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Desesperación

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01 de Abril de 2016

Yo quisiera, corazón, que volvieras a mi lado, que me dieras tu perdón y olvidaras el pasado…

                Pesado, Desesperación

Se define la desesperanza como la carencia de una perspectiva real de hallazgos para resolver situaciones complicadas y problemáticas. Aunque comparten la raíz, la persistencia de la desesperanza suele conducir a una instancia superior, frecuentemente relacionada con la cólera, el despecho o el enojo: la desesperación. Un desesperanzado no está necesariamente desesperado. La desesperación es algo superior: es la pérdida de la paciencia o de la tranquilidad de ánimo, causada generalmente por la consideración de un mal irreparable o por la impotencia de no lograr el éxito. Un desesperado ha renunciado a la posibilidad del raciocinio o del juicio ponderado y se lanza —o es lanzado— por el tobogán de las decisiones apresuradas e insensatas.

Don Miguel Ángel Mancera, gobernador de esta que fue muy noble ciudad y ahora no sabe ni cómo se llama, ha entrado en desesperación, motivado por su proyecto de trascendencia histórica en las elecciones presidenciales de 2018 en México. En esa circunstancia, ha decidido trasladar toda la muina que la impotencia de no lograr el éxito en su mayor empresa a un terreno de suyo pantanoso: la contaminación del medio ambiente en lo que ahora insisten en llamar megalópolis, cuando en el Valle del Anáhuac tenía tan bello nombre.

De la mano de doña Tanya Müller, quien vio premiada su ineficiencia para lidiar con el tránsito vehicular capitalino con el nombramiento de secretaria del Medio Ambiente de la nueva entidad federativa, Mancera escogió como su plataforma de lanzamiento el sacrificio de un cordero precisamente pascual, por lo de las fechas. Al pretender que los ciudadanos creamos que los únicos causantes de la contaminación ambiental que trae a mal traer nuestro hogar colectivo son los automóviles particulares que por él circulan, no solamente se está simplificando un problema complicadísimo: se está cayendo en la desesperación. A efectos electorales, un precandidato desesperado no puede generar ni confianzas ni apoyos.

La principal sacrificada de los recientes regímenes mexicanos ha sido la clase media; de ahí recojo la expresión de que esto es una injusticia. Me parece que el mariscal Bernadotte fue el que dijo a Napoleón: esto es peor que una injusticia, es un error. Un hombre en el poder puede ser injusto: nadie dijo que la política honrara a la justicia. Pero un hombre en el poder no puede permitirse un error. La política no puede honrar la torpeza.

A la polución de los aires capitalinos confluyen factores múltiples, desde los basureros al aire libre que generan peligrosos, por explosivos, gases de metano, hasta las industrias poco sanas que trabajan desde hace decenios en el Estado de México y en la propia ciudad capital, pasando por el deficiente transporte público en autobuses y microbuses, que no tiene una sola unidad que podría pasar una inspección de emisión de gases contaminantes. El mismo doctor Mancera sabe de la existencia de esos causales y de la desesperanza para encontrarles solución; de ahí su desesperación descargando todas las culpas en un borreguito. Estamos, todos, ante la absoluta imposibilidad de enfrentar cada uno de los detonadores de esta catástrofe ecológica, de manera similar —a escala—  el mundo está impedido de detener el sobrecalentamiento del planeta, que llevará inexorablemente a su extinción.

Para la polución capitalina existen, desde luego, factores históricos. Hace sesenta años debió haberse edificado una muralla ecológica, un bosque circundante de la Ciudad de los Palacios que diera respiro a la ya entonces considerable mancha urbana y pusiera límite, por la razón o por la fuerza, al desarrollo inmobiliario que arrancó precisamente en torno a 1956. Pero a ese tipo de pieza Shakespeare la llama crónica histórica y lo que estamos viviendo es otro género teatral: la tragedia.

El señor Mancera y la señora Müller saben perfectamente que la instauración de ese instrumento demagógico del Hoy No Circula que, por cierto, inventó el fallido prospecto presidencial de Manuel Camacho Solís, así sea temporal, no va a solucionar ni el problema de la polución ni el de la vialidad. Me temo que mucho menos el de las perspectivas electorales.

La desesperación es mala consejera.


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