Quien no tuvo una tía loca y divertida que cumplía todos los caprichos que las madres negaban, sinceramente no tuvo infancia. Una tía te da la seguridad y protección de una madre; te entrega la confianza de una mejor amiga; te enseña como hermana/o mayor, y te complace y defiende de los castigos como un abuelo/a. Es la combinación perfecta y no hay duda que puede llegar a ser la persona favorita de un/a niño/a.
La tarea de una tía es disfrutar a sus sobrinos y no criarlos, por eso, su relación no está sujeta a límites ni a correcciones, y a pesar de que los niños necesitan eso para ser criados correctamente, se sienten muy a gusto cuando se les permite hacer lo que se les plazca.
Según especialistas de la psicología y crianza, las tías sirven como un ejemplo, pero a la vez sin ser vistas como alguien muy mayor. La relación con su sobrino o sobrina se vería beneficiada si es que ésta es menor que la madre.
Siguen siendo vistas como figura de autoridad, pero en su justa medida, lo que les da libertad a los chicos de entablar más confianza que con su propia madre.
Si eres tía, sabes el amor profundo que se puede llegar a sentir por los sobrinos, sobre todo si aún no se tiene hijos. Es el amor más parecido de un hijo que se puede experimentar hasta tener los propios, sobre todo si somos partícipes activos de su crianza y vida cotidiana.
Y si eres madre y tienes hermanas, no subestimes el poder que tienen en la crianza de tus niños.
Son piezas claves y esenciales para un desarrollo correcto, sano y feliz.
Source: UPSOCL