Afligida por una serpiente que atacaba a sus queridas aves y ardillas del patio trasero, una mujer de 89 años tomó el asunto en sus propias manos, matando a la serpiente de metros de largo con un martillo en la cabeza.
Garlene Eiceman había notado que faltaban pájaros en uno de sus comederos a su mujer Tallahassee y que no volvían otras aves.
Inicialmente pensó que había algo mal con la alimentación que estaba usando, pero después de una visita a una tienda de mascotas, se enteró de que la alimentación estaba bien.
Hace unas tres semanas, Eiceman miró con horror cuando vio que una serpiente se deslizaba fuera de una caja de pájaros donde había estado viendo cómo sus padres cuidaban un nido de tres pájaros azules.
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EMPECÉ A LLORAR, NO SABÍA QUÉ HACER
La garganta de la serpiente tenía un bulto revelador.
“Empecé a llorar, no sabía qué hacer”;
dijo Eiceman, una bisabuela de seis años y una abuela de seis, que lleva el sobrenombre de Abuela Bunny.
La serpiente bajó y subió por una caja de flores de madera y se perdió de vista.
Después de eso, todas las aves desaparecieron.
Quitó todos los lugares donde una serpiente podía esconderse, incluidas todas las casas de pájaros.
Finalmente vio a la serpiente. Tan pronto como lo hizo, corrió y agarró un martillo y una ramita.
Se adelgazaría y se movería por debajo de la ramita;
yo correría tras él y finalmente giré mi martillo de lado y lo puse bien.
Estaba tan enojado con esa serpiente, dijo.
Las aves y las ardillas están comenzando a regresar a su jardín y Eiceman espera que haya matado a su último reptil.
“Ya no quiero pasar por eso”, dijo.
“Ver esas aves me trajo mucha alegría”.
Arrestan a encantador de serpientes por cobrar 800 pesos por foto
Una foto con una serpiente al cuello es uno de los reclamos turísticos de la famosa plaza de Yemaa al Fna en la ciudad de Marrakech:
y es archiconocido que los encantadores de serpientes no solo son insistentes, sino que abusan con el precio de sus servicios.
Este es el caso de una turista extranjera que cedió al acoso de uno de estos profesionales en la plaza y se fotografió con el reptil al cuello;
pero cuando oyó que le exigía 450 dirhams (861 pesos) por la foto que se acababa de hacer, sintió que había sido estafada, según cuenta hoy el portal web le360.ma.
Si alguien se pregunta por qué no preguntó primero el precio, ignora el “modus operandi” habitual:
los dueños de los reptiles te cuelgan el ofidio al cuello diciendo “Solo foto, solo foto”, y luego te piden lo que quieren.
Así funcionan ellos y los dueños de los macacos traviesos de la misma plaza:
la foto cuesta tanto cuanto ellos quieran.
Pero la turista no se calló, sino que fue a quejarse ante la Policía Turística, siempre presente en la plaza, y los agentes le dieron la razón;
tanto, que pusieron el caso en conocimiento del fiscal de Marrakech;
y este decidió perseguir al encantador de serpientes, y hacerlo, además, bajo estado de detención.
