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Migración en ruta

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Migración en ruta

Por Daniel Aceves Villagrán*
 

Los acontecimientos recientes, con la incursión ilegal de aproximadamente diez mil inmigrantes provenientes de Centroamérica en seis caravanas, reflejan una manipulación política y un activismo internacional, que incluye agitadores profesionales que han puesto en riesgo a una gran cantidad de personas y que utilizan a familias centroamericanas procedentes de regiones rurales predominantemente como escudos humanos, la nueva administración pública federal tiene un riesgoso compromiso; el no generar expectativas que se constituyan como un éxodo humanitario de grandes proporciones, cumplir con los parámetros internacionales en el ámbito de la migración y los derechos humanos y preservar la soberanía del país.

Los itinerarios de las migraciones internacionales se encuentran en permanente cambio, si bien es posible ubicar fácilmente las rutas migratorias de mayor tránsito en el mundo, las corrientes migratorias son irregulares debido a sucesos que intervienen constantemente en los flujos internacionales, impidiendo que estos se comporten como tendencias fijas, estos sucesos aparecen para desincentivar las migraciones o motivarlas, haciendo que aparezcan nuevos caminos de alto tránsito.

Históricamente, la migración en Centroamérica ha sido detonada por eventos emanados de conflictos bélicos, problemáticas sociales, contingencias políticas y por la ausencia de garantías de los países en torno a la seguridad o a la satisfacción de necesidades básicas. La migración es la respuesta natural de individuos o poblaciones ante la búsqueda de mejores condiciones de vida y oportunidades que, en el lugar de procedencia, serían imposibles de conseguir, por lo que el debate mexicano actual no debería estar girando en torno al dilema de aceptar o no migrantes, sino en la forma en la que el país podría garantizar la seguridad de los migrantes, ya sea como territorio de tránsito o como país de destino. Para llegar a este objetivo, hay tres puntos destacables, el primero es la internacionalidad de la migración, las migraciones dependen de múltiples factores y afectan a la comunidad hemisférica, por lo que las soluciones no pueden ser concebidas por esfuerzos unilaterales, sino que deben provenir desde una perspectiva multilateral, anteponiendo siempre el respeto a los derechos humanos y que exista voluntad para la cooperación internacional, de lo contrario las medidas pueden resultar insostenibles a largo plazo o transfigurar estos en escenarios humanitariamente negativos de discursos nacionalistas y xenofóbicos que tienen gran impacto.

El segundo tiene que ver con la ausencia de información para la toma de decisiones y el desinterés político histórico. La migración es un fenómeno difícil de abordar por los factores que comprende, ya que expone otras carencias de gobierno (educación, salud, empleos, seguridad, etc.) y divide a la propia población en un debate que se rige más por complejos dogmáticos de intolerancia y exclusión que por la información. Los rezagos de la agenda legislativa en la temática migratoria retrasan la elaboración e implementación de políticas que contribuyan certera y sosteniblemente a garantizar el bienestar de los migrantes nacionales y extranjeros.

El tercer punto se compone por las fisuras en la estructura del sistema de seguridad y justicia que impactan directamente en la integridad de los migrantes, las deficiencias acentuadas por la expansión criminal han creado escenario de alto riesgo y de vulnerabilidad para los migrantes, que en su recorrido se encuentran expuestos ante delincuentes. Finalmente, la relación condicionada con el Gobierno de los Estados Unidos será un componente de alto riesgo por las presiones a las que como país seremos objeto, pensar y actuar en las causas será la determinante a seguir.

                                                                         *Analista

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Source: Excelsior