Stephanie es maestra de preescolar, madre de un pequeño de dos años y sobreviviente de la violencia de género que cobra la vida de nueve mujeres todos los días en México
“Si no vas a ser para mi, no vas a ser para nadie”, fue la amenaza que Jovani lanzó contra Stephanie Medina López, antes de intentar asesinarla.
Stephanie es una mujer de 27 años. Es maestra de preescolar y madre de un pequeño de dos años. Pero lo que la define es su valentía.Ella es sobreviviente de la violencia de género que en México cobra la vida de nueve mujeres todos los días, de acuerdo a las más recientes cifras de la ONU.
Valiente, da la cara, y cuenta la historia de terror que vivió hace casi 10 años. “Ojalá les sirva a otras mujeres que han vivido violencia desde niñas como yo”, dice con esperanza Stephanie.
Cuando tenía 18, su exnovio de nombre Jovani, la secuestró, la golpeó, la bañó con galones de gasolina y le prendió fuego.
Ella se siente afortunada a pesar de todo. Ahora es maestra, tiene una familia, un bebé y una pareja, con la cual dice, se “sacó la lotería”. Aún así, le resulta muy difícil recordar ese terrible episodio de violencia extrema que vivió.
“Tenía años que no hablaba de esto, es algo que a pesar de los años te cuesta superar”, cuenta a Infobae México justificando las pausas que tiene que hacer porque no logra contener el llanto.
La violencia de género y esta historia es más común de lo que imaginamos.
Fany, como le dicen de cariño, decidió terminar su noviazgo con Jovani, en ese entonces de 21 años, porque ya no se sentía cómoda con él. La relación había durado tres meses, pero ya tenían más tiempo de conocerse, eran amigos, cuenta.
Empezó a jalonearme, luego a golpearme, después metió galones de gasolina, me bañó completa y me prendió fuego
“Habían pasado dos días de que lo había terminado y me lo encontré en la calle, me metió a su coche y me llevó a su casa y me encerró.
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Ahí empezó a reclamarme que él ya tenía planeado hacer una familia conmigo, que se quería casar. Se descontroló. Empezó a empujarme, a golpearme, después metió galones de gasolina y después me bañó completa y me prendió fuego”.
De acuerdo con datos de ONU Mujeres, 6 de cada 10 mexicanas han sido víctimas de algún episodio de violencia de género a lo largo de su vida, de estas, el 41,3% ha sido víctima de violencia sexual, y muchos de estos casos, de forma más extrema, han llegado a convertirse en feminicidios.
A Fany le siguen provocando ansiedad esos recuerdos. Se le nota en las manos, las mueve, se truena los dedos, las entrelaza; pero dice, le ayuda hablarlo.
“Me quemó y se estuvo burlando de mi. Me decía que ya no iba a ser bonita, que cualquiera que me viera iba a ver las cicatrices, iba a ver un rostro quemado”. Las lesiones que Jovani le provocó fueron quemaduras de tercer grado en el 90% de su cuerpo.
“El vientre y las piernas si están llenas de cicatrices, algunas partes todavía no se terminan de regenerar”.
Ella quedó en estado de shock.
Jovani había puesto música a un volumen muy alto, a pesar de los gritos nadie se había acercado a ver que pasaba. Él, la metió a la regadera e intentó apagar el fuego del cuerpo de Fany, pero la gasolina que le había arrojado era demasiada y el agua no lo lograba sofocar las llamas.
Recuerda que después él se puso encima de ella con una cobija mojada y fue así como cedió el fuego. Pero su intención era matarla. No pidió ayuda médica, al contrario, continuó amenazándola.
Te vas a ir muriendo del dolor, nadie te va a salvar, nadie te va a sacar de aquí
“Traía un arma. Me dijo que yo lo iba a matar de la desesperación. Me vas a matar y tú te vas a ir muriendo del dolor, nadie te va a salvar, nadie te va a sacar de aquí”, cuenta dejando salir, ahora si, las lágrimas que antes intentaba detener.
Los gritos de dolor ahora se escuchaban más fuerte que la música. Una joven pareja llegó y empezó a tocar la puerta insistentemente. Preguntaban si estaban bien y él decía que sí, ” que estaban arreglando sus problemas”, antes le había dicho a Fany que se escondiera. Los vecinos amenazaron con hablar a la policía sino les abría, cuando por fin la abrió, ella pudo escapar.
