociólogo que lo vio todo

Murilo Kuschick

 Profesor-Investigador, Departamento de Sociología, UAM Azcapotzalco, [email protected]

Ayer se conmemoraron cien años de la muerte del más importante sociólogo del Siglo XX, pese a que en gran parte de su vida no  haya reconocido ser parte de esta tradición, sino que más  bien se consideraba a sí mismo como un historiador, aun cuando al final de sus días se reconociera como sociólogo.

Aun cuando no lo fuera, sus contribuciones a esta ciencia son enormes y hace parte de la “divina trinidad” del pensamiento sociológico junto con Marx y E. Durkheim.

Adivinó, estamos hablando de Max Weber, quien nace en 1854 y muere fruto de la pandemia de la gripe española que mató a millones después de la primer Guerra Mundial.

Weber también es conocido por dos grandes obras, Economía y Sociedad, libro póstumo que publicó su viuda Marianne Weber juntando papeles que rescató hasta  de la basura. Economía y Sociedad iba ser parte de una enciclopedia sobre las actividades económicas, de la cual Max Weber era el coordinador, frente a los retrasos o los malos textos que le entregaban los colaboradores, él prefirió redactarlos de ahí la obra inconclusa y que es un mosaico sobre varias instituciones económicas, políticas, religiosas y hasta sobre música en más de 1000 páginas y que tuvo una primera edición al español en 1944, publicada en México por el Fondo de Cultura Económica.

El otro texto fenomenal es la Ética Protestante y el Espíritu del  Capitalismo, texto muy controvertido ya que se le adjudica  el haber afirmado que el capitalismo es fruto del protestantismo (y de uno típico),  -el calvinismo-, cosa  que niega Weber, ya que para él capitalismo siempre ha habido bajo diferentes modalidades  y con distintos propósitos, si pensamos que el capitalismo tiene que ver con la acumulación de dinero que puede convertirse en capital, esto es, el objetivo de ganar dinero enriquecerse ha habido siempre, pero una forma metódica de enriquecimiento, la que surge en el siglo XVIII y se generaliza en el XIX tiene su base  según  Weber en la ética del protestantismo ascético, frugal  que les va a proporcionar un método los capitalistas que lo van asumir como un trabajo, una vocación (berufen) para intentar impresionar a Dios y con esto lograr la salvación. Este ensayo es parte de un trabajo que mucho consideran la obra más importante de Weber, los Ensayos sobre la Sociología de la Religión una obra monumental en tres volúmenes en donde analiza la ética de las principales religiones del mundo, el confucionismo en China, el protestantismo, luego el hinduismo y el budismo y otro volumen sobre el Islam. Como estas religiones proponen una ética, es decir un conjunto de reglas para la acción, pero ninguna de ellas crea la ética que permita crear un capitalismo en estas latitudes.

Weber propondrá una teoría de la acción diferente de la de Marx o la de Durkheim, ya que su teoría de la acción cuya base es el individualismo metodológico o una teoría comprensiva, en donde define la función de la sociología cuya propósito central será explicar la acción con base en el entendimiento de las motivaciones de la acción. Los actores van a actuar motivados por la acción ajena y toca al  sociólogo proponer a partir de la observación una interpretación de estas motivaciones. Los fines que se propone el actor alcanzar y la búsqueda de los medios asequibles para acceder a ellos, la acción puede ser racional con arreglo a fines, instrumental, racional con arreglo a valores, además de la acción  afectiva y tradicional.

En Weber también  encontramos una teoría de la distintas formas de la dominación, racional, tradicional y carismática. Estas distintas formas de lograr y/o obtener la obediencia son las formas propias  en que se manifiesta el poder, además encontramos su gran definición del Estado como el ámbito en donde se manifiesta el monopolio exclusivo del uso de la fuerza, -ahora tan disputado al Estado mexicano-, así como el concepto de legitimidad, como muchas de nuestras instituciones son legales pero no legítimas habiendo instituciones legítimas pero no legales.

En  1988 la elección de Salinas fue legal pero no legítima, es decir reconocida por todos los miembros de la sociedad política.

Años después López Obrador se llamaba el “presidente legítimo de México”, aun cuando no fuera legal.

Plantea por tanto una teoría del liderazgo en  estas tres dimensiones: racional, tradicional y carismática.  Uno de los liderazgos según más importantes que no nos llevan a un final  no siempre feliz  por su carácter inestable, único y ausente de toda regla y continuidad es el carismático que si bien lleva al pueblo hacia adelante le da rumbo y dirección en la persecución de los objetivos padece de la gran  debilidad de la ausencia de la continuidad y su carácter emotivo.

Otro concepto relacionado a la dominación tradicional es el concepto de patrimonialismo tan  caro a los gobiernos de América Latina, en donde el patrimonio del señor y el del país o del gobierno se funde en uno sólo, es decir nuestros gobernantes llegan pobres al poder y se apropian de la hacienda pública.

Ahora la gran lectura de Weber es acerca de la teoría de la modernización, la constitución de un mundo cuya base central es la racionalidad instrumental y el desencantamiento del mundo, además, Weber va a construir una amplia teoría del gran mal del mundo moderno –la burocratización-, esto es, el gran poder de los burócratas sean en el ámbito público o en el privado, los cuales no sólo dominarían al capitalismo sino al propio socialismo.

Por lo tanto, fue Weber el gran teórico del Siglo XX, ya que ha hablado de todos los problemas que aquejan la sociedad tradicional en el trance a la modernidad, situación que hace que su teoría de hace cien años aún explique el siglo XXI y, naturalmente, que tampoco haya podido ser superada.