En su llegada al AICM, una joven tabasqueña en medio del llanto se acercó al mandatario y contó el caso de su padre, un médico exmilitar que fue asesinado en Guerrero; López Obrador prometió investigar el tema con su gabinete de Seguridad
AMLO se dejaba querer, sonreía y posaba para las fotos al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, proveniente de Colima. Abrazos, besos y afectos repartía con quienes lo miraban incrédulos de encontrarlo y se le acercaban.
“¡Es el presidente!”, gritaban. Él a paso veloz seguía departiendo, pero la sonrisa desapareció de su rostro cuando una joven mujer con los ojos enrojecidos se le acercó y le dijo: presidente, mataron a mi papá.
La velocidad al andar del presidente disminuyó. Abrazó a la mujer, puso su mano izquierda sobre el hombro de ella quien conforme narraba los hechos con una voz baja, comenzaba a sollozar.
AMLO extendió aún más el brazo, la abrazaba con más fuerza. En medio del tumulto de los que querían una foto con el mandatario, la mujer le pedía ayuda.
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“¿A dónde vas ahorita?” le preguntó, “pues para allá”, le respondió la mujer, que partió esta tarde rumbo a Acapulco, Guerrero, el lugar que ocupa el tercer lugar de 50 municipios donde más asesinatos dolosos se cometen en el país, de acuerdo al Gobierno de México.
En pleno dolor de la joven, otras personas no paraban su efusividad, querían una foto; el mandatario trataba de crear un espacio solo con su interlocutora. El sollozo ya era llanto.
Se puso frente a ella, colocó las palmas de sus manos a la altura de las sienes de la joven originaria de Tabasco. Le dio dos besos en cada una de sus mejillas, “mañana veré el caso en la junta de seguridad”, le prometió.
El tumulto los rodeaba, el presidente buscaba un poco de privacidad.
AMLO hizo a un lado el cabello de la joven, se le acercó y le dijo cosas al oído.
Entre su llanto, la joven asentía con la cabeza y también buscaba la privacidad, bajaba el volumen de su voz.
“Gracias” le dijo y se soltaron. Ella regresó al interior de la Terminal 2; al presidente la multitud lo volvió a hacer suyo.
Click, click, se escuchaban los celulares, “¡arriba Obrador, arriba!” gritaba una mujer. “Yo, yo, ¿me regala una foto, licenciado?”, le preguntó un hombre.
Logró salir a la zona de descenso y ascenso en vehículos después de más de cinco minutos de saludos, abrazos y el dolor de la joven mujer.
“Felicidades”, alcanzó a desearles el presidente a los que no dejaron de insistir en estar cerca de él; después subió a su auto.
Al interior de la terminal, Damaris era reconfortada por sus familiares.
Partió rumbo a Acapulco, por el cuerpo de su padre, un médico exmilitar, de quien supo fue asesinado porque vio las imágenes en redes sociales.