Se infiere una total falta de sensibilidad entre las autoridades que organizan las acciones preventivas a los sismos.
Lo publicó Laura García Arroyo (@Lauentuiter), la co-conductora de La dichosa palabra, de Canal 22: habrá simulacro, con todo y el sonsonete del terror, mañana casi a la exacta hora del terremoto del año pasado: a las 13:16 horas. Me pareció un involuntario e insensible humor negro de las autoridades que lo organizaron así.
De inmediato, la tolerante comunidad tuitera la recibió con cualquier clase de sorna y reclamos: la abrumadora mayoría de los 614 comentarios que le hicieron, cuestionaba que “no quisiera”prepararse para un evento así. Muy pocos (entre ellos, el dramaturgo Sergio Zurita) nos solidarizamos y empatamos con la idea. No es estar en contra de prepararse, sino de la voluntad de hacerlo en el mismo momento de la catástrofe. ¿Qué fibras quieren remover? Porque seguro deben saber los funcionarios de la Segob y de la CDMX que ello remueve memoria sensible y, de una forma sutil, pero real, se refleja en las emociones.
No es metafísica ni superstición: el efecto es real. Desde el punto de vista de la psicología (clásica, Gestalt, transpersonal, constructivista), desde el enfoque de la comunicación (verbal, no verbal, cibernética o la PNL) o desde la recolección de datos empíricos (en innumerables experimentos que dan cuenta de cómo la información de un evento traumático se recoge en proteínas que se engarzan en la información genética de un organismo), está comprobado que la frase “miedo que se mete hasta los huesos” tiene un basamento concreto, no sólo retórico. Si repetimos el escenario de la experiencia, abonaremos al tatuaje de un trauma.
Si ello no bastara, regresé a preguntar a víctimas del 19S y protagonistas de los rescates, como Aracely Ramírez –quien perdió a un hijo, Juan Pablo, y su casa– o Roberto Matamoros, quien estuvo sacando escombros de Escocia 4, en la Del Valle.
Ellos coinciden: es insensible y, además, revictimiza a quienes perdieron algo en el 19S.
Preparémonos para una eventualidad, sí. Pero, ¿podría hacerse a otra hora?, incluso, como la prevención es tan importante, ¿por qué no hacerlo 364 días del año, menos ése? Y también hagamos homenajes, por supuesto. Como el del libro 19 edificios como 19 heridas, en el que participamos 18 periodistas, coordinados por Alejandro Sánchez, narrando el drama de las historias que nos tocó presenciar aquel día, a través de las cuales denunciamos los basamentos de corrupción en cada colapso de edificios: ésa es la verdadera responsable de las muertes, no la fuerza de la naturaleza.
Ojalá que Fausto Lugo, secretario de Protección Civil de la Ciudad de México, y el jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, buen amigo y quien no sólo es una persona proba, sino sensible y de gran bonhomía, valore acallar las bocinas, sólo esta vez.
Del libro, que mañana presentamos en la sede de la Fundación Elena Poniatowska, me gustaría platicarles más el jueves.