Seis de cada diez personas con carestía en la capital mexicana consiguen salir de la pobreza, más del doble que en el resto del país
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Quien nace o se cría en Ciudad de México parte con ventaja.
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La zona sur tiene los peores resultados; apenas un 14% de las personas que nacen pobres sale de esa condición. El estancamiento es la norma y Ciudad de México, la excepción.
La economista Eva Arceo, del Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), señala el mayor dinamismo económico de la capital y el abanico de opciones educativas que ofrece.
“La capital concentra las universidades públicas de mayor calidad del país adonde también alcanzan a entrar los estratos con menores ingresos y hay más oportunidades de empleos”, explica.
“Además, la ciudad tiene una de las tasas de participación femenina más altas”. Un 50% de mujeres en edad de trabajar lo hace, frente al 45% de promedio nacional.
Pero la mayor movilidad social también convive con altos niveles de desigualdad.
Ciudad de México representa el 16% del PIB nacional y sus élites son casi igual de herméticas que en el resto del país.
Solo siete de cada cien personas nacidas en pobreza llegan al grupo de mayores ingresos, según el estudio del CEEY. Y tan difícil es subir como bajar; apenas tres de cada cien personas nacidas entre los más ricos caen hasta el grupo con menores ingresos.
El director del centro de análisis y coautor del informe, Roberto Vélez, sostiene que la movilidad de largo alcance sigue siendo una rareza; los saltos, cuando se dan, suelen ser al estrato inmediatamente superior.
“La estratificación social no se está diluyendo”, explica Vélez. “Es muy difícil caer; las condiciones de ventaja se heredan y el paquete de oportunidades es completamente distinto”.
Pese a ser la mejor palanca para salir de la pobreza, la capital tiene todavía camino por recorrer. Roberto Vélez, de CEEY, apunta a la necesidad de reforzar el sistema de cuidados a niños y ancianos para impulsar el empleo femenino y a la importancia de mejorar la calidad de la educación pública.
Según el informe del centro apenas el 10% de los hijos de padres sin estudios llega a la universidad. “Los datos sugieren que hay una restricción para entrar; estás dejando a los grupos más desaventajados fuera”, explica.