Por Enrique García y García*
Los conocimientos iniciales de la geografía mundial se dan durante los años de primaria, donde se identifican océanos, grandes lagos, montañas, cordilleras, ríos caudalosos, selvas tropicales, etcétera, y también los desiertos, donde, por escasez de agua, no existe vegetación alguna.
Es de señalar que aproximadamente un cuarto de la superficie terrestre son desiertos, tal y como se detalla en el nuevo Atlas1 mundial de la desertificación publicado recientemente por la Unión Europea (UE) y cuya Exposición Fotográfica se exhibe en la Casa de Europa en México en esta noble ciudad, San Miguel de Allende. En la publicación se resalta que existe una presión sin precedentes sobre los recursos naturales del planeta; se pierden tierras vegetales y otras se degradan de manera alarmante. Hay que actuar ya para adoptar medidas correctivas.
En el mapamundi, los desiertos más grandes son el del Sahara, en África; el Arábigo, en el Oriente Medio; el Australiano y otros de menor tamaño. En el continente americano sobresale el Desierto de Chihuahua, ubicado en varias regiones de EU y parte de los estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila. Por efectos del cambio climático, las zonas desérticas se han extendido y los efectos ya se notan en varios países.
La magnífica muestra fotográfica deja ver el desastre que se está causando en el hábitat de las personas que hace unos años convivían con dificultades, pero hoy en día la situación es insostenible, por lo que, tanto la ONU como la UE, hacen llamados para detener tal depredación. La primera estableció un día2 para concentrar los esfuerzos de la comunidad internacional y propusieron el 17 de junio de cada año, fecha en la que la UE presentó el Atlas ya aludido.
El común de la población piensa que poco puede hacer, pero no es así; cuando hablamos de temas ambientales es preciso tener en mente aquello de “piensa global y actúa local” y allí está nuestra participación. Es indudable que el problema de la desertificación se da en las áreas aledañas a los desiertos, pero también aparece en las zonas urbanas. Abundo. El crecimiento de la población ha hecho que las ciudades se extiendan para dar vivienda y servicios, pero a costa de cierta desertificación que afecta, en el corto plazo, el equilibrio ambiental del entorno.
Si bien es cierto que muchas ciudades han establecido franjas de amortiguamiento ecológico, éstas se ven presionadas por la demanda permanente de casas-habitación y servicios inherentes. Lamentablemente, en muchas poblaciones la “mancha de concreto” arrasa con la vegetación existente y con zonas de vocación lacustre.
La desertificación urbana tiene efectos inmediatos adversos en los microclimas citadinos, y en las grandes urbes cada año aparecen con mayor intensidad. Las áreas verdes eran llamadas “pulmones vegetales” por sus múltiples aportaciones al medio ambiente. Desafortunadamente, el cambio climático general y la desertificación local hacen estragos ecológicos que ya repercuten en la salud de sus habitantes. Además, esa depredación trae consigo que las industrias y vehículos en circulación contaminen el aire, haciendo que los habitantes respiren partículas tóxicas que generan, a su vez, compuestos dañinos en extremo, como el ozono3.
El desarrollo de los países y ciudades debe ser sostenible, y todos podemos luchar contra la desertificación y contribuir a tener un planeta verde. Sí se puede.
1 “El Atlas de desertificación Mundial 2018”, Unión Europea, junio 2018, Bruselas, Bélgica. https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&ved=2…
2 “Día Mundial de lucha contra la desertificación y sequía, 17 de junio” ONU, junio. EEUU. 2018 http://www.un.org/es/events/desertificationday/
3 “El Cambio Climático y el Ozono” Glosas, E. García y G. junio 2013. México.
http://fisicogarcia-glosas.blogspot.com/p/20130605-el-cambio-climatico-y…
*Conferencia pronunciada en el lugar donde se exhiben fotografías que incluye el Atlas aludido.
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*Físico nuclear, egresado de la UNAM
Twitter: @fisicogarcia
Source: Excelsior