Todavía a las 20:00 horas del martes, el diputado Eduardo Santillán seguía anotado como uno de los dos vicecoordinadores de Morena en Donceles, lo que permitiría el tránsito de Ricardo Ruiz como nuevo líder del grupo parlamentario.
Se había logrado que la fracción aceptara la propuesta cocinada desde la semana pasada de crear dos vicecoordinaciones —una para Santillán y otra para José Luis Rodríguez—, a fin de que aceptaran a Ruiz como sustituto de Ernestina Godoy.
¿Qué pasó entonces?
Que los morenos afines a Martí Batres no estaban conformes con la repartición y exigían un espacio para ellos en la persona de Valentina Batres, pues Ricardo Monreal ya tenía uno con Rodríguez y ellos se quedarían chiflando en la loma.
Ante el atorón, los morenos acordaron que Santillán pasara a la guillotina para que Ruiz —propuesta de Claudia Sheinbaum— transitara y doña Ernestina pudiera partir como próxima procuradora de Justicia de la CDMX.
¿Qué argumento manejaron a los morenos, incluso a los que apoyaron inicialmente a Lalito, para sacrificarlo? Que el exdelegado en Álvaro Obregón no había sido generoso en el reparto de posiciones y plazas del Congreso local, y que las cosas se corregirían.
No es secreto que entre los diputados morenos no había caído nada bien la austeridad republicana decretada por Andrés Manuel López Obrador, y querían tener “lo que nos ganamos en las urnas”, como si hubieran ganado por ellos mismos y no por El Peje.
La imposición de Ruiz en Donceles tuvo un costo altísimo para Sheinbaum, y todo para tener a un interlocutor de chocolate, pues quienes operarán —como desde ayer se vio— son Valentina y José Luis; el nuevo coordinador, quien sólo se pavoneó, será un florero.
A ver si a Claudia no le sale el tiro por la culata con la imposición del gato de Alejandro Encinas, pues de inmediato se vio el abandono del debate con la oposición, dejándoles la tribuna y aplicando su aplanadora a la hora de votar.
Los morenos parecen olvidar que lo que no se debate en tribuna se debatirá en los medios, y que la ruptura con la oposición no les llevará a nada bueno, pues, aunque tienen muchos diputados, su mayoría calificada sería muy endeble con uno que les haga berrinche…
Por su parte, la estrategia de toda oposición, sobre todo en clara desventaja numérica, es ganar los debates, aunque pierdan las votaciones —pan de cada día en Donceles— y eso no le sirve mucho a Morena porque están acumulando la presión en la olla.
Si no se retoman los amarres con las fracciones opositoras, nadie garantiza que a algún grupo no se le ocurra sacar mantas en la tribuna durante la toma de protesta de Sheinbaum, o más adelante atorar alguna discusión importante, como el Presupuesto 2019, por ejemplo.
La estrategia de no debatir nada es tan chafa, que los colmilludos diputados del PRI y del PAN simularon un debate entre ellos, anotándose uno “a favor” y otro “en contra”, como exige el Reglamento para que haya debate, para exhibir y mofarse de los morenos.
Se anticipa que Ruiz no operará nada, y menos con dos vicecoordinadores y cuatro consejeros que le pusieron; si dos no se ponen de acuerdo, siete menos. Eso sin contar que personeros de Monreal y Batres, enemigos de Claudia, se apoderarán de los acuerdos.
CENTAVITOS… Quienes creían que con ese acuerdo los problemas morenos acabaron, se equivocan; viene la disputa por las Unidade$ Admministrativa$ y ya se sabe que, cuando hay lana en juego, no hay ni perdón ni olvido… Por cierto, dicen que a Santillán le darán como consolación la Comisión de Procuración de Justicia.
Source: Excelsior