“A la hora que abre lo empujo y salgo corriendo, y me pongo atrás de ellos, luego corrí sin detenerme hasta que me metí a la casa de los vecinos. Pedía ayuda, que me llevaran a un hospital pero Jovani no quería. La pareja al principio no quería llevarme porque me decían que no se podían meter, pero les dije que me iba a morir ahí”.
Yo sabía que si me dejaban con él, me iba a matar y dejar por ahí en el camino
Su exnovio les decía que él la iba a llevar al hospital, pero ella suplicó porque no la dejaran sola con él. “Yo sabía que si me dejaban con él, me iba a matar y dejar por ahí en el camino”.
Finalmente el vecino la llevó a un hospital pero también fue Jovani. “Cuando llegamos al hospital me puso en una silla de ruedas y mientras entrabamos me dijo: `si tú dices algo, le hago lo mismo a tu hermano, a tu familia´, y yo no dije nada”, platica soltando el llanto de una vez por todas.
Cuando los médicos y trabajadoras sociales le preguntaron que le había pasado, ella inventó historias: se me cayó el agua de la estufa, que se había quemado con una fogata, le había explotado un tanque de gas.
Las heridas que tenía no concordaban con sus historias, cuando llegó un ministerio público a tomarle la declaración no pudo denunciar a su agresor porque el interrogatorio se lo hicieron en presencia de él. Ahí estaba Jovani a un lado de ella, tomándole la mano y vigilando que no lo acusará.
Ella estaba sola en el hospital. Sólo estaba Jovani y familia de él. A su mamá le habían dicho que se había “ido con el novio”, además de que no tenía una buena relación. Con lágrimas me dice que un tío abusaba sexualmente de ella desde que tenía cinco hasta los 15 años.
Ya me sentía muerta, me sentía sin vida
Cuando ella por fin, sobrepasó el miedo de las amenazas de su familiar y se lo contó a su familia, no le creyeron. “No me hicieron caso. Hicieron como si nada hubiera pasado”. Eso fracturó la relación con su familia.
Después de días de internada en el sanatorio, una trabajadora social que “desde el principio se dio cuenta de lo que pasaba” la ayudó. Una amiga le dijo a su mamá que Fany estaba en el hospital, enseguida fue pero la familia de Jovani y las autoridades del instituto médico no la dejaron pasar. “Se tuvo que brincar mi mamá para poder verme”.
Su madre no regresó en unos días porque fue a buscar apoyo de familiares y de instituciones, como la Red Nacional de Refugios (RNR).
Mientras tanto Jovani consiguió que dieran de alta a Fany. Ella pasaba la mayor parte del tiempo sedada y sus heridas aún no estaban ni cerca de curarse, aún así, los médicos le dijeron que se podía ir.
“Ya me sentía muerta, me sentía sin vida, pero mi mamá llegó justo a tiempo, con ayuda de la trabajadora social de la que no conozco su nombre, pero le estoy infinitamente agradecida, me retuvo hasta que mi mamá llegó con ayuda, con mi hermano, mi abuela, mi papá y personas del refugio, la directora de este refugio fue por mi.
El papá de Jovani se dio cuenta y le avisó, entonces él se escapó, se dio a la fuga, lo trataron de alcanzar pero no pudieron”.
Ese día llegó a un refugio que pertenece a RNR. Ahí pudo decir por fin lo que había pasado y denunciar a su agresor.
El personal del refugio llamó a un médico legista para que hiciera el peritaje y le dijo que ella no se podía quedar ahí, sus lesiones eran muy graves todavía y se les iba a morir ahí.
La regresaron de inmediato al hospital y cuenta que a partir de la intervención del personal de la Red Nacional de Refugios, comenzaron a darle tratamientos diferentes, que antes no le habían brindado.
La RNR es un organismo civil sin fines de lucro, que se constituyó legalmente en 2004 con la finalidad de agrupar a los refugios que brindan seguridad, protección y atención especializada para mujeres que viven en situación de riesgo por violencia de género, sexual y trata.
“Cuando regreso al hospital me empiezan a dar otro tipo de tratamientos, me ponen células madre, un gel y un spray que no me había puesto. Me quitan las vendas y empiezan a priorizar, porque toda mi cara estaba llena de cicatrices frescas”.
Estuvo más de dos meses más internada, además del mes y medio de la primera vez. Después, la RNR siguió durante años con los tratamientos que Fany necesitó.
La demanda fue puesta en un ministerio público por intento de homicidio. A pesar de las evidencias, de que se les proporcionó datos exactos del paradero de Jovani, nunca se le detuvo y hasta ahora, su crimen está impune. Y su caso es uno mas dentro de la violencia de género.